Guillermo Kuitca y el desamparo de la soledad, expuestos en el Malba

El artista argentino presenta “Kuitca 86″, con 80 piezas de su juventud en donde se presentan los temas que lo acompañaron en su desarrollo pictórico y que por cierto, mantienen enorme vigencia

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De "Kuitca 86. De Nadie
De "Kuitca 86. De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones", en el Malba

“La soledad de un artista está acompañada por lo que ve”, dice Guillermo Kuitca, prolijamente sentado, micrófono en mano, en el auditorio del Malba, tras una recorrida por Kuitca 86. De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones, una muestra anclada alrededor de aquellos años de juventud, en la que, aseguró, puede observarse “el germen de lo que es hoy”.

Kuitca (Buenos Aires, 1961) reflexiona sobre el proceso creativo y los diálogos, conscientes o no, con sus colegas de aquel entonces, pero a lo largo de la exposición sobrevuela un espíritu de desamparo, soledad, a partir de un recorrido por 77 pinturas y dibujos.

La expo, co-curada por Nany Rojas y Sonia Becce, se produce en el marco del 50 aniversario de la primera muestra individual que Kuitca realizó en 1974, a los 13 años, en la histórica y extinta galería Lirolay de Buenos Aires, y es a su vez la primera del pintor en más de dos décadas en el país, cuando en 2003 se presentó con Obras 1982-2002, también en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.

"Yo, como el ángel", (1985),
"Yo, como el ángel", (1985), de la colección Jorge Helft, Buenos Aires, Argentina

En paralelo, el Malba presentó Fabril la mirada, la primera muestra individual de la artista textil Lucrecia Lionti (Tucumán, 1985) en un museo, con curaduría de Carla Barbero, en la que se presentan instalaciones creadas para la expo y una serie de obras en papel realizadas entre 2012 y 2017 que operan como testimonios de sus experimentaciones.

Durante la recorrida de Kuitca 86, Rojas comentó que “no es una muestra que habla de una década, sino que justamente pone el foco en el año ´86″ para permitir “ampliar hacia atrás y hacia adelante, con algunas series emblemáticas, como Nadie olvida nada y Mar dulce, ciertos climas, canciones, pero también algunas otras piezas y pinturas, dibujos sobre papel, otras en pequeño formato y material documental”.

Y Becce agregó: “Consideramos que el 86 de esta muestra es una llegada, no es el punto de partida. Porque se dan varias circunstancias pictóricas, plásticas, artísticas, para considerarlo de ese modo. Acompañamos el recorrido a lo largo de las salas de lo que sucedió, por ejemplo, con la figura humana y también cómo fue desarrollando el tema del espacio que es una marca personal en su obra, hasta llegar a los escenarios desmesurados”.

"Tres días", (1986), cortesía Colección
"Tres días", (1986), cortesía Colección Balanz

Lo escénico, lo constructivo, dicen las especialistas, es una de las grandes marcas del pintor, y si bien es verdad que en las obras de Kuitca 86 ya pueden observarse patrones que se repiten en su obra, las camas, las sillas, el rojo sangre como ríos kubrickeanos o papeles de pared lyncheanos, resulta inevitable preguntarse por lo humano, por esos personajes algo oscuros, fantasmagóricos, misteriosos, que aparecen en las obras que se encuentran inmersos en atmósferas algo trágicas, sino trágicas del todo.

¿Quiénes son estos seres anónimos, muchas veces de rasgos indefinidos, que parecen haber sido abandonados a la crueldad? La lectura político-social de una sensibilidad que pinta en los primeros años del regreso de la democracia, tras la gran cortina gris de la dictadura, parece una respuesta que cierra estos cuestionamientos. Pero, a la vez, resulta lógico preguntarse cuánto hay de la propia soledad del artista en esas representaciones.

“Si a la pintura la queremos forzar a que diga algo, a que exprese o de cuenta de un momento político, por ejemplo, muy específico quizás se resista un poco, o al menos en mis manos se resistía mucho. Lo que sí veo es como este aire de época”, dijo el artista al ser consultado sobre la relación de las obras con los años posteriores a la dictadura.

"Tres noches" (1986), de la
"Tres noches" (1986), de la Colección Costantini

Porque un artista es tanto lo que viene, pero sobre todo lo que adquiere, lo que somatiza, lo que lo alimenta, esa compañía de “lo que ve” y el ver, o el observar en todo caso, es tanto una acción fisiológica como de inducción, un reconocimiento del territorio externo e interno. Y en Kuitca, de quien también siempre se destaca que fue un joven prodigio, cabe preguntarse si todo ese desamparo en pequeñas escenas dentro de sus enormes cuadros no tiene más que ver con una construcción de un sentir propio a su vez de una extensión de lo humano, lo existencial, y sobre todo de lo social.

“Para mí la pintura fue siempre un lugar donde yo, mal o bien, tenía que encontrar las posibilidades para que estos temas que a mí me obsesionaban o que simplemente me interesaban, encontraran un lugar”, dijo el artista.

Y estas pinturas pueden ser representaciones de un pesar personal, y a su vez proyecciones de una construcción histótica-social, que como en la obra de Kuitca también tiene patrones, eternos regresos.

Las referencias a la represión zarista en las escaleras de Odesa del Acorazado Potemkin; cuerpos que cargan cuerpos intentando huir de la escena; cuerpos cadavéricos abandonados en el piso, todo inmerso en una “paisajística” de interiores desoladora y trágicos a la vez.

En ese caos, que recuerda a la serie de Manos anónimas de Carlso Alonso, pero desde una perspectiva de zoom out, a la distancia, hay un fin de fiesta, sabemos que algo ya ha sucedido allí y el resultado es inquietante. Las sillas aparecen vacías, tumbadas, las camas -lugar de cobijo y unión- revelan un abandono y la arquitectura, como contenedor de la vida, luce en muchos casos vacía. Allí, los protagonistas, han sido abadonados.

"El beso que me dabas
"El beso que me dabas en Odesa", de la serie 'El mar dulce' (1984)

Kuitca 86 presenta un cúmulo de obras maduras para un artista que entonces atravesaba sus veinti, un corpus muy sólido y con una potencia que se mantiene actual. En lo compositivo, Kuitca maneja esa tetralidad que tanto le interesa, construye climas complejos con pocos materiales, con una pincelada rasante, cruda, con una destreza de espadachín literario, sin sobre adjetivación y una economía quirúrgica de palabras.

Además, en la obra de Kuitca se puede “ver este derrame en la pintura, que le da muchísima intensidad a la escena y a la distribución escénica. Hay una escenificación que va a derramar e incluso alcanzar esta metáfora de la pintura como sangre“, reflexionó Rojas.

Sobre la muestra, Becce aclaró que no “no son las obras tempranas de Kuitca, que ya tenía obras muy maduras” y sobre su carrera, sostuvo: “Kuitca trabaja, si se quiere, desde los dos años garabateando y con una alerta familiar de que algo pasaba ahí, que había un talento muy precoz. Luego, a los seis años inicia su recorrido por talleres artísticos y a los 13, formalmente y acompañado por una de sus maestras y su familia, decide hacer su primera muestra individual. O sea, ya trabaja como un artista en serio”.

"Siete últimas canciones" (1986), Colección
"Siete últimas canciones" (1986), Colección Malba

En Kuitca 86, que consta de seis módulos, se observan piezas en las que “pintaba con lo que tenía a mano” como puertas de los muebles de su primer taller utilizando muy poco pigmento, como “volver al grado cero de la pintura” y a posteriori, “luego de pasar por un momento bastante crítico que tiene en cualquier artista”, realiza un viaje a Europa “donde empieza alimentarse de toda esta cultura, tanto en el aspecto teatral como en el pictórico y de las artes visuales, de la literatura, de su vínculo con otras realidades”.

El recorrido está compuesto por piezas provenientes de las colecciones del Malba, del coleccionista Eduardo Costantini y de varias otras públicas y privadas, muchas de las cuales han regresado recientemente al país tras circular por exposiciones internacionales. Entre las que se encuentran pinturas y series emblemáticas como “Nadie olvida nada” (1982), “El mar dulce” (1983) y “Siete últimas canciones” (1986).

“Hay obras que están de alguna manera siendo repatriadas, que han sido expuestas solo en el exterior o que forman parte de colecciones desde Latinoamérica hasta Estados Unidos, pero también en Europa, y que se muestra por primera vez en la Argentina”, comentaron las curadoras.

De la maqueta "Kuitca 86"
De la maqueta "Kuitca 86" (2024) (Nicolás Beraza)

Sobre la anteúltima sala aparecen dos curiosidades que, por lo tanto, rompen un poco con el relato curatorial. Por un lado, una maqueta reciente, 86, con la que “el artista quiso de alguna manera homenajear esta muestra” y una pintura de 1989, “que hizo por encargo por el homenaje a la muerte de Van Gogh en Ámsterdam para el que invitaron a 20 artistas, de los cuales él era el más joven por lejos”, en el que propone un diálogo entre El dormitorio en Arlés del neerlandés y su propia cama, que tanto aparece en sus pinturas, a partir de la serie Nadie olvida nada.

En la última sección, se presenta una serie de documentos que recorren, sobre todo, su relación con el teatro. “Mi interés por el teatro surge muy temprano y de una crisis con la pintura. Yo siempre fui pintor, desde muy chiquito, y en realidad en algún momento debo haber visto en el teatro algo mucho más poderoso y mucho más cercano a mi poética. Por eso empecé a hacer teatro con un amigo, Carlos Ianni, y nos asociamos a hacer un par de espectáculos”, dijo el artista.

Y agregó: “En ese entonces yo descreía mucho de la escenografía. Me parecía que era el lugar al cual se mandaba a los artistas plásticos a relacionarse con el teatro. Como si eso fuera tan sencillo. Y me parecía que era un lugar al que no quería ir. Por lo tanto, mis espectáculos que dan cuenta en esta muestra del 82, 83, 84 no participé como escenógrafo, sino que me metí como en el barro del teatro mismo. Muchos años después, de algún modo cuestioné esta idea Y empecé a interesarme por la escenografía”, lo que devino en creaciones espaciales para obras de Federico García Lorca y Richard Wagner, así como en intervenciones sobre teatros y óperas internacionales.

 "Nadie olvida nada", (1982)
"Nadie olvida nada", (1982) (EFE/ Mario García Sánchez)

Guillermo Kuitca es uno (sino EL) artista argentino con mayor proyección internacional y es considerado un referente del arte contemporáneo argentino y latinoamericano. Desde sus inicios artísticos, ha mantenido una prolífica carrera que incluye exhibiciones en instituciones de renombre como el MoMA (Nueva York), la Kunsthalle Basel (Basilea) y el Museo Reina Sofía (Madrid), entre otros, además de que su obra forma parte de importantes colecciones, como las del TATE (Londres) o el 21st Century Museum of Contemporary Art (Kanazawa).

Por otro lado, lideró el programa Beca Kuitca para jóvenes artistas en Buenos Aires entre 1991 y 2011, en los que trabajó junto a los nuevos artistas del país, y fue galardonado con distinciones como el título de Profesor Honorario por la Universidad de Buenos Aires y nombramientos internacionales, como el de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 2018, entre otros.

“Ojalá el público pueda ver esta muestra desde el presente. Es decir, no hace falta irse 40 años atrás para decir lo que era esta obra. Es lo que es esta obra hoy. Y yo creo que también soy parte de eso. Yo estoy mirando esta obra desde hoy”, dijo el artista.

Y Kuitca 86, sin dudas, se observa con los ojos del presente más allá de lo pictórico. Su composición dramática, sus temas, el desamparo de la soledad que las personas atraviesan, se observa en noticieros y redes sociales. Pintadas post dictadura, lo que Kuitca observa, sea de si mismo o como extensión de un clima de época, confirma que “lo que se ve” acompaña a “la soledad”.

*Kuitca 86. De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones, en el Malba, , Av. Figueroa Alcorta 3415, CABA. De jueves a lunes de 12:00 a 20:00 y miércoles de 11:00 a 20:00. Martes cerrado. Entrada general, $9000; estudiantes, docentes y jubilados con acreditación, $ 4500; menores de 5 años y personas con discapacidad, sin cargo.

Fotos e imágenes: Gentileza Malba