Pablo Larraín es uno de los directores latinos más relevantes del mundo, sino el más relevante: desde las iniciáticas Tony Manero (2008), Post Mortem (2010) y No (2012) mostró su músculo como un realizador con un enfoque distintivo, dueño de una estética sobria y una narrativa que fusiona el realismo con elementos simbólicos. Del paso social de aquella trilogía “chilena” que rondaba las consecuencias de la dictadura de Pinochet en su país, transicionó por el crudo realismo en El Club (2015) y se detuvo en la militancia política de uno de sus compatriotas más famosos en la historia de su país, con la biopic Neruda (2016).
Hacia la historia de su país habría de volver más adelante y más cerca en el tiempo, con una fábula onírica sobre el mismísimo dictador, titulada El conde (2023), que le valió una nominación al Óscar y más importante, el premio mayor del Festival de Venecia.
Mientras tanto, el reconocimiento de la crítica global y los premios sentaron las bases para una fulgurante proyección internacional. Filmó en inglés con estrellas de Hollywood y plasmó poéticas semblanzas de mujeres famosas, tales los casos de Jackie (2016) sobre la esposa de John F. Kennedy, y Spencer (2021), alrededor de los pesares de la princesa Lady Diana. Ahora llega el turno de María Callas, la más grande leyenda femenina de la historia de la ópera: una mujer volcánica, dueña de un carisma irresistible y un registro vocal inolvidable, tan dotada como conflictuada. Protagonizada por una espléndida Angelina Jolie en el papel de su vida, María cuenta el epílogo de una vida fascinante.

María, visualmente impecable y primorosamente fotografiada, con intersección de elementos visuales que tiñen los flashbacks propios de semejante historia de vida, está protagonizada por otra diva (pero de Hollywood) como Jolie y cuenta con un elenco que parece un seleccionado internacional: los italianos Pierfrancesco Favino y Alba Rohrwacher (mayordomo y cocinero de “La Callas” pero mucho más que eso en la historia); el turco Haluk Bilginer a cargo del carismático millonario griego Aristóteles Onassis y el joven australiano Kodi Smit-McPhee como un enigmático periodista que propone entrevistarla en el ocaso de su vida.
A través de una narrativa introspectiva y una estética que combina lo teatral con lo onírico, Larraín explora la soledad y el legado de una artista legendaria. El film se centra en la introspección de Callas, reviviendo momentos clave de su vida y carrera mientras enfrenta el ocaso de su trayectoria artística. Angelina Jolie recibió una nominación al Globo de Oro como “Mejor Actriz de Drama” y ahora la película está nominada al Óscar 2025 en la categoría de “Mejor Fotografía”. Suena y sabe a poco para una superproducción de este calibre, que esta semana se estrena en Argentina y pronto se podrá ver en Colombia y México.

“Probablemente ella cambió la historia del canto lírico y de la música para siempre”, le dijo Pablo Larraín a Infobae Cultura en el transcurso de una breve entrevista -prerrogativa de los grandes jugadores de la industria del cine, un flagelo para la prensa- en donde contó su historia personal con “La Callas”, exploró las circunstancias personales de la diva griega que cuenta en su versión de la historia del final, hizo saber su amor por Pier Paolo Pasolini e incluso, en un terreno más íntimo, contó cuánto de la influencia de su madre está presente en lo que la prensa internacional ha dado en llamar “la trilogía de las mujeres” en su filmografía, por sus películas sobre Jacqueline Kennedy, la princesa Diana y ahora, María Callas.
“Fue alguien que tuvo una vida muy particular. Una vida muy operística, por eso pensé al comienzo de todo que probablemente había algo para contar ahí. Existía la posibilidad de hacer una película por los elementos musicales y humanos que involucraba semejante historia. Me interesé en ella desde hace muchos años, lo que pasa es que nunca pensé que me iba a terminar atreviendo a hacerla”, cuenta Larraín desde una habitación convenientemente refrigerada para soportar el calor de Santiago de Chile, dónde estaba al momento de esta entrevista.
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—Quiero preguntarle por su historia personal con María Callas y cómo llegó a concretar la idea de filmar una película sobre semejante figura.
—Tuve la suerte de crecer yendo al Teatro Municipal del Municipal de Santiago en Chile. De alguna forma, la ópera formó un poco parte de mi, de mi educación, de mi formación. Y por supuesto que en algún momento cuando estás interesado en la ópera, aparece la figura de María Callas, alguien que que probablemente cambió la historia del canto lírico para siempre. Y que tuvo una vida muy particular, muy operística. Y probablemente había una película ahí. Había la posibilidad de hacer una película por los elementos musicales y humanos.
Por eso me interesé en ella desde hace muchos años. Lo que pasa es que nunca pensé que me iba a terminar atreviendo a hacerla. Porque los elementos son bastante complejos. En general, las películas sobre artistas son difíciles y en general, las películas donde hay elementos de ópera son aún más particulares. Yo no sé por qué, pero hay muy pocas películas que están hechas o vinculadas a la ópera.

—¿Cómo resolvió esa cuestiones técnicas?
—En el fondo es una cantante. Una persona que termina transformándose o pareciéndose mucho a algunos de los personajes que interpretó en el escenario durante muchas veces. Hay una conexión trágica entre su vida y los personajes que interpretó. Y luego de eso hay aspectos que, claro, son técnicos, pero en realidad son particulares de la ópera: tiene que ver con la dificultad de interpretar a una cantante de ópera como María Callas en cámara, en una película. Y eso requirió, por supuesto, de mucha disciplina de parte de muchas personas, partiendo por Angelina, quien tuvo que entrenar durante muchos meses. Pero no solamente por la, digamos, pirueta técnica de ser capaz de parecerse. Sino también por cómo esa música termina conformando el personaje.
Creo que para Angelina el proceso de entrenamiento de canto de ópera no solamente hizo que su interpretación fuese muy verosímil y muy potente, humana y emocionalmente, sino que a ella, a mí también y a todos, nos hizo entender mejor el personaje. Probablemente en el proceso en que estudió esa música, también encontró muchas cosas de la identidad de María Callas que están en la película. Es una operación que funciona en muchas direcciones, digamos.
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—Hay un video suyo, reciente, hecho para la plataforma Criterion sobre sus películas favoritas. Ahí habla de de Pasolini y justamente menciona a “Medea”, la única película que protagonizó María Callas en su vida ¿Eso lo tuvo en cuenta a la hora de realizar esta película?
—Es bastante razonable... Pensar que María Callas fue desde luego una gran cantante, pero también fue muy reconocida como una actriz de escenario. Era muy famosa también por sus capacidades como actriz. Y fue el propio Luchino Visconti quien la ayudó, según palabras de la propia María Callas, a mejorar su capacidad interpretativa en el escenario. Visconti la descubrió en La Scala en vivo y se hicieron amigos. Y luego de eso él la dirigió en ópera y se preocupó de darle la mayor cantidad de herramientas posibles como actriz. Entonces, dada su figura, su magnetismo, su belleza y su increíble capacidad histriónica, no me sorprende nada que el señor Pasolini la haya invitado a hacer una película. Lo que pasa es que a ella la invitaron muchas veces a hacer películas. Y siempre dijo que no. Pero esta fue la única vez que aceptó. Y es una película muy especial, con elementos bastante trágicos de esta figura que está fuera de tiempo, que es Medea. Alguien que tiene una relación con la realidad y con ciertos elementos míticos que son muy especiales.
No quise meterla en la película porque cuando realizar una obra así, tienes que elegir de qué hablas y de qué no... Preferí hablar de Medea en la ópera y no de la película ni de Pasolini porque era como abrir una puerta hacia algo muy grande, tan potente y tan profundo, que no me pareció una buena idea tocarlo solo tangencialmente. Quizás haya alguien que se anime a hacer una película sobre eso. Es un rodaje que está muy documentado. Es fascinante. Una película que fue muy maltratada en su época, Y que luego de los años, entró al canon de Pasolini. Y por supuesto, al canon del gran cine.
—En el mismo video, habla de Todo sobre mi madre de Almodóvar y dice “la madre de cualquiera de nosotros siempre puede ser fuente de material para hacer una película” y “mi madre es muy importante en mi cine” ¿Cuánto hay de eso en sus tres recientes películas sobre mujeres: Jackie Kennedy, Lady Di y ahora María Callas?
—Son personas en quienes mi madre siempre se interesó, digamos, por distintas razones. Son mujeres que conocí a través de mi madre y y seguramente veo distintas cosas -algunas muy personales y muy privadas- en ella. Y también conocí a esos personajes a través de lo que yo veía en mi madre. Entonces, como dije en ese video, quizás algunas películas que hacemos o varias en mi caso, son un poco eso, ¿no? Son “todo sobre mi madre”. Siempre hay un poquito de eso. Siempre hay capa de cosas que uno, no sé, ve o ha visto en su propia madre. Tal vez por eso nos parece más cómodo y tal vez por eso nos animamos a filmarla.
[Fotos: Pablo Larraín / Netflix vía AP; prensa Mubi]
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