
Samanta Schweblin vuelve al ruedo y en este nuevo libro demuestra -una vez más– que es la maestra del cuento contemporáneo. Los temas son los de siempre: la familia y la imposibilidad de la comunicación, la angustia existencial, los ribetes y bordes de “lo normal” y sobre todo el mundo femenino. Los temas son los de siempre pero las historias diferentes, innovadoras e inquietantes.

El buen mal
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Desde el epígrafe Schweblin nos adelanta que su mundo sigue siendo ese realismo desenfocado que muestra los límites difusos de los eventos, y es en ese espacio liminal donde pasa todo. La frase de Silvina Ocampo “Lo raro es más cierto” abre la puerta de una nueva colección que al igual que el resto de su obra nos acerca a un abismo en el que no queremos mirar, pero, sabemos, existe y nos atrae. Y es precisamente la presencia del abismo lo que hace posible el precario terreno por donde caminamos. Todos sus personajes también caminan por ese borde y como lectores nos conmueven sus pasos débiles y a la vez valientes; sus formas de enfrentar ese miedo a la oscuridad del abismo que es, contra todo pronóstico, propicia.
En “Bienvenida a la comunidad”, una mujer se hunde en un río con un cinturón de piedras atado a su cintura. Pasa el tiempo y frente a la incertidumbre que le genera el hecho de no morir, suelta las piedras y sale a la superficie. Regresa a su casa, empapada, toma las cartas suicidas y las guarda. Se cambia y prepara el almuerzo para su marido y sus hijas que están por llegar. Las niñas llegan con un conejo que deberán cuidar por unos días. Un vecino le confiesa haber sido testigo de su intento de suicidio y el mundo que a los ojos de los demás es perfecto, ordenado y satisfactorio se retuerce de nuevo.
En una mirada que puede imaginar las vidas de Alfonsina Storni, Virginia Wolf, Sylvia Plath, la protagonista de El despertar de Kate Chopin o Ms Dalloway, Schweblin vuelve al tema recurrente e incontestable sobre la satisfacción personal, la vida propia y la sensación real de muchas veces estar hundiéndose.

En “Un animal fabuloso” un niño sueña con volar, y vuela. Dos amigas: una madre, la otra testigo. Una conversación telefónica. Hurlingham, los caballos que tiran carros, la muerte a destiempo y la necesidad de creer. Con un realismo que duele, este cuento narra el dolor más impensado. Sus líneas provocan el mismo sofocamiento que Distancia de rescate.
Pasa lo mismo con el cuento siguiente: “El ojo en la garganta”. Este cuento es central al libro por varias razones. Condensa todos los temas que le interesan a la autora: la geografía patagónica, la ciudad de Buenos Aires o Hurlingham como los únicos escenarios posibles para su escritura. La precariedad y la falsa creencia en que podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor, la comunicación -o la falta de comunicación, o la imposibilidad de comunicación- y los vínculos rotos por el buen mal. Corren los años 90 y un niño se traga una pila de un control remoto. Vuelve Samanta a sus inquietudes ecológicas y deposita en esa pila los miedos de esta época. Aquí hay una madre que casi no se escucha, excepto para culpar al padre por el accidente. Un niño que pierde la voz, un padre que no puede comunicarse y la inmensidad de una Patagonia que se traga todo para regurgitar y crear una nueva posibilidad de existir. Un cuento perfecto.

En “La mujer de Atlántida” encontramos a una poeta y dos niñas, una playa y un veraneo. La poesía, la inspiración y el condicionamiento social. ¿Hay para la mujer una sola forma de estar en el mundo? Las niñas que crecen rodeadas de modelos diversos de mujer, pero ¿son todos esos modelos “aceptables”? El mar inmenso, sanador y oscuro. La necesidad imperiosa de escribir o de encontrar inspiración en la vida o en el arte. Nuevamente, la búsqueda de la condición femenina y la condición creativa, pero sobre todo es un cuento acerca de la libertad. En los cuentos de Samanta Schweblin, las mujeres, como los elefantes, desbordamos, y ocupamos mucho espacio.
Viajes de escritores, soledad y animales que son depositarios de todo el amor posible y frustrado. La amabilidad de los extraños, los recuerdos que habitan los cuartos y son fantasmas palpables, la supervivencia y sobre todo la necesidad de encontrar algo bueno, algo que haga bien, que nos saque del lugar en el que estamos encerrados y que nos ayude a salir. Saber, a partir de estos nuevos cuentos, que el mal puede hacer bien es la premisa imposible que se cumple, no sin dolor o sufrimiento a cada vuelta de página. Samanta Schweblin vuelve con un libro magistral a sus mismos temas, totalmente renovados.
[Fotos: Alejandra López]
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