El ojo surrealista de Dora Maar, más allá de las luces y sombras de Picasso

El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires presenta una serie de fotografías inéditas de la artista que vivió en Buenos Aires: su legado en la publicidad y en la exploración artística, imágenes del célebre pintor español que fue su pareja y el registro de la creación del “Guernica”

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Autoretrato de Dora Maar, circa
Autoretrato de Dora Maar, circa 1935

Hay mucho sobre Dora Maar aún por descubrir, excepcional fotógrafa surrealista quien durante décadas fue recordada como “la mujer que llora”, tal como la pintó Picasso, y que como muchas artistas mujeres, comenzó a ser reconocida en este milenio.

Y en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Macba) surge una oportunidad inédita por estos lares, con Dora Maar inédita: luces y sombras surrealistas, un conjunto de fotografías que son exhibidas, por primera vez, por fuera de Londres.

Que Buenos Aires haya sido elegido como el primer destino de estas imágenes, que luego circularán por otros países, no fue una casualidad, sostuvo Jonathan Feldman, curador de la exhibición que forma parte de Kabinet, en el quinto piso del espacio de San Telmo, en donde se reúnen dos series que dan un vistazo general al mundo creativo de la artista francesa: en un conjunto su trabajo sobre fotogramas y, en otro, sobre retratos.

Composición abstracta (patrones de luz),
Composición abstracta (patrones de luz), c. 1980

“Toda la colección, que proviene de Amar Gallery, está compuesta por fotos inéditas que no se mostraron jamás. Solamente en Londres a donde hubo una exposición, pero el interés de que itinerará la muestra era especialmente en Buenos Aires se vincula con que ella vivió acá mucho tiempo”, dijo.

Y es que antes de ser Dora Maar, Henriette Markovitch (1907) vivió en Argentina, entre las décadas del 10 y del 20, junto a su padre, un arquitecto de procedencia croata que realizó varias obras en CABA, y una madre que manejaba una tienda de moda y violinista, que debió dejar de lado sus intereses para seguir el mandato social.

“Ese contacto con Buenos Aires, con el trabajo de su padre, produjo en ella unas curiosidades que al llegar a París exploró puntualmente a partir de la moda y de la fotografía publicitaria”, aseguró Feldman.

Cuando murió en 1997, a los 89 años, el periódico francés Le Monde tardó 10 días en publicar la noticia, que se replicó en otros medios también como “la mujer de”. Para The New York Times fue “una musa de Picasso” y la “modelo principal para muchos de sus llamados retratos de mujeres llorosas de finales de los años 30 y principios de los 40″, mientras que para el británico The Independent sería “recordada como la más conmovedora de las amantes de Pablo Picasso”.

Jaqueline, 1934
Jaqueline, 1934

En 2006, el Museo Picasso de París reunió por primera vez la obra de ambos artistas, con un eje curatorial puesto en cómo se inspiraban mutuamente, para la que se revelaron por primera vez muchas fotografías de Maar que permanecían fuera de los registros históricos o se habían perdido en el tiempo.

En 2013, se publicaron dos libros esenciales a partir de los que se comienza a reconstruir su historia: Dora Maar: prisionera de la mirada (Vaso Roto Ediciones), de la argentina Alicia Dujovne y Dora Maar, a pesar de Picasso (Circe), de la española Victoria Combalía, que un año más tarde tendría una versión en un documental homónimo.

A partir de allí, comenzó a despegarse de una herencia que aún, ya reconocida por su propia obra, la acecha. Cinco años después, importantes museos, como el Centro Pompidou y la Tate Modern, realizaron retrospectivas en torno a su legado.

Pero en el medio, hubo una vida de creatividad, de experimentación, que también aplicó a la pintura. Cuando regresó a París, alrededor de los 20 años, comenzó un proceso de formación artística. Pasó, por ejemplo, por el taller del pintor André Lhote, maestro de toda una camada de artistas como Tamara de Lempicka, Henri Cartier-Bresson o Tarsila do Amaral y que tuvo también bajo su ala a algunos referentes del icónico Grupo de París como Horacio Butler, Basaldúa, Spilimbergo y Berni, entre otros, como también a Juan del Prete y Cecilia Marcovich.

Composición abstracta, c. 1980
Composición abstracta, c. 1980

Por entonces, Maar entabló amistad con figuras como Henri Cartier-Bresson y Brassaï, y en 1931 tomó la decisión de abrir su propio estudio profesional. En ese momento, adoptó el nombre artístico de Dora Maar, una elección que reflejaba su deseo de proyectar una imagen más sofisticada y moderna.

Se integró al círculo surrealista en 1935, un grupo conocido por su exclusión hacia las mujeres, dirigido por André Breton, quien poseía una posición explícitamente misógina, a quien llegó por su esposa y por “su trabajo en moda, en publicidad”. Además, durante esta época, Maar experimentó con fotomontajes arquitectónicos, manipulando imágenes en su estudio y añadiendo elementos como cuerpos contorsionados o esculturas bizarras.

“A ella le interesaba explorar la técnica de la no-escritura, el automatismo y los sueños. Pero si observamos sus colecciones anteriores, ya tiene una pulsión experimental muy fuerte cuando se empieza a vincular con el movimiento”, dijo Feldman.

Y explicó, que en sus trabajos con los fotogramas “prescinde de la cámara”, “coloca el papel fotográfico y objetos encima del papel fotográfico para crear, por ejemplo, imágenes que tengan agujeros o bien a distancia para hacer pasar la luz por la fotografía y que quede todo blanco”. Estos fotogramas, sostuvo, “revelan su ingenio técnico y su capacidad para realzar la belleza de lo cotidiano”.

Picasso y Dora Maar
Picasso y Dora Maar

Por otro lado, en la “serie de retratos y paisajes urbanos pertenecen a la época en la que trabajaba en publicidad, moda y fotografía comercial” aparece la inevitable figura de Picasso, quien fue su pareja entre 1936 y 1940.

Así, en la muestra del Macba aparecen tres retratos de Picasso, uno de ellos en la tapa de la revista Time de 1939, y a un costado, una de las famosas capturas que Maar realizó mientras pintaba el Guernica, la obra más reconocida del malagueño.

“Buscamos recuperar su figura, no como la amante de Picasso, sino como un valor estético propio, porque aparte su exploración es muy temprana y es muy distinta a lo que hacían la mayoría de los surrealistas en su momento, especialmente porque trabajan más con fotografías que con pintura. De modo tal que nos interesaba lograr una exposición que, si bien hiciera referencia a sus vínculos, como las fotografías de Picasso, lograra resaltar su papel como una artista experimental dentro de un grupo de hombres muy hegemónicos, liderados por un misógino, y del que ella formaba parte muy intensamente”, sostuvo el curador.

En En busca de Dora Maar (Taurus, 2022), Brigitte Benkemoun realizó una biografía poco ortodoxa de la artista. En entrevistas relató que deseaba comprar una agenda de tapa de cuero que ya no se producía en masa, por lo que adquirió una vieja agenda de manera online y que de los contactos allí anotados llegó a la conclusión de que había pertenecido a la artista. A partir allí, fue entrevistando a los herederos de los emblemáticos personajes que aparecían listados para reamar un perfil y sus historias.

"La mujer que llora" (1937)
"La mujer que llora" (1937) de Pablo Picasso (Tate Gallery)

En el libro, entonces, la periodista reconstruyó lo sucedido en torno a la pintura que se encuentra en el Reina Sofía, entre mayo y junio de 1937. De acuerdo a la autora, el pintor de filiación comunista no estaba muy implicado con los acontecimientos de la guerra civil española y fue ella, quien tenía una posición política, quien le habló de los desastres de la guerra, sobre Franco y le mostró algunas imágenes de la destrucción de la localidad vasca.

Fue así como Picasso accedió a que documentase el proceso e incluso, asegura, que fue ella quien sugirió las últimas pinceladas del caballo, pero una vez finalizada la pintura, Picasso ya “simplemente la apartó, consideró que la obra era exclusivamente suya y negó la importancia de Maar en ella”.

“El único registro que existe del proceso de producción del Guernica son las fotos de Dora Maar. No existe otro. Le dedicamos una cédula justamente por eso, porque siendo una obra de las más importantes de la historia del arte moderno no tiene reconocimiento en la manera en la cual nosotros podemos enterarnos. ¿Cómo fue ese proceso? No hay mucho contado respecto de cómo nosotros, como estudiosos, como público, llegamos a ese tipo de producción, a ese ciclo de productividad, y por eso queríamos destacarlo”, dijo el curador.

Picasso y el Guernica presentes
Picasso y el Guernica presentes en la muestra

Tras la separación con Picasso, que se produjo casi en simultáneo con la muerte de su madre, la artista Maar sufrió un colapso nervioso. Picasso le ayudó a adquirir una casa en Provenza, donde se retiró parcialmente de la vida pública y si bien hubo rumores de que se había vuelto una ermitaña, la realidad es que continuó creando.

Durante las décadas de 1950 y 1960, se dedicó principalmente a la pintura y al diseño textil, y también realizó experimentos fotográficos en los años 80, que también forman parte la muestra del Macba. A pesar de que su talento fue ignorado durante gran parte de su vida e incluso después de su muerte, la obra de Dora Maar revela una potencia creativa y de un talento técnico preciosista y Dora Maar inédita: luces y sombras surrealistas es una excelente oportunidad para (re)descubrirlas.

La exposición abrió la temporada de nuevas muestras del Macba, que también estrenó su calendario con hasta ahora la mayor retrospectiva realizada sobre Cecilia Biagini, desde los ´90 hasta la actualidad, con Enredo Simple, con curaduría de Fernanda Laguna, y Mujeres en la colección: Pulsaciones, con curaduría de la coordinadora general del museo Sol Santich.

“En el marco de los 50 años de la Declaración como el Año Internacional de la Mujer, por parte de las Naciones Unidas, nos parecía una idea fabulosa animarnos a poder transitar este sentir más en abstracto que tiene nuestras mujeres artistas en la contemporaneidad. Pensar la abstracción geométrica como algo vital, latente, mutante y colectivo”, dijo Santich sobre Pulsaciones que es el primer episodio de un ciclo de exhibiciones en torno a las mujeres artistas de la colección, que cuenta con piezas de Germaine Derbecq, Silvia Gurfein, Alicia Orlandi, Mariela Scafati y Leila Tschopp, entre otras.

*Todas las muestras pueden visitarse hasta el 06 de julio en Macba, Av. San Juan 328, San Telmo. Lunes a viernes de 12 a 19 h; sábados, domingos y feriados de 12 a 19 h. Martes cerrado. Entradas: General: $5.000 / Estudiantes, docentes y jubilados acreditados: $3.000. Niños de 6 a 12 años: $3.000 / Menores de 6 años: sin cargo. Miércoles: general: $3.000 / Estudiantes, docentes y jubilados acreditados: sin cargo. Niñxs de 6 a 12 años: sin cargo.