El Malba camino a sus 25 años: muestras, proyectos y desafíos internacionales

El nuevo director artístico, Rodrigo Moura, y el fundador y actual presidente honorario, Eduardo Costantini, reflexionan sobre presente y futuro del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires

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 Eduardo Costantini y Rodrigo
Eduardo Costantini y Rodrigo Moura dialogaron con Infobae Cultura sobre los proyectos del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires

Fundado por Eduardo Costantini, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) es, sin dudas, un organismo vivo, que muta en las pieles de las muestras temporarias de los artistas de distintas generaciones y países, con una potente coraza en la colección permanente y que, además, marca un camino claro desde hace casi 25 años, cifra que alcanzará en 2026.

Tras la salida de la venezolana Gabriela Rangel hace 4 años como directora artística, a la que su sumó el año pasado la de Guadalupe Requena, quien estuvo casi desde los inicios del museo hasta llegar a ser su directora institucional, llegó el momento del brasileño Rodrigo Moura, oficializado en noviembre pasado, de asumir la dirección del emblemático espacio porteño, como también del nuevo Malba Puertos, en Escobar.

Moura es el quinto director y el cuarto internacional, tras el mexicano Agustín Arteaga (2001-2002), el argentino Marcelo Pacheco (2003-2013), el español Agustín Pérez Rubio (2014-2018) y Rangel (2019-2021), lo que marca desde sus inicios un proyecto de internacionalización que se sostiene en relaciones con museos de otros países y que, en esta entrevista con Infobae Cultura, Costantini y Moura comentaron que crecerá a partir de “una política coherente con relación a los préstamos” “con la finalidad también de buscar una reciprocidad” con otras instituciones.

En ese sentido, el Malba viende desarrollando ya hace años asociaciones con museos de otros países. Solo para nombrar dos ejemplos cercanos, la cooperación con el Museo de Houston permitió la llegada de la Ciudad Hidroespacial de Gyula Kosice para la muestra Intergaláctivo de 2024 -que aterrizó luego en el Pérez Art Museum de Miami- o incluso El futuro no es un sueño, de la china Cao Fei, fue posible en asociación con la Pinacoteca de São Paulo. De hecho, hace pocas semanas se anunció la participación de parte de la colección del museo y de la Colección Costantini en una muestra en el Museo Nacional de Doha, Qatar.

El equipo Malba, en la
El equipo Malba, en la planta baja del espacio de Palermo

Sin embargo, la búsqueda del museo que posee verdaderas joyas del arte regional como Abaporu, de Tarsila do Amaral, va más allá y, en ese sentido, llega el nombramiento de Moura, quien asume luego de una experiencia de seis años como curador jefe en el Museo del Barrio de Nueva York, una institución central del arte latinx, latinoamericano y caribeño,tras pasar también por el Museo de Arte de San Pablo (MASP), el más importante de su país, donde se desempeñó como curador y por el Instituto Inhotim en Belo Horizonte, del que fue parte fundacional.

Moura también tendrá a su cargo la supervisión de los programas de Publicaciones, Educación y Programas Públicos, y la articulación con los departamentos de Cine y Literatura, que lideran Fernando Martín Peña y María Soledad Costantini, con quienes, confesó en este encuentro, buscará “hacer exposiciones multidisciplinares”.

Además, el presidente honorario del museo y el nuevo director adelantaron que habrá una muestra de pop brasileño para cerrar el calendario 2025 y anticiparon algunos de los proyectos más importantes para el aniversario, entre los que se encuentra la llegada de obras de la Colección Costantini que jamás se mostraron en el país, entre otros temas.

Costantini y Moura durante el
Costantini y Moura durante el recorrido por la muestra "Los volcanes despiertos", de Sandra Vásquez de la Horra

Primero preguntarle a Eduardo, ¿cómo fue el proceso de selección de Rodrigo? ¿Qué es lo que tenían en mente a priori para la elección?

Eduardo Costantini: — Bueno, nosotros teníamos en Malba una asignatura pendiente que era cubrir el puesto de director, que claramente es la posición no artística más importante del museo. Y bueno, no es fácil tampoco lograr con la persona indicada porque tiene que tener un perfil, unas cualidades y una personalidad que no es tan común. O sea, primero debe ser una persona obviamente, que conozca el arte latinoamericano, además que tenga una alta posición en el mundo del arte internacional que nosotros necesitamos. Y aparte que sea una persona que tenga un espíritu de institución. O sea, que piense en la institución no tanto como curador individual, sino que esté acostumbrado a trabajar en equipo, a pensar estratégicamente la institución, la proyección de ella, tanto local como internacionalmente; en la colección, en todos, el personal o todas las cosas de una fundación, institución, museo. Entonces, la búsqueda nos llevó largo tiempo. Pandemia mediante y por referencias di con Rodrigo de quien tenía algunas referencias lejanas y entonces nos contactamos. En principio por teléfono y aprovechando un viaje que hice a New York, tuvimos el primer contacto personal y luego otros. También, antes del ingreso de él, aunque ya habíamos llegado a un acuerdo y ya estaba el nombramiento entre nosotros, fuimos juntos a Filadelfia, a Madrid. Así que bueno, estamos muy contentos porque Malba necesitaba que alguien cubriera eso y creo que Rodrigo es la persona más indicada. Es una gran noticia que coincide con la inauguración de Malba Puertos, porque claramente el director artístico también dentro de su visión macro, en este caso incorpora la dirección y coordinación, Malba Puertos y Malba Capital.

Claro, si uno mira los directores artísticos que tuvo el Malba alrededor del tiempo, se ve como ya en los últimas tres, incluyéndolo a Rodrigo, tienen un perfil más internacionales. Es un poco la búsqueda para el museo, reforzar el posicionamiento dentro de la escena del arte latinoamericano y en los museos en sí, ¿no?

E.C.: — Bueno, no necesariamente tiene que ser alguien no argentino, digamos. No tiene nada que ver. Pero no es fácil. Obviamente, dentro del segmento argentino hay menos posibilidades. Cuando uno amplía ese arco de búsqueda hay muchas personas que saben mucho de arte latinoamericano, que no son argentinos. Después también es importante una persona que tenga contacto, conocimiento del ámbito internacional, referido a lo latinoamericano, pero también en general. Entonces ahí también se hace más fácil, porque son personas que tal vez estén viviendo en el exterior o han vivido. Y aparte que aportan el conocimiento de su país. Agustín Pérez Rubio era español, pero en el caso de Rodrigo es brasilero. Y entonces trae además la especificidad de todo el conocimiento aún más acabado del arte brasilero, que es una piedra angular del arte latinoamericano. Y aparte, él vivió en Nueva York seis años. Entonces eso le da una característica internacional global que suma a los requerimientos del Malba.

Rodrigo Moura posa junto "Abaporu",
Rodrigo Moura posa junto "Abaporu", de la artista brasileña Tarsila do Amaral

Rodrigo, quería preguntarte por cuál fue tu motivación personal para aceptar el desafío.

Rodrigo Moura: — Es que uno se pone aburrido después de mucho tiempo en un mismo museo. El tiempo en Nueva York fue muy especial para mí a nivel personal. Mis hijos eran muy pequeños. Fue un proyecto de familia y yo había estado 12 años en Inhotim, en el equipo que lo arrancó con Bernardo Paz, con Joan Folch, los curadores históricos, entre los cuales yo y después en una posición un poco intermedia en el MASP, con Adriano Pedrosa, donde hice un montón de exposiciones. Ahí no tenía una función de digestión, no trabajaba con la colección, solo hacía exposiciones temporarias. Quería algo nuevo y vino el Museo del Barrio y nos fuimos. Queríamos que los niños tuvieran la experiencia fuera, en Nueva York. Una ciudad muy linda para estar con los niños, pero ya estaba un poco saturado. Era curador en jefe, hice las exposiciones del programa, una exposición de la colección del museo, la más ambiciosa de todas, exposiciones monográficas de varios artistas con los cuales quería trabajar.

Siempre tuve mucha admiración por el Malba. Y siempre me pareció que podría contribuir con este proceso tan importante que comenzó hace casi 25 años o antes incluso porque Eduardo empieza como coleccionista y desarrolla su visión. Así que el Malba es un poco también como la culminación de un proceso, pero de hecho yo tenía muchas ganas y ya pensaba en algún momento hacer una contribución para este proyecto. Y tuve la suerte que estaban buscando un director y ahí, como comentó Eduardo, empezamos a conocernos, algunos meetings en Nueva York, donde él estaba viendo obras. Ahí nos conocimos. Ya habíamos estado juntos socialmente en Buenos Aires, en fiestas, cosas así. Pero nunca habíamos hablado más claro y le expuse un poco mi visión, lo que podría hacer por Malba y coincidimos en lo que se podía hacer, en la subida de perfil en el panorama global de las instituciones en el siglo XXI. Yo creo que también en todas las cuestiones de diversificación de la colección. Si uno la mira, ves que las artistas mujeres son tan importantes para la colección moderna: Tarsila, Varo, las surrealistas, Frida y todo eso es un legado que uno tiene que seguir interpretando y seguir explorando con nuevas visiones.

E.C.: — Además, hemos conversado es tener una política coherente con relación a los préstamos. Nosotros ahora, debido al crecimiento de la colección consolidada por las adquisiciones que se han venido haciendo y que yo he venido haciendo, la Colección de Malba ha crecido mucho y tenemos requerimientos continuos de múltiples museos. Entonces queremos establecer la política a seguir y con la finalidad también de buscar una reciprocidad con esas instituciones, con miras al contenido de nuestras exhibiciones. Es decir, nosotros préstamos a ellos y pensar qué nos pueden prestar a nosotros. Y se pueden integrar obras en la muestra de la Colección, hacer exposiciones en colaboración con otros. Ya tenemos un proyecto. Todavía no lo vamos a develar con una institución importante americana, en conjunto. Queremos interactuar aún más. Naturalmente estamos interactuando por el recibimiento de parte de ellos, queremos también ser proactivos y tener reciprocidad.

A partir de esa experiencia en el Museo del Barrio. ¿Qué es lo que podés tomar de allí? ¿Qué crees que se puede aplicar al Malba?

R.M.: — Raramente se transfiere de una manera así, 1 a 1, lo que pasa de una a otra institución. Son muy diferentes, pero sí aprendí un montón ahí. Y la cultura de museo en Estados Unidos, sobre todo la cultura de trabajo, es muy diferente a la cultura del trabajo del museo en América Latina.

El Instituto Inhotim en Belo
El Instituto Inhotim en Belo Horizonte, el Museo del Barrio de Nueva York y el Museo de Arte de San Pablo (MASP)

¿En qué es diferente?

R.M.: — Es diferente porque los museos americanos se financian de una manera completamente diferente a los latinoamericanos. Hay mucha más filantropía en la sociedad civil, como un todo. Claro, y aquí Eduardo es un ejemplo único o casi único en la Argentina. Hay familias que apoyan al Malba, pero es un visionario, un mecenas. En Estados Unidos esto está mucho más entrañado y es parte de la visión de la sociedad como un todo. Eso da una perspectiva muy diferente.

Dentro de estas estructuras diferentes, debe haber un montón de desafíos que te van a marcar cuáles son las posibilidades que te puede dar el espacio.

R.M.: — Exactamente, sí. Primero se aprende cuando se llega a un museo. Y eso es una cosa que dije cuando llegué al Museo del Barrio. Una reportera del New Yorker me preguntó “¿Qué va a hacer?” No sé, le dije. Primero voy a aprender un poco. Después voy a hacer cosas. Estoy un poco en este punto. Llegué hace poco y tengo que conocer la cultura local y los procesos de museo y ahí poder contribuir. Pero yo creo que de todos modos, desde el punto de vista de mi trayectoria, incluyendo la de estos años en el museo, que fueron muy importantes viviendo en Nueva York y además trabajando con arte latino, creo que voy a aportar dos cosas. Un poco la experiencia con lo contemporáneo, que yo trabajé en Inhotim, proyecto que empecé en el 2004 y mucho de mi experiencia fue de gestión institucional, de curaduría, pero mucho también trabajar con artistas vivos trayendo sus visiones como parte constitutiva del acervo y de la institución.

Eso ha sido muy importante porque incluso les dio a estos artistas mucha proyección global en un momento donde se encuentra un interés renovado de instituciones y que se monta una institución nueva en el escenario. Ahí trabajar con artistas vivos ha sido una cosa fundamental. También con legados de artistas contemporáneos, que empezaron a trabajar de los años 60 y hasta el siglo XXI, como Cildo Meireles, Tunga o Lygia Pape, entre los brasileños, y entre los latinoamericanos, los argentinos Jorge Macchi o Víctor Grippo con su familia o el cubano Carlos Garaicoa.

Por otro lado, también hay toda una cuestión de geopolítica que se refiere también a mi experiencia en Estados Unidos, que es cómo pensar los modernismos de los movimientos de la formación del canon desde un punto de vista de hoy. Y pensar cómo la contribución de los pueblos originarios, las artistas mujeres que estuvieron años y años fuera del canon y que ahora, en la perspectiva que tenemos hoy, ocupan un papel y un rol central en las historias del archivo. Es un poco así desde dos perspectivas que aporto mi experiencia.

¿Es una experiencia que te gustaría ahondar más en el Malba?

R.M.: — Esa experiencia ya se hace en el mundo. Ya hay movimientos en muchos museos globalmente y el Malba no está afuera, pero yo traigo una experiencia desde un punto de vista como director artístico, de las gestiones de los programas.

Filas de personas para la
Filas de personas para la inauguración de la muestra de Guillermo Kuitca, a la que asistieron 2000 personas

Una de las características de este espacio es, justamente, el trabajo con artistas en diferentes estadíos de carrera. En este momento, por ejemplo, está la joven Lucrecia Lionti, con su primera muestra en un museo, al mismo tiempo que Kuitca, que es un consagrado, más el acervo y artistas internacionales como Vásquez de la Horra. Entonces, eso es algo que te pareció atractivo por lo que comentaste antes.

R.M.: — Totalmente, es un museo que tiene diversos compromisos con varias generaciones. Pero la colección me parece que es la línea maestra. Porque incluso en la colección se combinan cronologías del siglo XX al XXI. Así que se colecciona obras históricas. Pero seguimos coleccionando obras contemporáneas. Esa es una cosa fundamental, como la sala 1 que tradicionalmente es como un espacio de experimentación para el arte de América Latina. Me acuerdo que, por ejemplo, vi primero aquí una exposición de Carlos Motta, que es un artista colombiano que hoy tiene una retrospectiva en Barcelona, que recién había enseñado en la Bienal de San Pablo. Así que es un estar conectado con los artistas emergentes, eso siempre ha sido un compromiso de Malba y lo va a seguir siendo.

E.C.: — Sumo que nosotros hicimos la primera gran exhibición de Beatriz Milhazes, la primera muestra de museo como panorámica, y después pasó por Brasil.

R.M.: — Y ahora está con una exposición grande en el Guggenheim de Nueva York.

Y en ese sentido, ya que están nombrando artistas, ¿con quiénes te gustaría trabajar que no haya tenido una exposición grande?

R.M.: — (Ríe) Se pueden decir los artistas con los que ya estamos trabajando este año para darte un panorama. Los que no están programados mejor no nombrarlos. Este año la programación empezó con Guillermo Kuitca, donde se hace una cosa que me parece fundamental en un museo que es tener un recorte claro, muy, muy preciso y dar relieve a un período de la producción de un artista. Es una cosa que ojalá sigamos haciendo en exposiciones y con enfoques claros de un período porque ya había tenido una retrospectiva hace como unos 20 años.

Esta exposición es muy importante, pero del mismo modo, Liliana Porter, que había tenido una exposición más pequeña, ahora tiene una muestra antológica que se inaugura en medio del año. Y para el tercer proyecto, en sala cinco, va a haber una exposición en asociación con la pinacoteca de San Pablo de pop brasileño, con producción de los años 60 y 70 vinculadas a la contracultura, la Nueva Figuración, que hay mucha coincidencia con el arte argentino del mismo período, pero también mucha afinidad con obras muy icónicas de la colección de Wanda Pimentel, Rubens Gerchman o Antonio Dias, por ejemplo. Y así que es una exposición muy grande, una panorámica de este período, un recorte cronológico del arte de América Latina.

Generalmente, cuando asume un nuevo director artístico suele dar una nueva perspectiva a la Colección. ¿Eso lo tenés pensado?

R.M.: — Es una de las cosas que estamos preparando para el próximo año, hacer una exposición grande de la colección, incluso una interpretación nueva que sigue a Tercer Ojo, hecha con muchas manos, con todos las curadoras de la casa, en una colaboración mía con ellas, que conocen muy bien la colección. Pero dando un nuevo marco conceptual y también dándole un acento en el siglo XXI, obras contemporáneos, en sala 5, digamos de los fines de siglo XX y del XXI. En sala 2, vamos a hacer una interpretación nueva de la colección más cronológica. La idea es, por algunos meses, tener una visión más del contemporáneo de la colección.

"Tercer ojo", la mega muestra
"Tercer ojo", la mega muestra que reúne la colección del museo con la Colección Costantini abrió en 2022 (Télam)

La idea es extenderla, digamos.

R.M.: — Creo que incluso es un trabajo muy bonito, con Tercer Ojo, que es muy transversal. Los temas son más agrupamientos temáticos, menos cronológicos. Con Marita García queremos tener una mirada más cronológica para dar más relieve a obras más contemporáneas. También, claro, de la colección. Así que estamos trabajando también en adquisiciones con Eduardo y el Comité de Adquisición de Malba, pero también con la colección de Eduardo, con obras latinoamericanas que siguen el legado hacia el siglo XXI.

E.C.: — Lo que está mencionando Rodrigo es para el aniversario de los 25 años del año que viene, que es en septiembre.

Este es un museo que nunca para. El camino a los 25 años seguirá siendo ese.

R.M.: — Sí, muy activo, dinámico. Eso me parece un desafío.

E.C.: — Ahora más dinámico, con Puertos.

Claro, ¿y cómo va a ser el trabajo en tándem con Puertos y con la sede principal?

R.M.: — Esa respuesta necesita un poco más de tiempo. Puertos tiene muchas posibilidades de público. De dos públicos y eso es una cosa que me parece interesante, acercar a los dos públicos. Muchas veces quien va a Puertos no ha ido al Museo, no ha venido aquí y viceversa. Entonces, pienso mucho en este museo desde una perspectiva de formación de público. El otro aspecto es que se pueden hacer cosas muy complementarias, muy en diálogo, en tándem, como decís. ¿Cómo? No sabemos todavía, porque eso tarda un poco. Estoy desde hace tres semanas y estoy todavía aprendiendo. Después vamos a ver cómo ir colaborando con todos los equipos, qué pueden hacer juntos. Creo que hay una cosa que nos une mucho, que es la misión de educación, que todos los espacios tienen una misión educativa muy acentuada y de formación de público.

Más allá de las diferencias que puede haber entre un público más sajón o brasilero de tus experiencias anterires, ¿tenés una mirada de cómo te gustaría tentar más al público local?

R.M.: — Puertos tiene una vocación muy afirmada, los temas de naturaleza, de ecología están muy puestos ahí, algo que en un medio urbano no está. Tiene más posibilidades de tratar temas así, trabajar en las áreas externas, en el bosque, con artistas, con obras nuevas hechas en específico para ahí.

¿Y para el Malba Capital?

R.M.: — Tengo el deseo de hacer exposiciones multidisciplinares. No sé cómo va a ser. El museo tiene muchos equipos y tiene la colección. O sea, se pueden hacer exposiciones colectivas en sala 5 con obras de la colección hablando con cine, con literatura, con educación, con todo. No sé, hay posibilidades muy ricas, muy fértiles.

¿Te gustaría lograr como una integración, digamos?

R.M.: — No sé si integrarlo enteramente, porque son áreas que tienen ciertos proyectos, ejes temáticos. Me parece que hay mucha vocación para esto.

Malba Puertos, la nueva sede
Malba Puertos, la nueva sede del Museo abierta en 2024 en el norte del Gran Buenos Aires

Generalmente, ese tipo de integración se da a través de los Programas Públicos, actividades donde se invita a pensar o conocer ciertos temas que por ahí al ojo común de uno no se las tiene en cuenta y que giran en torno a una muestra o a un artista. En este caso, ¿sería buscar que esos Programas Públicos de alguna manera ingresen en la muestra?

R.M.: — Hacer cosas juntos, salir, hacer colaboraciones entre las distintas áreas. Claro que podrían ser exposiciones, por ejemplo, muestras en sala.

Volviendo al calendario que estaban comentando recién. Ya estamos sobre la fecha de la exposición en Qatar, ¿cómo se redistribuyó el espacio de las obras que se fuerom?

E.C.: — Bueno, se han ido 170 obras y hay un número importante de la Colección Costantini, que ha ido directamente de Miami hacia allá. Nosotros ya hemos realojado obras por las que salieron. La colección permanente sigue, obviamente, exhibiéndose. Quedan algunas obras en Miami de la Colección Costantini. Ahora hemos visto cuáles traer y ya están en proceso de transporte para reforzar la colección permanente. Y después también tenemos otra idea de obras locales para la salita esa chiquita. Eso va a ser a comienzos del próximo año.

R.M.: — Va a pasar que se va a tener acceso a obras que jamás tuvimos. Todo lo que estaba en la Colección Costantini en Estados Unidos y todo lo que está en Malba serán opciones de obra para curar estas muestras, tanto la moderna como la contemporánea. El año que viene será fantástico.

E.C.: — Porque antes las obras tenían que venir por seis meses y tal vez se podía extender el pedido seis meses más. Ahora, con la nueva regulación pueden quedarse cinco años. Entonces estamos, como dijo Rodrigo, trayendo todas las obras que están en Miami, que además son las principales, y entonces van a estar acá permanentemente.

¿De qué obras o artistas estamos hablando?

E.C.: — Bueno, más obras de Frida Kahlo, Diego Rivera, Leonora Carrington y Remedios Varo, por ejemplo.

Muchos de los artistas que se fueron a Qatar.

E.C.: — Claro, después de Qatar todo converge. Dos Frida Kahlo en exhibición, tres Varo, dos Carrington, dos Wilfredo Lam, dos Alejandro Otero, pintores de la década del ‘20 y más.

El Museo Nacional de Qatar,
El Museo Nacional de Qatar, diseñado por el arquitecto francés Jean Nouvel, será sede de la muestra "LATINOAMERICANO"

Ese es el gran proyecto para los 25 años.

E.C.: — Sí, va a ser muy fuerte, una gran muestra en sala 5 y también saldrá un nuevo libro. Son grandes proyectos.

R.M.: — Son dos proyectos paralelos, un catálogo de esta muestra, pero a la vez un proyecto que influye en el otro, en términos de investigación y todo. Pero sí, estamos preparando un nuevo libro de la Colección y un libro hecho también de una perspectiva más de divulgación y difusión internacional de la Colección, para lo cual vamos a colaborar con una editorial internacional. Así que me parece que sería una oportunidad también de poner a la Colección un poco al servicio de la difusión del arte latinoamericano en formato de publicación para un público más amplio, en versiones en español y en inglés.

E.C.: — Sí, tendrá distribución comercial, que cambia todo, porque ahí son los parámetros de un libro que se encuentra en la librería en cualquier lugar. Un libro para afuera del país también.

Para cerrar. En la entrevista que tuve con Eduardo, por los 20 años del Malba, le pregunté cómo había sido inicio en la relación con el arte y el coleccionismo. En este caso, Rodrigo, me gustaría hacerte la misma pregunta, ¿tenés algún recuerdo que sea iniciático o que vos reconozcas que fue el que despertó este interés?

R.M.: — Primero la música, el cine, que son las artes a las que accedo más temprano. Pero mi papá coleccionaba artistas locales en Belo Horizonte. Así que estaba en la casa siempre. Vengo de una ciudad que no tiene museo en el sentido formal. Belo Horizonte es una ciudad muy importante en el modernismo brasileño, que desgraciadamente no tiene un museo con acervo. Y es la ciudad donde nació Lygia Clark, por ejemplo, o Veiga Guignard, que es un pintor súper importante, que enseñó sus primeras obras en los años 40. Ahí mi experiencia con el arte es como muy vital, de conocer a los artistas y sus talleres. No soy una persona que fue a un museo y vio un Picasso. Esto me cambió la vida. Fue mucho más vital, mucho más integrado en la experiencia familiar, doméstica, de estar con los artistas. Así viene a mí el arte. Sí. Luego, más grande, la Bienal de San Pablo ha tenido un papel formativo fundamental.

[Fotos: gentileza prensa Malba]