Bruno Stagnaro habla de “El Eternauta”: “Va directo al corazón de la argentinidad”

El director de la serie que se estrena el 30 de abril anticipa la esperada adaptación de un clásico del cómic. “Es ciencia ficción de la carencia, de cómo nos arreglamos con lo que tenemos”, define

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Primeras imágenes de la serie "El Eternauta", adaptación audiovisual dirigida por Bruno Stagnaro sobre el cómic argentino de ciencia ficción creado por Héctor Oesterheld y Francisco Solano López

En la tormenta de nieve que cambia para siempre la vida y el destino de Juan Salvo, en la Buenos Aires sitiada de El eternauta, resuenan ecos de una vasta historia: la de un país que ha visto en la invasión silenciosa y en la resistencia anónima el reflejo de su propia memoria. Publicada a finales de los años 50, en el siglo XX, la obra de Héctor Oesterheld y Francisco Solano López trascendió su condición de historieta para convertirse en un mito literario, un Moby Dick argentino, una cacería existencial contra una fuerza invisible. Cada nueva lectura la redescubre como una profética alegoría política.

El eternauta es un mito del cómic argentino. Bien puede ser considerada, a más de medio siglo de su publicación, una piedra angular de la identidad cultural nacional. Su relato, donde el héroe es el colectivo y la supervivencia se basa en una resistencia organizada, anticipó décadas de historia. Oesterheld, desaparecido por la dictadura militar, legó un manifiesto sobre la resistencia que sigue encontrando eco en el presente.

Ricardo Darín como Juan Salvo,
Ricardo Darín como Juan Salvo, "el héroe colectivo" de "El Eternauta"

Que una compañía global como Netflix produzca una serie sobre El eternauta, en español “argentino” y con Ricardo Darín al frente, bien puede ser considerada una anomalía en el tablero de la industria audiovisual global. En tiempos de narrativas estandarizadas, es una decisión que reivindica el peso específico de esta historia, su identidad irreductible. Bruno Stagnaro, con su trayectoria de realismo sucio y tensión urbana, asume la dirección con una pregunta clave: ¿cómo traducir al presente una obra que, al hablar del futuro, habla de nuestra historia?

Desde Pizza, birra, faso (1998), un retrato descarnado de la marginalidad juvenil que retrató una década que habría de concluir en un gigantesco estallido social, hasta Okupas (2000), la serie que redefinió con su realismo sucio la ficción televisiva argentina, Bruno Stagnaro ha construido una obra anclada en la calle, el habla y los códigos de una generación. Ahora, con El eternauta, enfrenta su desafío más ambicioso: llevar al terreno de la imagen y el sonido un mito fundacional de la literatura de ciencia ficción argentina.

Bruno Stagnaro (derecha) junto a
Bruno Stagnaro (derecha) junto a César Troncoso y Ricardo Darín en el set de "El Eternauta"

En un extenso diálogo con Infobae Cultura, el director hijo de un director (Juan Bautista Stagnaro), que asomó con la generación dorada del “nuevo cine argentino” -la de Lucrecia Martel, Israel Adrián Caetano, Sandra Gugliotta y Daniel Burman entre otros, en el compilado de cortometrajes Historias breves de 1995- habló de la responsabilidad de meterse con un tótem de la argentinidad, los desafíos técnicos de semejante adaptación, el tipo de inevitable lectura política de la obra y la crucial decisión narrativa de ubicar los hechos en este tiempo (un tiempo de protestas callejeras y deliverys de plataformas). Lo mismo que la edad de los personajes y sobre todo, lo se discutió en X al momento de saberse el elenco y principalmente, que Ricardo Darín es Juan Salvo. “Son decisiones, como dice Miguel Russo”, responde con una sonrisa.

Desarrolla. “Hay un montón de cosas que están de algún modo invisiblemente ligadas entre sí. Específicamente sobre la decisión de la edad del protagonista... Insisto, no Darín, sino la edad del protagonista. Tiene que ver una cuestión, hasta te diría nuevamente, ideológica. O sea, decir qué tipo de sociedad somos. Porque yo necesito que mi protagonista arranque una noche jugando al truco y a las 5 horas se está cagando a tiros con un bicho. Por lo tanto, sabe disparar. Por lo tanto, tiene cercanía con las armas porque no tiene tiempo de aprender. ¿Entonces nosotros somos una sociedad que tiene esa cercanía con las armas o no? Creo que no. Una sociedad como la yanqui sí, y así cuentan sus historias, pero acá estamos contando nuestra historia, con nuestros personajes y con nuestra cercanía”.

Y continúa. “Se necesitó construir un personaje que explique esa cercanía, de un modo que a mí me siga pareciendo un tipo querible... Y eso, de algún modo me conduce a una siguiente cuestión que tiene que ver con el pasado del personaje. Y eso me lleva a pensar, por una serie de cuestiones que son muy largas de explicar en relación a la trama, que me gustaría que este tipo tenga esta edad, 60 años. Lo cual a su vez me sirve porque me permite mantener el espíritu de ese comienzo: estos tipos que se juntan a jugar al truco dentro de un universo posible y verosímil y cierta atmósfera... Y a su vez, me permite meterme en algo que para mí también forma parte de la identidad del El Eternauta, que tiene que ver con las segundas oportunidades”.

“No es una ciencia ficción de la abundancia. Es una ciencia ficción de la carencia y de cómo nos arreglamos con lo que tenemos”, define en el final de una larga y sabrosa respuesta que resume, de alguna, esta serie que dará que hablar a partir del día de su estreno, el miércoles 30 de abril.

"Buenos Aires es un personaje
"Buenos Aires es un personaje más de la historia", dice Bruno Stagnaro

—¿Cómo llegaste a asumir la dirección de semejante proyecto? Durante décadas varios lo intentaron y por distintos motivos, no pudieron... El Eternauta es en una especie de tótem cultural argentino.

—A mí El Eternauta siempre me gustó mucho y siempre lo sentí muy cercano. Incluso haciendo Pizza... y Okupas, era una influencia concreta porque siempre recordaba la sensación de leerlo y después estar en el colectivo y pasar cerca de la cancha de River, y decir “uy, mira eso...” Eso me encantaba. Y no entendía por qué había tan poco de eso en nuestra narrativa audiovisual, en ese anclaje concreto y certero al espacio. Entonces después de hacer Okupas, a los pocos años, me planteé la fantasía de hacer El Eternauta y en aquel momento me pareció una empresa demasiado compleja, siquiera empezar a ver qué onda... Te hablo del año 2003. Empecé a escribir una especie de versión propia de El Eternauta en un mundo postapocalíptico en Buenos Aires, como si en el 2001 se hubiera ido todo al carajo, y la historia arrancaba tres años después. O sea, en una ciudad ya devastada, con una historia de bandas en ese no-territorio en que se había transformado.

En aquel momento hice una indagación bastante profunda. Llegué a escribir un primer capítulo. Hice pruebas de cómo resolverlo porque era una locura en términos de producción: cómo contar ese mundo. Dentro de las cosas que probé, por ejemplo, probé a Rodrigo de la Serna frente a una pantalla, en Ideas del Sur, una especie de semilla del back projecting que terminó usándose ahora. Pero quedó ahí. Quedó trunco porque nunca apareció la guita y bueno, se frustró. Y más o menos 18 años después, yo venía de hacer Un gallo para Esculapio y me junté con Matías [Mosteirin] y Leticia [Cristi] de K&S. Ellos me preguntaron que tenía ganas de hacer y yo les empecé a contar ese proyecto y en ese momento ellos hicieron el link, digamos, sin que yo les dijera que lo mío estaba medio inspirado en El Eternauta y ya tenían ellos la idea hacer El Eternauta como serie. Cuando me lo plantearon, por supuesto, en principio me encantó la idea pero lo primero que pensé, conociendo bien El Eternauta fue, y se los dije, que estaba buenísimo pero en términos narrativos actuales, tenía “un buen lejos”.

Pero cuando te acercás tenés problemas. De toda índole, porque originalmente primero, es otro medio: es una historieta y uno como lector de eso lo verosímil de una historieta es completamente diferente a lo verosímil de un audiovisual y además es una historieta seriada (salían tres páginas por semana). Entonces los los arcos narrativos que están planteados ahí son absolutamente efímeros y en general, digamos, están presos de esta lógica “a las tres páginas tiene que pasar algo que te enganche”. Con lo cual hay poca construcción a largo plazo. Entonces, cuando vos juntas todo eso tenés dificultades. O sea, no es lo mismo una lectura así que ver una hora de continuo. Entonces, haciendo esa salvedad dije “me meto y veamos qué pasa”. Y bueno, con mucho tiempo y mucha paciencia, más o menos le fuimos encontrando una vuelta posible. Esto ocurrió en el 2018, o sea, llevó un tiempo.

La serie "El Eternauta" se
La serie "El Eternauta" se estrena el viernes 30 de abril en Netflix

—Más allá de esta complejidad, hay una especie de mágica coincidencia entre aquella primera idea tuya y la posibilidad concreta de hacerla, casi veinte años después...

—Sí, y también otras... Primero, una cuestión externa y es que mientras estábamos escribiendo, empezaron a desarrollarse herramientas tecnológicas que tornaban posible el proyecto y que estaba bueno tenerlas claras de entrada, como para diagramar todo a la par. Porque para mí esto tiene una pata, digamos, estética y artística pero la pata de la dificultad material de cómo construir el mundo en el que transcurre la historia, era absolutamente central. Y también me pareció siempre central que ese mundo en el que transcurre, sea algo que nosotros podamos diseñar y luego adueñarnos. Es decir, que no sea algo que venga de afuera y que nos lo den ya pre-armado y nos digan “jueguen ahí adentro”. Sino tener la autonomía, desde muchos puntos de vista, pero hasta incluso por una cuestión de lealtad hacia la obra, en donde el arraigo hacia el espacio es tal que solamente lo puede construir alguien que es de acá.

Entonces eso que parece una boludez, en realidad ya planteaba un desafío gigante de entender cómo hacerlo en términos prácticos. Y mientras estamos desarrollando la parte narrativa, empezaron a aparecer estas herramientas. Por ejemplo, para filmar a los personajes en un entorno virtual con unas pantallas de LED gigante. Eso está alimentado de una cosa que se llama Unreal engine, una especie de simulación de juego en donde vos, cuando movés la cámara, el fondo se mueve al mismo tiempo que vos.

Según cuenta Bruno Stagnaro, los
Según cuenta Bruno Stagnaro, los titulares de los derechos de "El Eternauta" pusieron dos condiciones: "una, que transcurría en Buenos Aires y otra que estuviera hablaba en español"

Eso me resultó muy loco, porque al mismo tiempo que nos ponemos a pensar en El Eternauta, de golpe irrumpe algo que me remite directamente a nuestras primeras pruebas con Rodrigo el año 2003. Y esto esto de Unreal justo coincide, durante la pandemia y mientras estaba viendo YouTube, encuentro una especie de escáner láser de calles y digo “¿Esto combinado con lo otro, qué onda?” Y entonces empezamos a investigar y logramos armar esta especie de diseño que nos permite escanear vastos terrenos, calles de la ciudad y darle un procesamiento a eso con fotos, y trasladarlo dentro de este sistema de realidad. Todo esto nos permitió cumplir con una idea: que Buenos Aires es un personaje más de la historia. Nuestra ciudad, nuestros carteles, todo lo que uno siente cuando lee El Eternauta. Llegar a eso implicó una parte muy importante de este proyecto.

A este desarrollo técnico lo sentí como una parte muy importante, por las posibilidades futuras. Más allá de El Eternauta: establecer un punto de partida para ese tipo de historias acá, algo completamente nuevo. Después trabajamos con algunos estudios de afuera que complementaron el trabajo. Pero hay algo que a mí a nivel conceptual me parecía fundamental y es que nosotros diseñamos el espacio y se lo mandamos a ellos. Entonces, hay algo del orden de la materialidad de la historia que pudimos resolver y administrar a nosotros. Y no que nos la cuenten de afuera. Eso en relación a la cuestión técnica, pero que para mí absolutamente no es menor. Y te diría que va a la par de las decisiones estéticas y narrativas que fuimos tomando.

"Queríamos contarnos la historia a
"Queríamos contarnos la historia a nosotros mismos", dice Bruno Stagnaro

—Luego de ver el primer capítulo tuve la sensación de que la historia (aunque sea una obviedad) es inocultablemente argentina. Siendo un producto de distribución mundial, no dejar de ser remarcable que en una de las primeras escenas los protagonistas cantan “Jugo de tomate frío” de Manal, por ejemplo... ¿Cuánto de ese tono, de esos guiños, fueron tomados en cuenta para escribir el guión?

—La verdad es que cuando arrancamos, una de las razones por la cual nos involucramos es que nos dieron libertad total para hacer lo que quisiéramos. Este fantasma de que te establece cómo hacerla, no sucedió. Fue una de las condiciones necesarias para que exista El Eternauta, que afortunadamente en realidad incluso arrancó antes de mi vinculación con el proyecto. Porque una de las cosas que me parece muy inteligentes que hicieron Martín Oesterheld junto con Laura Bruno es que precisamente en la negociación, ellos establecieron dos condiciones básicas: una, que transcurría en Buenos Aires y otra que estuviera hablaba en español. Eso parece una boludez, pero es un montón. Y establece una lógica -con la cual yo estoy absolutamente de acuerdo- de trabajar desde la peculiaridad de una ciencia ficción que no intenta ser universal. Por supuesto: queremos ser universales pero con nuestras herramientas. Haciendo ejes sobre la localía y nuestras particularidades.

En definitiva, es precisamente lo que yo por lo menos -desde mi mirada de lector de El Eternauta- es lo que siento que sucede: vos estás leyendo una historia que ya leíste 45 millones de veces en diferentes formatos. Pero hay algo que le da una identidad particular y es ese arraigo local y esa identidad de una historia gigante, pero contada desde la perspectiva de un sótano o de un grupo de amigos... Y una cosa más: que me parece que es fundamental y que va al corazón de la argentinidad, que es “lo atamo con alambre”. O sea, enfrentemos esta invasión atando las cosas con alambre y veamos qué resulta. Hay algo de esa precariedad que es muy nuestra y que intentamos cuidar mucho porque en definitiva sentimos que es lo que tenemos para aportar a la ciencia ficción mundial.

"La intención fue indagar en
"La intención fue indagar en nuestra idiosincrasia", afirma Bruno Stagnaro

—Como espectador del primer capítulo sentí una cierta correspondencia en el tiempo entre los amigos que se juntan a jugar al truco mientras escuchan discos de rock argentino, con los amigos de Operación Masacre que se juntan a jugar el truco mientras escuchan una pelea por radio... De Walsh a Oesterheld, digamos, con toda la resonancia incluso política que puede tener esa relación.

—Honestamente no indagué mucho por ese lado. Pero sí traté de encontrar la manera de que eso pueda ser posible en la actualidad. Eso te va dando una pauta de cuál fue nuestro caminito. Porque si yo lo pensaba con la edad que supuestamente tienen los personajes en la historieta, encontraba cierta contradicción en que los tipos pudieran tener como ese perfil... Pero al mismo tiempo yo sentía que era un perfil que de algún modo se nutría de lo que era la historieta original. La dinámica de esa especie de cueva que tienen estos tipos, reparada de las inclemencias del mundo exterior donde se juntan para aislarse. Esa fue la primera gran decisión que es trasladarlo al tiempo actual.

La intención fue indagar en nuestra idiosincrasia y encontrar la manera sutil de pintar ese color como punto de partida de la historia. Pero volviendo a la cuestión política y demás... Por supuesto, cada uno puede tener una mirada respecto de eso. Intenté mantenerme deliberadamente al margen de todas esas consideraciones porque sentí como autor que no tenían que ver específicamente con la obra. Creo que justamente lo más potente que tiene la historia. Te deja la libertad para que vos creas que pueda ser de una manera o de otra. Y precisamente eso es lo que la torna en algo interesante.

Creo que obviamente toda historia tiene una mirada que puede ser política. Pero me parece interesante dejar que eso se complete en la cabeza de cada uno. Y en algún sentido, yo creo que si vos hacés las cosas más o menos bien, digamos, es como un espejo. Cada uno encuentra allí lo que cada uno quiere o piensa. Y creo que está bien que sea de esa manera, porque si no achicas el cauce.

De izq. a der.: Andrea
De izq. a der.: Andrea Pietra, Carla Peterson y Marcelo Subiotto, parte del elenco de "El Eternauta"

—Cuando se difundió la noticia de que vos ibas a dirigirlo, pareció coherente con tu perfil cinematográfico, desde Pizza, barro, faso en adelante... Un estilo nacional y popular, digamos. Y con el paso del tiempo, la historia misma de Oesterheld, El Eternauta ha quedado como una historia peronista ¿Lo consideras así?

—Tengo claro mi mirada política en el plano personal y tengo muy claro dónde me ubico respecto a la realidad en la que vivo. Pero al mismo tiempo, como autor tengo claro que quiero que eso no me invada. A mí me parece que de esa manera es donde más cómodo me siento, porque creo que es donde más viaja la historia. Lo que más me importa es que la historia viaje. Y creo que en definitiva hay una parte de la identidad, de la la ética de lo que uno hace, que se transmite sin necesidad de que yo me ponga en el medio. Es la manera en que me gusta.

—Hiciste Pizza, birra, faso, después Okupas ¿En algún momento te causó conflicto interno quedar pegado con un tipo de cine de “realismo sucio argentino?

—Puede ser que en algún momento me haya sentido un poco extraviado en esa dinámica. Después de Okupas, estuve un poco diletante en relación a qué hacer con eso. Cuando en realidad siento que es un equívoco, porque en el fondo, las cosas que me interesan no tienen que ver específicamente con ese tipo de registro. Se fue dando así y creo que me mareó en algún momento. Pero con el tiempo fui entendiendo quién era yo en términos narrativos y cuáles son las cosas que me mueven. Y definitivamente no tienen que ver con eso, que es un poco la capa externa del relato.

Tiene que ver más con una mirada hacia los personajes y su intimidad. la humanidad. Volviendo a lo que me decías antes de “director peronista” (que me causó gracia), hay algo que sí me parece muy importante de El Eternauta, y que de algún modo atravesó todo el proceso, tiene que ver con esta idea de contarnos la historia a nosotros mismos. Y no estar siempre en la actitud pasiva de que nos la cuenten desde afuera, ¿no? Me parecía que esto era importante desde múltiples puntos de vista: intentar plasmarlo tanto desde el punto de vista estético y narrativo como técnico. Es un factor que yo creo que trasciende el relato en sí. El modo en que lo hicimos es una declaración política.

[Fotos: Sebastián Arpesella; Marcos Ludevid / Netflix]