Cuando Leonard Foglia fue invitado a dirigir una ópera basada en la obra maestra de Herman Melville sobre una ballena blanca, su primera reacción fue: “Moby Dick. ¡Eso es genial!”
“Luego corrí a una librería de segunda mano y conseguí el libro”, recordó, “y pensé: ‘Oh, Dios mío, ¿en qué me estoy metiendo aquí?’ Es tan abrumador. No me asusté, pero pensé: ‘¿Cómo hacemos esto?’”
Cómo él y sus colaboradores lo lograron podrá verse en el Metropolitan Opera de Nueva York a partir del lunes 3 de marzo. La ópera fue compuesta por Jake Heggie con un libreto elaborado por Gene Scheer.
Para empezar, Scheer tuvo que reducir una novela de más de 600 páginas a un libreto de 64 páginas. Conservó la mayor cantidad posible del lenguaje de Melville y estima que entre un 40% y un 50% de su libreto procede del texto original, aunque a menudo ajustó la redacción para hacerla más cantable.

Heggie y su socio inicial, Terrence McNally (quien se retiró por razones de salud), ya habían decidido eliminar los capítulos iniciales, que transcurren en tierra. Ubicaron toda la ópera en el barco ballenero Pequod. Otro cambio crucial fue renombrar al narrador, llamándolo Greenhorn para reflejar su condición de novato en el barco. Ahora, la famosa línea de apertura del libro, “Llamenme Ismael”, se traslada al final de la ópera cuando el personaje ha madurado.
“En la novela, Ismael está contando una historia que ocurrió muchos años atrás”, dijo Gene Scheer. “Pero en el teatro, quieres verlo suceder en tiempo real... Estamos mirando cómo él vive todas las experiencias para que, cuando diga ‘Llamenme Ismael’, esté listo para escribir el libro. En esencia, esta ópera es la educación de Ismael”.
El tenor Stephen Costello, quien interpreta el papel por quinta vez y es el único miembro del elenco que permanece desde el estreno en Dallas en 2010, ve a su personaje como “el único que realmente tiene un arco narrativo”.

“Él sube al Pequod porque no había nada para él en la tierra”, dijo Costello. “Así que o va a morir en el mar o averiguar quién es”.
Además de Costello, el reparto incluye al tenor Brandon Jovanovich como el capitán Ahab, obsesionado con la venganza. Pip, su grumete, es interpretado como un paper trouser (un personaje masculino interpretado por una mujer) y será cantado por la soprano Janai Brugger. Starbuck, el primer oficial, será el barítono Peter Mattei, y el bajo-barítono Ryan Speedo Green interpretará a Queequeg. Karen Kamensek dirigirá las ocho funciones hasta el 29 de marzo.
La ópera, encargada para celebrar la apertura de un nuevo teatro de ópera en Dallas, fue un éxito desde el inicio, recibiendo elogios tanto del público como de los críticos, e incluso de académicos. Bob Wallace, profesor de la Universidad Estatal del Norte de Kentucky y expresidente de la Sociedad Melville, admiró tanto la ópera que escribió un libro sobre su creación.

“Scheer y Heggie hicieron un trabajo brillante al reducir la novela para adaptarla al escenario y conservar aún mucha de su esencia”, dijo en una entrevista.
Por mucho que los críticos admiraron la adaptación de Scheer y la partitura melódica, atmosférica y a veces impactante de Heggie, dedicaron elogios especiales a la producción física, con escenografías de Robert Brill y proyecciones de Elaine J. McCarthy. La acción, escribió Steve Smith en The New York Times, “se desarrolla con una escenografía enriquecida con multimedia que va de lo impactante a lo casi milagroso”.
Quizás el efecto más impresionante es la forma en que las proyecciones animadas superpuestas en una pared de escalada, que está curvada un poco como una rampa de skate, crean la ilusión de que la tripulación abandona el Pequod para abordar tres botes balleneros.

“Gran parte de la emoción y el entusiasmo de ver esto se debe al trabajo del equipo de producción”, dijo Scheer. “Lenny seguía diciéndome: ‘Tú imagínalo como quieras y déjame descubrir cómo hacerlo’”.
Eso a menudo implicó imponer demandas físicas inusuales a los cantantes. Por ejemplo, cuando Pip se pierde en el mar, su personaje canta el equivalente a una escena de locura operística colgando muy alto por encima del escenario, con proyecciones que hacen parecer que él está flotando en el agua.
“Le dije a Janai cuando ensayamos por primera vez”, recordó Foglia, “‘Está bien, ya puedes enojarte conmigo ahora, porque tienes que cantar tu aria más difícil suspendida de no más que un solo cable, ni siquiera un arnés completo’”.
Además, Queequeg y Greenhorn suben y bajan por escaleras para cantar en lo alto de los mástiles. Ahab, que perdió una pierna en un encuentro previo con Moby Dick, tiene que renguear con una prótesis de madera. Y Greenhorn —finalmente llamado Ismael— termina la ópera agarrándose a un garfio de ballena desde un barco que pasa y lo levanta a un lugar seguro.
“Bromeo con ellos diciendo que todo en lo que los cantantes de ópera generalmente confían en la vida —tener ambos pies en el suelo— se los he quitado”, dijo Foglia.
Fuente: Associated Press.
[Fotos: Prensa MET Nueva York]
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