Así comienza “Fosca”, novela de Inma Pelegrín, ganadora del Premio Lumen

Infobae Cultura publica un adelanto de la obra que se quedó con la tercera edición del galardón literario, en la que explora la lealtad animal y la soledad infantil

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10/06/2025 La escritora española Inma
10/06/2025 La escritora española Inma Pelegrín gana el Premio Lumen de novela 2025 por su obra 'Fosca'. La escritora española Inma Pelegrín ha sido galardonada con el III Premio Lumen de novela, dotado con 30.000 euros y la publicación en todo el territorio de habla hispana, por su obra 'Fosca'. SOCIEDAD EDITORIAL LUMEN

La novela Fosca, escrita por Inma Pelegrín, ganadora del III Premio Lumen, que llegará a las librerías el 25 de septiembre, narra la vida de Gabi, un niño que crece en una casa apartada junto con sus padres y tres hermanos mayores. En un entorno rural marcado por la hostilidad y la falta de afecto, el protagonista debe enfrentar el rechazo familiar e intentar encontrar refugio en su perra Sombra y en la vecina, Marcela.

El desencadenante de la trama es una noche de verano en la que un hecho violento altera para siempre la rutina de la familia. Desde ese momento, Gabi inicia una indagación que lo lleva a enfrentar secretos ocultos y a lidiar con las consecuencias de la violencia cercana.

Con una prosa que combina recursos de la oralidad y el lirismo, Fosca retrata la experiencia de la infancia en condiciones adversas y explora temas como la soledad, la pérdida y el fin de la inocencia. El lanzamiento de la novela, que representa el debut narrativo de Pelegrín, suma una nueva voz al panorama del thriller rural contemporáneo.

La novela 'Fosca' de Inma
La novela 'Fosca' de Inma Pelegrín explora la infancia en un entorno rural hostil y violenta

Así comienza “Fosca”

Todavía no se han callado los grillos y ya están cantando las chicharras. A pesar de lo temprano que es, chillan como si fuera mediodía. Es un ruido aburrido, tanto que a veces se te olvida que las estás escuchando y de pronto, no sabes por qué, te das cuenta de que las habías dejado de oír aunque no han parado ni un segundo de chirriar, entonces es como si subieran el volumen, todas a la vez. Como si crujieran dentro de tu cabeza.

Las oigo desde la cama. Mis hermanos duermen. Por suerte no han empezado todavía con el festival de peos. Todas las mañanas lo mismo. En cuanto se despiertan, empieza el concierto y cuanto más fuerte se escuchan los peos más asco me da y más lo disfrutan, retorciéndose en el colchón, apretando todo lo que pueden, que cualquier día se les darán la vuelta los culos como a las gallinas cuando se les atasca el huevo. Luego salen corriendo a mear a la calle en calzoncillos, haciéndose la zancadilla y dándose, unos a otros, empujones y castañetas en la picha.

Mejor me levanto ahora antes de que lo hagan estos tres y empiecen con sus mierdas. No quiero llevarme una colleja por estorbarles en su carrera hacia la tapia. Me ponen de muy mala leche y a ellos les gusta hacer todo lo que me encangrena. Su deporte favorito es verme jodido, a ser posible llorando. Mejor me voy con Madre a la cocina.

Esta noche no se movía una gota de aire. Padre salió a la calle a fumar un celtas y al final terminó el paquete. A mí me gusta sentarme en el poyete de la placeta cuando Padre no puede dormir. No hablamos de nada. Él sabe que estoy ahí pero es como si no me viera. Enciende un cigarro tras otro y mira, sin mirar, hacia la noche. Como viendo algo que nadie más puede ver.

Sombra vino a poner la cabeza sobre mis rodillas, a reclamar su ración de mimos nocturnos. Metió su cabeza bajo mis manos para hacerse sitio y la movió hacia los lados para autoacariciarse. Sombra siempre está conmigo. En cuanto escuchó que salía, aún no había puesto yo un pie en la calle, ya estaba pegada a mí. A mi pierna derecha. Me sigue a donde vaya excepto dentro de casa. Sombra tiene prohibida la entrada. Según Madre, es una guarrería. Las casas son para las personas y sólo para las personas.

Sombra tiene su hoyo frente a la placeta. Allí es donde duerme y pasa la siesta. Allí es donde se queda a esperar a que salga de la casa cuando estoy dentro. El hoyo le ayuda lo mismo para el calor que para el frío, allí se acurruca y espera pendiente de la puerta. Ella sabe que soy yo antes de que se abra. Si es otro el que va a salir, levanta la cabeza y empina la oreja, que tiene gacha, con desinterés, sin sollisparse. Si soy yo, antes de que pueda verme, antes de acabar de abrir la puerta, ha dado un salto y está en la baldosa meneando el rabo.

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