Christophe Cherix dirigirá el MoMA desde septiembre: el museo inicia una nueva era

En una decisión que marca el fin de una era y el comienzo de otra, el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York anunció que Christophe Cherix asumirá la dirección de la institución a partir de septiembre de este año.

La noticia fue confirmada por la junta del museo, que votó de forma unánime su nombramiento, y fue dada a conocer inicialmente por The New York Times el viernes por la tarde. Cherix se convertirá en el séptimo director en los casi cien años de historia del MoMA.

Sucederá a Glenn Lowry, quien dirigió la institución durante tres décadas y dejó una huella imborrable, no solo en la estructura física del museo —tras haber liderado dos renovaciones y una expansión— sino también en su proyección internacional y en su modelo curatorial.

Actualmente, Cherix es el curador jefe del departamento de dibujos y grabados del MoMA, una función que ejerce desde 2013. Ingresó al museo en 2007 como curador del área de grabados y libros ilustrados. Este departamento fue luego fusionado con el de dibujos, y desde entonces quedó a su cargo.

Antes de integrarse al equipo del MoMA, Cherix se desempeñó como curador del Cabinet des estampes del Musée d’art et d’histoire de Ginebra, su ciudad natal.

Su trayectoria en el MoMA estuvo marcada por una serie de exposiciones de gran envergadura y por una lectura contemporánea de artistas clave de los siglos XX y XXI.

Una de sus iniciativas más comentadas fue la retrospectiva de Ed Ruscha en 2023, que organizó junto al director del Los Angeles County Museum of Art (LACMA), Michael Govan. En esa ocasión, Cherix logró reactivar una instalación rara vez exhibida: Chocolate Room (1970), que había debutado ese mismo año en la Bienal de Venecia.

En 2018, también estuvo detrás de una ambiciosa muestra dedicada a Adrian Piper, junto a los curadores David Platzker y Connie Butler. Esa exposición fue, por un breve período, la más grande que haya montado el MoMA en toda su historia.

El recorrido de Cherix incluye, además, una colaboración en 2016 con Manuel Borja-Villel, entonces director del Museo Reina Sofía, para presentar una retrospectiva de Marcel Broodthaers. También trabajó con Klaus Biesenbach en una muestra centrada en la obra de Yoko Ono producida entre las décadas del sesenta y setenta.

A lo largo de los años, Cherix consolidó una reputación por su enfoque curatorial que combina profundidad histórica con sensibilidad por las nuevas formas de expresión artística.

En un comunicado difundido por el museo, expresó: “MoMA fue durante mucho tiempo un líder en la incorporación de nuevas formas de expresión, en la amplificación de las voces de artistas de todo el mundo y en la conexión con el público más amplio, tanto presencial como virtualmente”.

Y añadió que su máxima prioridad será “respaldar al equipo excepcional del museo y garantizar que su capacidad única de interpretar el presente en constante cambio siga creciendo”.

Desde el director saliente hasta los miembros del directorio, las voces en el MoMA coinciden en valorar la continuidad institucional que representa este nombramiento.

Marie-Josée Kravis, presidenta del consejo del museo, declaró: “El brillante liderazgo curatorial de Christophe en arte moderno y contemporáneo, su profundo conocimiento y pasión por la colección del MoMA, y su reconocida capacidad para guiar con firmeza, fueron cualidades fundamentales para este momento de transición. Estamos encantados con su designación”.

También, Lowry celebró la elección de su sucesor. En una declaración, afirmó: “Fue un privilegio trabajar con Christophe durante más de quince años en el MoMA y me alegra que la Junta lo haya elegido como el próximo director del museo. En los próximos meses vamos a trabajar juntos para asegurar una transición fluida y exitosa. Christophe es un curador talentoso, y espero ver cómo el museo evoluciona y prospera bajo su dirección”.

El nombramiento de Cherix coincide con una etapa clave para la institución, que en pocos años cumplirá un siglo de vida. Su designación no solo reafirma el perfil académico e internacional que caracterizó al museo en las últimas décadas, sino que también abre interrogantes sobre el rumbo que tomará la institución frente a los desafíos contemporáneos del arte, la tecnología y la inclusión cultural.