
El impacto y la durabilidad de las 1280 Almas es innegable en la música colombiana, y especialmente en el rock. Con una combinación ingeniosa de elementos del hardcore punk y el rock alternativo con ritmos latinos, los bogotanos se ganaron su lugar en el panorama local junto a Aterciopelados o La Derecha gracias a un repertorio de himnos que fueron capaces de trascender generaciones.
Una vez terminó su contrato con BMG a inicios de los 2000, el grupo afrontó la independencia, lo que llevó a que sus álbumes se publiquen de manera más esporádica. Pero eso no amilanó al grupo que en vivo se mantiene tan afilado y potente como de costumbre.
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Una muestra de ello se vio unas semanas atrás cuando hicieron de acto de apertura de Guns N’ Roses en su regreso al país. A la par, se produjo el lanzamiento en plataformas digitales de la versión remasterizada de Pueblo Alimaña (2012), un testimonio de experiencia y curiosidad por seguir explorando una propuesta que con cada álbum que pasa se propone ser cada vez mejor.
O, por lo menos, así lo plantea Juan Carlos Rojas, bajista y miembro fundador de la banda junto al cantante Fernando del Castillo. Momentos de puro frenesí como Surfiando En Sangre conviven con su exploración personal de los ritmos latinos en Flor de insumisión o la melodía casi pop de Tu Sonrisa, que se estableció como un clásico de la banda, y hasta con momentos que combinan todo lo anterior como Cinturón del Pacífico.
El proyecto de remasterizar Pueblo Alimaña refleja el interés del grupo por rescatar el sonido original y otorgar nueva vida a canciones que han dejado huella en el público, mismo que corrió a cargo de Rojas, quien buscó hacer justicia a las ideas y la energía que caracterizan a la banda en vivo.
En entrevista con Infobae Colombia, Rojas aborda distintos temas, desde la experiencia de la banda abriendo el concierto de Guns N’ Roses, el compromiso con la independencia que marcó las sesiones de Pueblo Alimaña, hasta los planes futuros de la banda que ya comienzan a prepararse para grabar nuevo material.
Infobae Colombia: Antes de hablar de Pueblo Alimaña, cuéntenos un poco de la experiencia abriéndole a Guns N’ Roses. ¿Qué nos puede contar de ese momento?
Juan Carlos Rojas: Bueno, le voy a contar toda la verdad. Me llamaron y me dijeron: “Van a abrirles los Guns N’ Roses”. Entonces yo le dije: “Uy, está muy bien, muy chévere, pero ¿cuánto pagan?”. Nos dieron un precio que era muy bajito. Entonces yo dije: “Uy, no. Por ese precio no lo hacemos”. Entonces, llamé al cantante y le conté y él me dijo: “Uy, no. Por ese precio no lo hacemos. Vale por ahí cuatro veces más”. Le dije al empresario: “El precio es tanto. De otra manera no se hace”. Y él nos dijo: “No, pero es que hay unas contraprestaciones ahí que tiene que ver con Sayco y con recaudo, que puede ser un dinero importante”. Entonces yo me puse a investigar si eso es cierto. Sí, es cierto que hay un dinero importante a través del recaudo de Sayco. Y sí, hay un dinero importante, pero hay que asesorarse de alguien, porque Sayco hace maromas y finalmente los pagos no llegan. o llegan pero poquitos, y ellos se quedan administrando el dinero.
Entonces se pasó el Festival Cordillera y todo se había quedado ahí quieto, y el empresario accedió al precio que nosotros estábamos cobrando y ahí ya decidimos decir que sí.
¿Se emocionaron por abrirle a Guns N’ Roses?
¿Por qué no saltamos en una sola pata de la felicidad? Porque no somos fans de Guns N’ Roses. Y porque uno no dimensiona lo grandes que son. Esa es otra cosa. Claro, cuando uno no es fan de un grupo, uno no dimensiona lo grande que es, y hay una cantidad de cosas alrededor de Guns N’ Roses que van en choque con lo que somos nosotros, ¿no? Nosotros somos un grupo anticolonia y ellos son el baluarte de la colonia (risas).
Ahí empezó a haber como un choque de valores, pero finalmente lo tomamos por el mejor lado. Finalmente, es una oportunidad de visibilizarnos en relación a lo que ellos mismos son. Porque finalmente nosotros también somos un baluarte, y un baluarte colombiano. Y en esa medida, pues valía la pena el momento del concierto.
Hay otra cosa que sucede, que ya lo sabíamos por experiencia, y es que siempre la banda que abre o el grupo que llega ahí llega con unas limitaciones. Una de las exigencias que hicimos fue “Debemos probar sonido, debemos tener nuestro sonido, debemos tener tiempos de prueba de sonido”, porque la idea es que sonemos bien. No vamos allá a salir con un chorro de babas. Pero hubo otras limitantes y es que no había suficiente volumen, estaba controlado el nivel de volumen de nuestra presentación, no pudimos poner nuestras visuales... pero eso tampoco nos amilanó y creo que lo hicimos con mucha dignidad, y el nombre de 1280 Almas quedó como lo que es, un baluarte, así como ellos, ¿no?
¿Cómo fue la respuesta del público?
Muy positiva. Los amigos contaban que antes cuando un grupo le abría a otro grupo acá en Bogotá, cuando venía un grupo importante y les abrían, los agarraban a monedazos y los bajaban. Hay mucha experiencia de otros grupos que los bajaron del escenario mientras estaban tocando. Nosotros, al contrario, la gente estaba pidiendo canciones. En las redes no hubo troles, y la mayoría fue gente aplaudiendo la decisión. Eso nos tiene muy, muy contentos, motivados y orgullosos.
Las Almas llevan décadas enteras tocando y grabando, y por supuesto han lidiado con la intolerancia del público en más de una ocasión, sobre todo en los 90. Pero hoy la situación parece ser muy diferente. ¿Usted diría que el público se hizo más tolerante en los últimos años, comparado con lo que pasaba en los 90?
Yo creo que nosotros como colombianos logramos algo, en términos sociológicos y de audiencias, si hacia ese lado es que estamos apuntando la pregunta. Hemos logrado valorar lo nuestro. Y ese es un valor supremamente importante.
Sucedió algo que nos soñábamos en los 90 y era que un grupo nacional se subiera a un escenario de esta magnitud y fuera aplaudido como fuimos nosotros aplaudidos. Y en esa medida, haciendo una valoración, fue muy bueno. Ahora valoramos lo nuestro. O sea, por ser colombianos, por ser un grupo colombiano, no implicaba que fuéramos de mala calidad, sino todo lo contrario. Estaban aplaudiendo que estuviéramos participando ahí después de tanto tiempo de estar en la brega y simplemente es como que estamos iguales [frente a Guns N’ Roses] y el grupo que está calentando la noche es un grupo que es tan importante como el grupo que viene de afuera. Eso es un cambio fundamental en nuestro pensamiento y en nuestra relación con el país.

Hablemos un poco de Pueblo Alimaña y este proyecto de remezcla y remasterización del álbum. En el pasado hicieron La 22 Rebelde revisitando las grabaciones de La 22 pero, ¿en qué se diferencian ambos casos, y por qué escogieron remasterizar este álbum en particular?
Es por mi culpa. (risas) Porque, bueno, La 22 tiene una historia diferente. La 22 Rebelde es un disco nuevo con grabaciones nuevas, mezclado y masterizado en tiempos de ahora y como que logra que se sienta toda la creatividad que teníamos en ese momento. Tienen 30 años de diferencia una grabación con la otra y se trataba de recuperar nuestras grabaciones, por eso se llama Rebelde. O sea, no le vamos a hacer el juego más a las disqueras, son nuestras composiciones, las vamos a volver a grabar.
Lo que pasa con Pueblo Alimaña es que era un proyecto que yo tenía guardado hace tiempo porque yo soy el productor de Pueblo Alimaña y de Doméstiko, pero como productor siempre me ha quedado ahí la espinita de que el máster final no sonaba como yo quería. Habían pasado cosas, más que todo técnicas en ese momento, que todavía la grabación digital no lograba. Y ahora que pasaron los años, que mi oído se ha profesionalizado más, dije: “No, tengo que remezclarlo y tengo que remasterizarlo, pero respetándolo al cien por ciento”.
Entonces, era algo que yo tenía ahí guardado para lograr que Pueblo Alimaña le hiciera, eh, justicia a la grabación de ese momento. Y además que, sin darnos cuenta, es un disco que contiene dos éxitos fundamentales para 1280 Almas que son Tu Sonrisa y Antipatriota. Uno se refiere a La 22 como el mejor disco, pero resulta que Pueblo Alimaña también tiene mucha fuerza, dentro de lo que nosotros hemos venido construyendo y por eso la decisión de hacer el remáster. Básicamente es lo mismo, solo que se oye más bonito (risas).
Podría sumar a la lista Surfiando en Sangre, que en vivo es demencial...
Sí, también. Hay una canción que yo inclusive como literato le aplaudo a Fernando del Castillo como poeta y es Flor de Insumisión. Creo que es la mejor letra que ha hecho en toda su historia.

En esa faceta de productor, ¿Qué es lo más importante para completar con éxito un proceso de remezcla y remasterización?
Hay una relación muy grande entre la composición, el llegar al estudio y lo que representa esa grabación en relación a cómo sucede en vivo. Fíjese que usted lo acaba de decir. Surfiando en Sangre es una canción que tiene mucha fuerza, mucha energía, pero en la grabación quizás no se le estaba haciendo lo justo, ¿no? Igual está el referente de la grabación, pero uno empieza a oír que la grabación no tiene la potencia que debería tener en relación a lo que sucede en vivo. Eso por un lado.
Y por otro lado, ese disco lo hicimos con Juan David Rubio. En la historia de las Almas han pasado varios bateristas muy importantes, inclusive para la historia de la música en Colombia. Todo el proceso con Juan David Rubio es un trabajo muy metódico, muy juicioso en relación a la producción musical en percusión. Nos alejamos un poco de nuestra idea de hacer música que fusione las costas con la música rock, digamos, pero hay un trabajo muy interesante y muy importante en percusión, en diseños de campana, de percusión menor y en los ritmos de batería. Y eso no le estaba haciendo justicia tampoco.
Ahora que está Camilo [Bartelsman], hace todo el esfuerzo para lograr ese sonido, pero no se equipara con el sonido en vivo. Por eso también era la presión, porque es un disco muy bonito y muy bien logrado.
¿Qué nos puede contar de esa época de Pueblo Alimaña, de ese 2012? ¿Cómo los influía el contexto de ese momento en términos de inspiración a la hora de componer?
Hay algo también muy importante en Pueblo Alimaña, y es que estábamos intuyendo que nosotros somos profundamente colombianos. El disco se llama así porque nosotros somos el pueblo alimaña. Y hemos estado buscando ese sonido, hablando en una metáfora que el pueblo alimaña es Colombia.
Estábamos buscando una mezcla muy fuerte entre una especie de hardcore punk muy influenciado por grupos como Fugazi. con una idea más salsera si se puede decir, a pesar de que son canciones de punk, de alguna manera.
Hay varias canciones ahí que además son de crítica social como Infiltrado por el terrorismo o canciones como Derechos Humanos Zombis, que de alguna manera decíamos: ¡Es que esto es como estar hablando de las EPS! Todo ese contexto está dentro del Pueblo Alimaña, y eso es lo que estaba pasando en ese momento.
Además tomamos una decisión muy radical. En ese momento no había dinero. Teníamos un estudio pequeño, un home studio en donde ensayábamos y pues decidimos, “pues que lo grabe Juan Carlos”. Y empezamos a camellarle dentro de todo el aprendizaje que significa estar sentado en una mesa de trabajo para hacer un disco. Eso también fue muy importante, porque a pesar de que ya habíamos grabado en estudios muy importantes, veníamos de Changomán, que es un disco increíble, Sangre Rebelde, grabado en Audiovisión, y nos metemos en un pequeño estudio a grabar. Es como decir: “Nosotros tenemos nuestra identidad y sabemos manejar nuestro sonido, echemos pa’lante”. Y por todas esas razones es que sucede esto ahora con Pueblo Alimaña. Lo más importante es que eso ya va a quedar ahí para siempre.
Cuando usted reflexiona sobre esos 13 años desde Puebrlo Alimaña, ¿Qué representa ese disco en particular en la carrera de las Almas? ¿Qué aprendizaje les dejó a ustedes como artistas, como banda?
Reivindicarnos y reivindicar el sentido de la independencia en la construcción de una discografía. Fue decir, no necesitamos una casa disquera, no necesitamos el apoyo externo para mantenernos independientes. Después de Changomán, se acabó el contrato con BMG. Habíamos logrado, con ese disco en especial, un nivel musical muy alto, un disco muy bonito. Después hicimos Sangre Rebelde, pero teníamos que continuar y entre este y Pueblo Alimaña hay un tiempo largo.
Nosotros nos estamos tomando más o menos seis, ocho años en hacer un disco nuevo, pero ese tiempo ha sido suficiente de alguna manera, porque reivindica lo que nosotros somos sin contradecirnos. No tenemos la idea de que dependemos de un factor externo para poder hacer nuestra música, y Pueblo Alimaña lo corrobora perfectamente, porque lo grabamos nosotros mismos, lo produjimos nosotros mismos, lo lanzamos nosotros mismos, se distribuyó y tuvo la penetración que tuvo por el trabajo como grupo independiente. Fue muy bien recibido en la radio y pues lo que le digo, hay una canción que sorprende que, de alguna manera, no sorprende, pero es muy importante tener una canción como Tu sonrisa, que tiene una penetración muy interesante en, en a nivel cultural, ¿no? O sea, la gente se la apropia y muchas personas se han casado gracias a esa canción
¿Las 1280 Almas están trabajando en nueva música?
Pues esto de Pueblo Alimaña hace parte de un proceso que venimos haciendo, inclusive con La 22 Rebelde, y es como de una retrospección, ¿sí? Hemos estado revisando todo lo que hemos hecho. Hemos hecho conciertos, uno de Changomán, La 22 Rebelde, ahora Pueblo Alimaña, en que nos sentamos y volvemos a interpretar las canciones dentro de toda la colección que implica. Y eso ha sido muy importante porque hemos descubierto cosas brillantes y errores también en nuestro trabajo artístico.
Yo creo que ya estamos por sentarnos a componer. Ya uno lo está pidiendo. De hecho, ya le cuento ahí por debajo de mesa que vamos a lanzar un sencillo pronto, pero va a ser un cover y ya vamos a empezar a trabajar. De hecho, ya hemos tenido momentos de empezar a trabajar, pero ya lo vamos a hacer de frente. Yo creo que ese es el proyecto que sigue.
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