El próximo 31 de marzo, cuando la Fundación Klemm inaugure su ciclo “Encantador de la noche”, una serie de muestras, performances y acciones en torno a su fundador que llevarán adelante durante todo el 2022 por los 80 años de nacimiento y los 20 de su muerte, se habrá cristalizado un lento pero indiscutible proceso de rehabilitacion de una personalidad que en los 90s fue injustamente considerado sinónimo de los excesos de la época menemista y su nuevo orden económico basado en las privatizaciones y el uno a uno.
Y es que Klemm, nacido un 25 de marzo de 1942 en la ciudad checa de Liberec durante la ocupación nazi, había cultivado durante aquellos años, a la par de su trabajo como artista, coleccionista y patrón de las artes, un perfil mediático omnipresente basado en la saturación de las pantallas y la cercanía con los ricos y famosos que tuvo como inevitable resultado no solo convertirse en una celebridad fulminante sino en un emblema.
Eran habituales sus apariciones en el programa de Mirtha (a quien retrató en un cuadro que la conductora ostentó durante varios años en sus almuerzos televisivos), las participaciones en sketches con Tinelli y Gasalla, además de sus fastuosas fiestas de cumpleaños en los que nunca faltaban personajes de la alta sociedad como su amiga Amalita Fortabat. Eran ricos, exitosos y mediáticos. La fortuna les sonreía. Al país parecia que también.
Todo esto llevó a que Klemm, quien había participado de los experimentos vanguardísticos del Di Tella, financiado muestras históricas de Andy Warhol y Roberto Mapplethorpe en el país, y era conocido hacía años en círculos artísticos como un dandy operístico e ilustrado (incluso en épocas particularmente peligrosas para exhibir hábitos extravagantes), se convirtiera accidentalmente en un ícono del menemismo -al que él personalmente no adscribia- en lugar de gozar de una reputación más merecida como un pionero del arte queer en la Argentina, en tanto productor de obra artística y de una vida queer vivida artísticamente.
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Ese equivoco sobre su figura no había sido universal. Fueron muchos, especialmente artistas y fanáticos del pop, que en esos mediáticos 90s habían correctamente decodificado a Federico como una rara avis que debía de ser protegida -y adorada- a toda costa. Los Illya Kuryaki and the Valderramas, una de las bandas más populares y originales del reinado de MTV latino, se identificaron con su barroquismo trash y lo convocaron para el video de su cancion “Jaguar House”, que en el 96 no paró de “rotar”, mientras que Gustavo Cerati quiso replicar el touch warholiano del iconico primer disco de la Velvet Underground fichándolo para que diseñara la portada del disco de uno de sus protegidos, la banda marplatense de pop electrónico Altocamet. Esa portada para el álbum “Manzana de metal” le significaría a Klemm el premio Gardel póstumo de mejor diseño en el 2003.
Pero eso poco importó. La lecturas simplistas -y homofóbicas, en algunos casos- redujeron a un personaje larger-than-life como Klemm a paradigma de un modelo político-cultural del que había que pasar página, tal como los propios argentinos lo hicieron al elegir a Fernando de la Rúa en el 99 y a Néstor Kirchner en 2003.
El debate “arte rosa light. vs arte Rosa Luxemburgo”, realizado en el Malba en el 2003, es representativo de esa búsqueda de coordenadas post-menemistas y las nuevas demandas sociales tras la crisis. El glamour Klemm, con su internacionalismo con cambio a favor y su pop barroco, estaba demodé. Era demasiado cuando tantos tenían tan poco.
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El tiempo, sin embargo, puso las cosas en su lugar. En los últimos años, un sinfín de artistas y curadores jóvenes han señalado a Klemm como un pope del arte mostra y trans-todo que hoy excita a los más modernos. El abuso que alguna vez sufrió, en televisión y en la calle, es finalmente entendido como un engranaje más de la homofobia de Estado que era la norma en cualquier ámbito apenas unos años atrás.
La imperdible muestra que realizará todo el año la Fundación Klemm, con Valeria Fiterman y Fernando Ezpeleta a la cabeza, es una oportunidad para hacer justicia a uno de los últimos íconos pop que tuvo la Argentina, y para los más jovenes, de descubrir a un personaje y artista fascinante que podía ir a un programa de la tarde estilo Ulitísima y soltar amablemente a las conductoras que su look estaba inspirado en la comunidad leather.
La muestra “Encantador de la Noche. Federico Klemm 1942-2002″ inaugura su primer episodio “Telecristales y homoerotismo” este jueves 31 de marzo en la Fundación Klemm, Marcelo T.Alvear 626.
El autor de la nota publicará a finales de año una biografía sobre Federico Klemm editada por Random House.
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