
Como la música, la danza o el teatro, hay pinturas que sólo se pueden apreciar en vivo, frente a frente, cara a cara, para poder contemplar en todo su esplendor el tamaño de la obra y el nivel de detalle. Baile en una casa circular subterránea en Clear Lake, California de Jules Tavernier es un ejemplo perfecto. Este óleo sobre lienzo de 121,9 centímetros de alto por 183,5 de ancho fue pintado en 1878 y hoy se encuentra en el Met (Museo Metropolitano de Arte) de Nueva York.
Empecemos por el principio. Tavernier es francés porque nació en 1844 en París y estudió con el pintor Félix Joseph Barrias, pero a los 26 años decidió irse y no volvió jamás a su tierra natal. Cruzó el Océano Atlántico hacia Estados Unidos y aceptó, en 1873, un interesante trabajo: ilustrador itinerante en la Harper’s Magazine. Su tarea era hacer una gira de costa a costa con Paul Frenzeny dibujando lo que le pedían.

Al año siguiente se instaló un tiempo en San Francisco, donde recibió un encargo muy importante. Tiburcio Parrott, el principal banquero de la ciudad le pidió retratar al pueblo Pomo, una comunidad indígena de California. Por esos días estaba en San Francisco el barón Edmond de Rothschild, que quería conocer a este pueblo. Parrott logró que el barón parisino y sus hombres asistan a un baile ceremonial. El propio banquero los acompañó. Y, por supuesto, Tavernier fue con ellos.
El nombre Pomo significa “aquellos que viven en el agujero de tierra roja”. El baile ceremonial, conocido como Mfom xe, o danza popular, se realizó en una casa circular subterránea en Clear Lake, California. Y allí estaba Tavernier, con los ojos tan abiertos como el barón Rothschild, pero con un objetivo: hacer una gran obra, tal vez la mejor de su vida. Dos años tardó en terminarla y al dar el pincelazo final hasta él mismo se habrá maravillado.

¿Qué vemos en Baile en una casa circular subterránea en Clear Lake, California? Un interesantísimo juego entre luces y sombras, casi cien figuras, incluidos bailarines, músicos y artistas del pueblo Pomo, pero también espectadores no nativos, en particular Parrott y Rothschild. La luz exterior se filtra en la casa por dos ventanas e ilumina todo con destellos. La delicada técnica de este artista reproduce la escena con gran minuciosidad y belleza.
En el texto que acompaña esta obra, que se encuentra en el Met, se señala algo más: “Si bien el trabajo celebra la rica vitalidad de la cultura Pomo, también expone la amenaza que representan los colonos blancos para las poblaciones indígenas, incluidos Parrott y Rothschild, que estaban adquiriendo las tierras ancestrales ricas en minerales de la tribu en Clear Lake para el desarrollo comercial de la mina Sulphur Bank”.

Después de San Francisco, Jules Tavernier partió al sur con destino incierto y llegó a la Península de Monterey donde fundó una colonia de arte y permaneció un tiempo prolongado, demasiado para un artista nómade. Luego se fue al oeste y llegó a Hawái, el paraíso del Pacífico Norte. Como otros artistas de la época, se fascinó con los volcanes y pintó erupciones y paisajes. Ganó renombre. Así se convirtió en el referente principal de la Escuela de Volcanes.
Siguió viajando, pero algo de Hawái, ¿una fuerza magnética?, ¿la naturaleza tal vez?, lo atraían profundamente. Allí pasó sus últimos años. Murió en Honolulu, la capital de este estado estadounidense, el 18 de mayo de 1889, a los 43 años. Un siglo y cuarto después, en 2014, se realizó la primera retrospectiva de su carrera. Se hizo en el Crocker Art Museum de Sacramento y luego en al Museo de Arte de Monterey. El título, muy acertado, fue: Jules Tavernier: artista y aventurero.
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