
El primer ejemplo de una suffragette que se nos viene a la cabeza es probablemente Winifred Banks, la madre de familia de Mary Poppins. Pero ¿es el personaje de la señora Banks una representación acertada de esta figura? ¿Qué es exactamente una suffragette?
El término hace referencia a las integrantes de la Unión Social y Política de Mujeres que, durante las primeras décadas del siglo XX, lucharon para reivindicar su derecho al voto en Reino Unido. A diferencia de otras organizaciones ya existentes, esta asociación creada por Emmeline Pankhurst en Manchester en 1903 se caracterizó por reivindicar el voto femenino mayoritariamente a través de tácticas anticonstitucionales y combativas.

Suffragettes vs. sufragistas
El término “sufragista” designa a una persona que reivindica su derecho a voto en cualquier parte del mundo y existe en muchas lenguas.
La palabra suffragette fue acuñada en 1906 por un periodista británico del Daily Mail, quien la utilizó para referirse despectivamente a las integrantes de la unión fundada por Pankhurst. Su intención era ridiculizar y condenar su campaña por el voto femenino y distinguirlas de las sufragistas. Aunque ambos grupos de mujeres reivindicaban el derecho al voto, los medios que proponían para alcanzar dicho propósito eran distintos.
Las sufragistas optaban por vías pacíficas y constitucionales, como peticiones formales al gobierno o manifestaciones. Las suffragettes que integraban el grupo creado por Pankhurst justificaban y promovían la desobediencia civil como principal forma de protesta, y su líder estaba a favor de recurrir a la violencia, siempre y cuando ésta se ejerciera contra la propiedad, nunca contra los seres humanos.

Pankhurst dejó bien claro que si alguien sufría o moría reivindicando el sufragio de las mujeres debían ser las propias suffragettes, que terminaron por adoptar el término para referirse a ellas mismas y diferenciarse de las sufragistas y de su campaña.
La quema de buzones y el ataque a instituciones públicas fueron algunas de las técnicas más agresivas adoptadas por las suffragettes. Como consecuencia de estas prácticas, acabaron arrestadas y encarceladas en numerosas ocasiones.
Esto no les impidió continuar con su campaña ya que encontraron nuevos métodos para reivindicar el voto desde la prisión. La forma de protesta más recurrente fue la huelga de hambre. Siguiendo el ejemplo de Marion Wallace-Dunlop, pionera de esta técnica, muchas otras suffragettes argumentaron que renunciarían a comer hasta que el gobierno no hiciera caso a sus peticiones.

Para evitar que murieran en manos del Estado, se impulsó una campaña de alimentación forzada contra ellas. Con el fin de impedir que las suffragettes opusieran resistencia a este procedimiento, se las ataba y sujetaba y, a continuación, se les introducía una sustancia líquida compuesta de huevo, leche y pan por la boca o nariz a través de un tubo, causándoles atragantamientos y grandes dolores de garganta o pecho.
A pesar de la brutalidad de este proceso, las suffragettes continuaron renunciando a la ingesta de alimentos, lo cual demuestra su compromiso con la lucha y hasta dónde estaban dispuestas a llegar para conseguir el voto.
Las suffragettes ayer y hoy
Las suffragettes ofrecían representaciones positivas de sí mismas y de su lucha y confiaban en el poder del simbolismo y la propaganda para captar seguidoras y transmitir sus mensajes. No obstante, la mayoría de hombres, e incluso muchas mujeres, se opusieron a su causa ya que en la sociedad de la época se consideraba que el deber de una mujer era dedicar todo su tiempo a las labores del hogar y a atender a la familia.
Reflejo de ello es la publicidad que se originó durante la época para contrarrestar la campaña propagandística de suffragettes y sufragistas. Estas publicaciones antisufragistas caricaturizaban a la mujer activista deshumanizándola y presentándola como una criminal o una lunática.
Pese a pertenecer al pasado, la figura de la suffragette continúa estando vigente en la cultura popular contemporánea y ha sido objeto de múltiples readaptaciones. Un ejemplo de estas es, precisamente, el caso de Mary Poppins.
La película de Disney retrata a la suffragette no solo transmitiendo la percepción desfavorable que predominada en 1910, época en la que transcurre la historia, sino reflejando una concepción conservadora de los roles de género que aún imperaban en el contexto norteamericano de la época en la que se estrenó.
En lugar de ensalzar el coraje, esfuerzo y sacrificio que caracterizaba a las suffragettes, Winifred Banks aparece como una mujer negligente que no desempeña sus labores como madre y esposa porque está ocupada reivindicando su derecho al voto, el cual se presenta como un mero pasatiempo. Otra mujer, Mary Poppins, es necesaria para restaurar el orden familiar y suplir las carencias derivadas de la participación de la señora Banks en la vida pública.
Una representación contemporánea más fidedigna de este icono feminista es la película Suffragette. Traducida al español como Las sufragistas, se estrenó tres años antes del centenario del sufragio femenino para algunas mujeres en Reino Unido. La película rinde tributo a estas mujeres e incluye a personajes históricos reales, como la líder del movimiento Emmeline Pakhurst, interpretada por Meryl Streep, haciendo una recreación rigurosa de acontecimientos históricos claves El propósito de esta película no es reconvertir este ícono con fines comerciales sino homenajear a este colectivo y sus logros.

Más que un ícono
Ante la proliferación de representaciones populares y a menudo superficiales de la suffragette (en obras literarias y producciones audiovisuales diversas) es crucial adoptar un punto de vista crítico. Es importante distinguir entre aquellos productos que la degradan, la trivializan o la critican, y los que proporcionan una imagen fiel de esta figura. Hacer justicia al papel de estas mujeres es clave para destacar la relevancia que tuvieron en el pasado y que deben seguir teniendo hoy en día.
Aunque las mujeres demos por sentado el derecho al voto, no debemos olvidar que fue un logro de mujeres como las suffragettes, que sufrieron y, en algunos casos, dieron su vida para que hoy disfrutemos de un principio tan básico y fundamental.
*Mariana Ripoll Fonollar es profesora de Lengua Inglesa e Investigadora de Estudios de Género, Universitat de les Illes Balears.
Publicado originalmente en The Conversation.
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