5 joyas imperdibles de la colección del Malba: del misticismo a la identidad latinoamericana

Un recorrido visual que conecta espiritualidad, política y cultura a través de obras icónicas del arte moderno en la región

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La colección del Malba incluye
La colección del Malba incluye más de 200 piezas de arte moderno y contemporáneo

Fundado en 2001, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) es mucho más que un espacio de exhibición: se trata de una institución cultural pionera, nacida con el objetivo de preservar, investigar y promover el arte de América Latina desde principios del siglo XX hasta la actualidad. Su origen se remonta a un proyecto personal del empresario y coleccionista argentino Eduardo F. Costantini, quien en 1970 adquirió sus primeras obras y, con el tiempo, fue conformando una colección que trascendió su ámbito privado para convertirse en un legado público.

Concebido desde sus inicios como un proyecto con finalidad social, Malba surgió con la convicción de que el arte puede ser un puente entre culturas, generaciones y realidades diversas. Su arquitectura, diseñada a partir de un concurso internacional, refleja esa vocación integradora, con espacios concebidos para dialogar con la ciudad y facilitar la experiencia estética. En sus salas, el museo propone no solo el disfrute de las obras, sino también el conocimiento, la reflexión y la participación activa del público.

A lo largo de más de dos décadas, el Malba se consolidó como un nodo cultural de referencia en la región. Exhibiciones temporarias de gran alcance, programas de cine, literatura, educación y acción comunitaria completan una propuesta dinámica, inclusiva y contemporánea. Pero el corazón del museo sigue siendo su colección permanente, integrada por más de 200 piezas de artistas fundamentales del arte latinoamericano moderno y contemporáneo.

Entre estas obras, algunas no solo se destacan por su valor estético, sino también por la densidad simbólica, histórica y cultural que condensan. En ellas se proyectan las búsquedas identitarias, espirituales, políticas y existenciales que atravesaron a las vanguardias de la región

Remedios Varo fusiona ciencia y
Remedios Varo fusiona ciencia y misticismo en su obra "Ícono" de 1945

Remedios Varo – “Ícono” (1945)

Remedios Varo, artista española exiliada en México tras la Guerra Civil Española y la ocupación nazi de París, desarrolló en América su obra más reconocida, caracterizada por la confluencia entre ciencia, misticismo y simbolismo esotérico.

La pieza Ícono, de 1945, retoma la estructura de los íconos bizantinos, con una imagen protegida por dos puertas decoradas que remiten a una dimensión sagrada. En el interior, se despliega un universo fantástico con una torre voladora sostenida por alas de ser fantástico, tenazas mecánicas que manipulan lunas y cielos estrellados.

El objeto opera como metáfora del proceso interior, espiritual y creativo, con referencias a la mística de George Gurdjieff, a quien la artista estudió en profundidad. La obra remite también al rol femenino en la creación y la transformación, con la torre como símbolo de la mente en permanente evolución. La multiplicidad de elementos, la estructura narrativa frontal y la técnica refinada convierten a Ícono en una obra clave de Varo, y en uno de los puntos altos de la colección del Malba.

Diego Rivera retrata a Ramón
Diego Rivera retrata a Ramón Gómez de la Serna en un estilo cubista en 1915

Diego Rivera – “Retrato de Ramón Gómez de la Serna” (1915)

En el marco de su estadía en Madrid, el pintor mexicano Diego Rivera realiza este retrato cubista del escritor español Ramón Gómez de la Serna, considerado uno de sus preferidos. Con colores vibrantes, texturas con arena y un tratamiento plástico innovador, Rivera retrata al autor en su estudio, rodeado de objetos que resumen su mundo: libros, una pipa, un revólver, una espada y una cabeza de maniquí.

La obra causó escándalo en su exhibición pública, al punto de recibir una orden policial para ser retirada. Representa una síntesis entre el lenguaje cubista y el retrato narrativo, con un enfoque plural del tiempo y una dimensión escénica. Este retrato es también testimonio del intercambio artístico entre Europa y América y del carácter provocador de ambas figuras.

Antonio Berni refleja la crisis
Antonio Berni refleja la crisis económica en "Manifestación" de 1934

Antonio Berni – “Manifestación” (1934)

A mediados de la década de 1930, Antonio Berni formula su “Nuevo Realismo” en un contexto de crisis económica e ideológica. En Manifestación, retrata una huelga con una multitud en primer plano, individualizada en rostros que oscilan entre la melancolía y la rabia.

Inspirado por el paso de David Alfaro Siqueiros por Argentina, Berni adopta recursos del muralismo mexicano y del arte religioso medieval para componer una escena que evoca también a las entradas triunfales de Cristo.

Con fuerte carga política, la obra incorpora elementos simbólicos como la torre al fondo, posible representación de una fábrica rosarina. Además, recupera técnicas tradicionales, como la pintura al temple sobre arpillera, para construir un arte comprometido con la historia y movilizador para el espectador. Es una de las piezas más emblemáticas de la colección, y un manifiesto visual del arte con vocación social.

Frida Kahlo explora identidad y
Frida Kahlo explora identidad y dolor en "Autorretrato con chango y loro" de 1942

Frida Kahlo – “Autorretrato con chango y loro” (c. 1942)

Pintado tras sus exhibiciones internacionales y en el apogeo de su carrera, este autorretrato de Frida Kahlo la presenta de medio cuerpo, con su característico huipil y peinado tradicional, rodeada de animales domésticos: un mono araña llamado Caimito y un loro Amazona, probablemente Bonito, su ave más querida.

La pintura mezcla referencias personales, elementos precolombinos y una herencia estética europea. Las miradas directas de los animales y la artista establecen un juego de tensiones entre lo íntimo y lo simbólico.

Kahlo integra así la tradición del retrato con mascota como confidente o álter ego, pero también alude al dolor físico, la fertilidad, y su identidad mestiza. La obra fue adquirida poco después por la colección corporativa de IBM y rematada en 1995, momento en el que fue incorporada al acervo del Malba. Su presencia en la colección consagra la dimensión universal de la artista.

Tarsila do Amaral redefine la
Tarsila do Amaral redefine la identidad brasileña con "Abaporu" de 1928

Tarsila do Amaral – “Abaporu” (1928)

Obra fundamental del modernismo brasileño, Abaporu fue pintada por Tarsila do Amaral como regalo de cumpleaños para su esposo Oswald de Andrade, quien redactó a partir de ella el Manifiesto antropófago.

El título significa “el hombre que come gente” en tupí-guaraní, y alude a la figura mítica del caníbal como símbolo de apropiación cultural crítica. La criatura, con un pie desproporcionado, solitaria y prehumana, se transforma en emblema de una identidad nacional basada en la asimilación transformadora del legado europeo.

La artista incorporó elementos de la infancia, la vanguardia parisina y mitos antiguos como los esciápodos para crear una imagen potente y sintética. Abaporu es la pintura más icónica de Tarsila y una de las obras latinoamericanas más reconocidas internacionalmente, verdadero eje simbólico del museo.