
Existen personas que son entusiastas por naturaleza, que disfrutan del estar en movimiento, que son curiosas y aplauden lo que les hace feliz. Eso seguramente redunda en convidar y compartir los momentos, los conocimientos y los objetos que les satisfacen.
Carolina Duek, investigadora del CONICET, graduada y docente de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, de la que se recibió, está dedicada a analizar los consumos culturales de las infancias. Eso la ha llevado no solo a escribir libros sobre estos temas –Infancias entre pantallas: Los chicos y las tecnologías (Capital Intelectual, 2013) y Juegos, juguetes y nuevas tecnologías (Capital Intelectual, 2014)–, sino, también, a participar de mesas y seminarios a nivel nacional e internacional. Con la misma pasión y buen humor, ha acompañado a otros como tutora de tesis relacionadas con estos asuntos.
—¿Cómo se construye la identidad lectora?
—Yo creo que la identidad lectora es una construcción siempre dinámica. Hay una idea de “yo leo solamente libros de tal estilo, de tal género, de tal tema”. Pero incluso en quienes tienen un recorte muy específico de sus intereses de lectura, es totalmente dinámica. Tiene que ver, también, con cómo se intercepta con el momento de la vida. Hay libros que son intolerables en algunos momentos porque son muy angustiantes y demasiado identificatorios. Otros por exactamente lo inverso, porque no se encuentra en ese texto, en esa forma. Creo que una de las de las genialidades de pensar identidades lectoras es hacerlo en caudales de palabras, de páginas, de tapas y de contratapas en movimiento. Incluso cuando uno tiene momentos de crisis lectora, o dificultad para concentrarse. O la rutina de la vida cotidiana impide que se pueda leer. La identidad lectora es, a lo largo de toda la vida, un constante movimiento.
¿Y cómo se construye? De múltiples formas. Por un lado, por los intereses personales. Por el otro, por los intereses de los grupos de pares. Y por otro lado, de manera no menor, por recomendaciones en medios de comunicación tradicionales (cada vez menos) y en redes sociales, por parte de booktokers, bookfluencers o simplemente una persona que seguís por cualquier motivo y que dice leí esto y me gustó. Creo que la identidad lectora tiene múltiples aristas e influencias –positivas, por supuesto, y negativas, como todo–, pero se va haciendo al andar, incluso aunque haya pausas en el medio.

—¿Creés que un libro podría despertar el interés por leer?
—Yo creo que no es que un libro despierte interés por leer, sino que estar leyendo un libro que te despierte interés te engancha con la lectura. Creo que el proceso es ese. ¿Cómo sería? Estoy leyendo algo que lo empiezo a leer y, de golpe, me doy cuenta de que estoy en la página 70 y digo “Ah, mirá, puedo leer”. De golpe te das cuenta de que hay un ritmo de lectura que te ayuda y te hace sentir bien, y decís “ah, mirá cómo estoy leyendo”. Y cuando sale bien, porque lo que estás leyendo te interesa y muchas veces muy virtuosamente, se hacen círculos de lectura, es decir, enganchamos uno con otro.
—De un hogar sin madre ni padre ni familiares lectores ¿puede surgir un ávido lector?
—Hay muchos estudios que dicen que de un hogar sin libros, no solamente sin madre ni padre lectores, puede aparecer un ávido lector. Tiene que haber siempre un facilitador. Puede ser una biblioteca popular, un docente o una docente motivados que prestan libros. También puede pasar que en una casa muy lectora, [los chicos] sean poco lectores. A lo largo de la vida, esas cosas van ajustándose y modificándose, pero tenemos que entender que las personas somos realmente únicas e individuales, y que nos interesan cosas distintas.
Es un momento muy difícil para leer, por la concentración, por la cantidad de estímulos, por la cantidad de plataformas y de opciones mucho menos demandantes que un libro para enfrentarse.

—Pensando en esto, ¿hay un momento para empezar a leer?
—Yo creo que no hay. Hay un momento para empezar a que te lean, que es desde el día 0, para que te cuenten historias. El momento para empezar a leer de manera individual es muy personal y subjetivo. No podría pensarlo universalmente, pero todos los momentos de la vida son buenos para empezar a leer, incluso gente adulta que dice “no, yo nunca leí, no tuve el hábito”. Bueno, el hábito se crea cuando sea.
—¿Qué es ser mediador de lectura? ¿Es algo ligado a la educación o creés que hay otros tipos de mediadores?
—Yo creo que ser mediador de lectura es ser un nodo recomendador y una especie de usina de motivación. A veces pienso que es una de las cosas que más me gusta hacer en la vida. Yo voy a una librería y muchas veces me preguntan ¿Vos trabajás acá? Me gusta mucho recomendar libros, ponerme contenta cuando se llevan un libro que está bueno; decir ay, mirá, ese no está tan bueno. Hay algo de las recomendaciones, incluso que hago en mi cuenta de Instagram, y la certeza que tengo, porque tengo una convicción que es una certeza, que es que cuanto más lees, más lees.
Me acuerdo de cuando yo estudiaba en la facultad y decía “Ay, con todo lo que estoy leyendo para la facultad, no tengo tiempo de leer”. Y me di cuenta de que leía más ficción, más recreativamente, cuanto más tenía que hacer para la facultad. Y eso tiene que ver con, nuevamente, el hábito lector: hacerte el tiempo, la predisposición, la concentración, la cabeza. Y ser mediador de lectura es tratar de transmitir eso. Es decir “Che, todos podemos leer, todos podemos leer cualquier libro”. De hecho, uno de los descubrimientos que estoy haciendo a nivel personal, es una pavada lo que te estoy diciendo y es tan autoevidente que podría darme vergüenza. Pero no me da vergüenza porque a muchas personas sé que les puede servir como un puntapié motivacional. Tiene que ver con empezar a leer libros de literatura infantil y juvenil. Es tan buena la calidad de los libros de literatura infantil y juvenil que, muchas veces, cuando me encuentro en una semana en la que no sé por dónde encarar la lectura, agarro algún libro, alguna recomendación, algo que tenga que ver con literatura infantil y juvenil. Uno podría decir ay bueno, pero ¿tiene el mismo valor? No hay valor en la lectura, si vos lo leíste, la pasaste bien, te enganchaste, te motivó, te llevó a pensar cosas.
Y hay un factor económico. Los libros están muy caros. Muchas veces uno dice “¿en qué momento estaban baratos?“. Me acuerdo de que había un acceso a los libros un poco más amable. Cuando yo era adolescente o joven adulta y tuve mi primer trabajo, podía comprarme libros, viviendo con mis padres, por supuesto. Pero no era un impedimento. Y pienso que hoy, también, ser mediador en la lectura tiene que ver con que si compraste un libro o te regalaron un libro, lo leíste, y te gustó, lo pases.
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—¿Recordás tu primer encuentro con libros?
—Yo desde que aprendí a leer, leo. De hecho, mis padres, cuando era chica y me portaba, mal, me sacaban los libros del cuarto. A muchos chicos de mi edad les sacaban la tele, y a mí me sacaban los libros del cuarto, lo cual me parecía una tortura. Siempre leí mucho, siempre la lectura me pareció un refugio espectacular. Estudié una carrera en Ciencias Sociales, leí y leo mucho. Soy investigadora del CONICET y leo mucho en mi tarea cotidiana, pero todos los días leo algo de ficción, todas las semanas termino un libro de ficción, y eso me motiva. Me hace pensar, escribir mejor, ampliar el vocabulario, y si no, solamente me hace pasar un buen rato. No me imagino la vida sin los libros, pero mucho menos sin los libros de ficción, que son, para mí, una gran conexión a mundos imaginarios.
En ese sentido le adjudico una gran responsabilidad de mi creatividad a la lectura de libros de ficción. Leo de todo, muy variado, trato de no encapricharme mucho con las lecturas. Cuando hay algún libro que no leería nunca, pero está bestseller mucho tiempo, me da curiosidad y lo leo. Tengo muchas inquietudes con la lectura de ficción.
Con la de no ficción hay mucho vinculado con el trabajo, que también me interesa muchísimo y con lo que tengo que leer para eso, algún libro de contexto o algún libro periodístico. Pero si tuviera que decir “mi refugio”, mi momento de desconexión del mundo, es cuando me encuentro con una novela, con un cuento, con una novela gráfica.
Fotos: Gentileza Carolina Duek.
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