
En Colombia, la presencia de migrantes venezolanos no solo se refleja en cifras de población o en debates sociales, también en un impacto económico concreto que atraviesa el consumo, los impuestos y el mercado laboral. Lejos de ser marginal, su aporte se ha convertido en un componente relevante de la dinámica económica nacional y regional, con efectos visibles en las finanzas públicas y en sectores clave como vivienda, comercio y servicios.
Un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pone cifras a ese fenómeno. De acuerdo con el informe, los hogares venezolanos aportan más de 10.600 millones de dólares anuales a las economías de América Latina y el Caribe a través del gasto cotidiano. Colombia encabeza esa lista y concentra el mayor impacto económico derivado del consumo de esta población.
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El análisis, que revisa datos desde 2021 en países como Colombia, Perú, Chile, Panamá, Ecuador, Costa Rica, República Dominicana y Aruba, muestra que el gasto de las personas migrantes se dirige, principalmente, a cubrir necesidades básicas. Vivienda, alimentos, educación y salud concentran la mayor parte de los recursos, mientras que la capacidad de ahorro sigue siendo limitada en casi todos los países evaluados.
Para la OIM, estos patrones confirman que la migración no representa una carga económica, sino una fuente de dinamismo. “La migración es una fuente de crecimiento económico, así como de creatividad y dinamismo. Cuando los gobiernos amplían las oportunidades para las personas migrantes a través de procesos de regularización e integración, toda la sociedad se beneficia”, afirmó Maria Moita, directora regional de la entidad para América Latina y el Caribe.
Colombia, el país que más recibe y más aporta del total de 10.600 millones de dólares que se movilizan anualmente por el consumo de hogares venezolanos en la región, cerca de 3.000 millones corresponden a Colombia. Esta cifra supera a la de países como Perú, que registra 2.405,61 millones de dólares, y Chile, con 2.403,21 millones. Más atrás aparecen Panamá, con 1.232,14 millones, y Ecuador, con 876,25 millones de dólares.

Ese consumo tiene un efecto directo sobre la recaudación fiscal. Al tratarse de gastos en bienes y servicios gravados, una parte significativa se traduce en impuestos indirectos, especialmente IVA. El estudio estima que, en conjunto, los migrantes venezolanos aportan alrededor del 1,2% del total de la recaudación tributaria en los países analizados.
En el caso colombiano, ese impacto es particularmente visible, en un solo año, la contribución fiscal de esta población superó los 529 millones de dólares. En Panamá, la cifra alcanzó los 203 millones. Para la OIM, estos datos refuerzan la necesidad de avanzar en políticas públicas que faciliten la formalización y la integración económica. “Estos datos subrayan la necesidad de seguir elaborando y priorizando políticas de integración que promuevan la inclusión económica y social de los migrantes en las comunidades receptoras”, señaló el informe.
Empleo, emprendimiento y barreras mas allá del consumo, el estudio destaca el papel de los migrantes venezolanos en la generación de empleo. En países como Panamá, los emprendimientos liderados por esta población han creado cerca de 40.000 puestos de trabajo, mientras que en Aruba impulsaron inversiones que superan los 1.100 millones de dólares. Aunque en Colombia el informe no detalló cifras específicas de emprendimiento, sí reconoce su crecimiento como un motor económico emergente.

En términos laborales, la tasa de empleo de los migrantes venezolanos es alta y alcanza el 83,9% a nivel regional. Sin embargo, este dato convive con una realidad compleja, la informalidad sigue siendo dominante y representa el 81,9% del empleo total de esta población.
El informe también advierte sobre un fenómeno persistente de subutilización del talento. “Hay un fenómeno de “degradación de habilidades””. En Colombia, solo el 18,3% de los migrantes venezolanos ejerce su profesión, una cifra inferior a la de Ecuador (30%) y superior a la de Perú, donde el porcentaje no llega al 10%.
Como consecuencia, muchas personas con formación técnica o universitaria terminan trabajando en sectores de baja calificación, como comercio, servicios generales o reparación de vehículos. Esta situación también se refleja en los ingresos. Incluso en actividades similares, los salarios de los migrantes suelen ser más bajos que los de los trabajadores locales. En Colombia, el ingreso promedio mensual de un trabajador venezolano es de 595 dólares, mientras que en Perú asciende a 698 dólares.
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