
A cuatro décadas de la Toma del Palacio de Justicia, la exministra de Justicia, Ángela María Buitrago revisó los hallazgos, omisiones y persistentes vacíos en la investigación de uno de los episodios más traumáticos de la historia reciente de Colombia. La reconstrucción judicial, marcada por sentencias, absoluciones y un “pacto de silencio”, revela la complejidad de responsabilidades y la magnitud de las heridas abiertas.
Buitrago explicó a El Tiempo que durante su gestión “hubo una serie de rupturas de investigación que significó que se hicieran varios procesos contra varias personas”. Entre los procesados estuvieron “los generales de la República, al general Arias Cabrales por la desaparición de once personas, en particular se habló de Irma Franco, Carlos Rodríguez y Bernardo Beltrán”.
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Buitrago detalló que también se dictó sentencia condenatoria contra Iván Ramírez Quintero, entonces jefe de la Brigada veinte, y se investigó a oficiales de inteligencia como el coronel Edilberto Sánchez Rubiano, responsable del B-2 de la Brigada trece. “Todas estas sentencias, hoy en día están en firme, salvo la revocatoria del coronel de caballería, que se da por una votación cuatro a tres”, precisó Buitrago, subrayando la división interna en la justicia sobre estos hechos.
La exfuncionaria relató que se compulsaron copias al presidente Belisario Betancourt, pero “hasta donde sabemos, no han tenido ninguna actuación y, obviamente, el presidente Belisario Betancourt murió sin que el Congreso y la Comisión de Acusaciones generaran alguna actividad dentro de esta investigación”. Además, se compulsaron copias por tortura en 2006 y 2008 contra miembros de la fuerza pública por los casos de Yolanda Santo Domingo, Eduardo Matson, Orlando Quijano y Orlando Arrechea, entre otros. “Sobre esos elementos, desconocemos qué haya pasado con esas investigaciones del Palacio de Justicia”, reconoció Buitrago a El Tiempo.

Ángela María fue enfática al señalar que “nunca se investigó ni las ejecuciones extrajudiciales ni se han vuelto a investigar las salidas con vida, como por ejemplo, del guerrillero Almonacid”. Según su testimonio, Almonacid fue visto saliendo en un jeep del ejército junto a personas que luego fueron torturadas, pero “posteriormente lo dejan muerto en el Palacio de Justicia, donde hacen el levantamiento”. Buitrago agregó: “Es claro que salieron tres guerrilleros más del Palacio de Justicia y de ellos tampoco se supo”.
Sobre la responsabilidad del grupo guerrillero, Buitrago afirmó a El Tiempo: “La responsabilidad de las personas de la guerrilla del M-19 fue observada y fallada en una decisión que tenía el Juzgado Segundo Especializado, en donde, bajo el radicado especializado, se analizó los homicidios que cometieron, el incendio y otros hechos que se les atribuían a los entonces miembros del grupo guerrillero”.
Recalcó ecalcó que existen sentencias condenatorias contra Irma Franco, Clara Elena Enciso, Otero y Almarales, y que “este es un hecho que se pretende negar, diciendo que nunca hubo sentencias contra el M-19. La sentencia está”.
Buitrago también abordó el papel de la fuerza pública: “Mucho de lo que sucedió también fueron excesos cometidos por la fuerza pública en un manejo completamente desquiciado de muchos de los elementos que incluso permiten determinar que había fuego amigo, heridas de policía, heridas de militares por fuego amigo y que habían tenido que ser evitadas desde cualquier momento”.
Ángela María subrayó que “aplicando cualquier principio de derecho internacional, había permitido decir que la vida de los rehenes es sagrada, que no solamente la vida de algunos rehenes, como sucedió cuando pararon la intensiva militar a las tres de la tarde del día 6 de noviembre de 1985 para rescatar a algunas personas con nombre propio, que eran incluso parientes de un ministro de gabinete de esa época”.

En cuanto a la hipótesis de la participación del narcotráfico, Buitrago fue categórica: “No hay prueba diferente a la declaración de Virginia Vallejo y a la declaración del entonces mano derecha de Pablo Escobar, que era Popeye, sobre alguna reunión de Iván Marino Ospina en donde se pensó tomarse el Palacio de Justicia”. Añadió que “en el expediente no aparece ni siquiera la posibilidad de inferir la participación del narcotráfico para la toma del Palacio de Justicia, porque incluso las armas que tenían los miembros del M-19 eran armas de la guerra de Somoza”.
Frente a la versión de que el incendio buscaba destruir expedientes de extradición, Buitrago sostuvo: “La famosa historia, que realmente es un mito del Palacio de Justicia, de que habían sido contratados para quemar los expedientes de extradición no tiene ningún asidero. El expediente no existe en Colombia frente a una extradición”.
Sobre el origen del incendio, explicó: “Se entiende que hubo un error en el ejército y en lugar de disparar un rocket percutor, se disparó un rocket incendiario, elemento que está demostrado por diferentes vías testimoniales, documentales y video, que permite saber que el incendio empezó a las cuatro y media de la tarde cuando se lanza este rocket percutor equivocadamente, un incendiario hacia la biblioteca del Palacio de Justicia, donde prende fuego la biblioteca”.
La magnitud de las desapariciones sigue sin esclarecerse. Buitrago señaló: “La desaparición resulta mucho más que esas dos personas que sí están desaparecidas. Pero lo que siempre hemos dicho, hay muchas personas que salieron con vida y se ven en los videos. La pregunta es: ¿dónde están?”. La mujerrecordó que “cuando yo asumo la investigación, son once los desaparecidos.
Muchos de ellos todavía no han aparecido. Gloria Ansola no ha aparecido. Bernardo Beltrán se reconoce como desaparecido. El caso en particular de Norma Constanza Esguerra, que era la persona que vendía los pasteles en el Palacio de Justicia, está desaparecida”.

Buitrago también se refirió a la falta de registro de visitantes ocasionales: “Había visitantes ocasionales, y de esos visitantes ocasionales no tenemos la certeza de cuántas personas hay, porque cuando se quemó el ingreso del Palacio de Justicia... cuando entra al tanque y arremete con la ametralladora coxial contra todo lo que hay en el primer piso del palacio, pues técnicamente también se pierde mucha información que pudiera estar recaudada a través de las identificaciones que se tenían que dejar en la portería de Palacio de Justicia”.
La ex jefe de cartera describió el contexto político previo a la toma: “Había una gran oposición de sector oficial y de sector particular en el tema de la paz. Desde eso, ya habían dicho que no iban a ceder a los actos de violencia, porque además el M-19 había hecho múltiples actos en donde el ejército había quedado muy mal parado ante la sociedad colombiana”. Según Buitrago, “frente a las condiciones en que tuvieron al presidente Belisario Betancourt, pues obviamente le dijeron que les dejara manejar la operación al Ejército, en donde incluso lo tuvieron, parece ser, recluido, como nos contó una secretaria del Palacio de Nariño, al presidente en uno de los salones de atrás”.
Sobre la actuación del Congreso, Buitrago reveló: “Salió un documento firmado por los congresistas de esa época, diciendo que no se iba a investigar a ninguno y que la idea era mantener en silencio absolutamente todo lo que había pasado, esperando que la gente superara lo que había pasado en Palacio de Justicia. Pero el pacto era clarísimo. Es... y será. Y es hoy. Era, es y será un pacto de silencio”.
Buitrago también relató la autonomía con la que actuaron algunos mandos militares: “El coronel Sadovnik decía: ‘Me desobedeció, se enfrentó conmigo, hizo lo que quería hacer y sobre esa base, llevó los tanques de guerra sin que yo ni siquiera le hubiera dicho que los llevara’”. Buitrago recordó que “el coronel Plazas era el yerno del entonces ministro de Defensa. Y así me lo convocan todos los declarantes. Era yerno y, por lo tanto, tenía disponibilidad de hacer muchas cosas dentro del teatro de operaciones”.

En el plano humano, Buitrago compartió la historia de Rosalbina de León: “Rosalbina era la persona que en la cafetería del palacio hacía el lavado de vajilla y ese día se enfermó y mandó a su hija. Su hija murió en el Palacio de Justicia y ella toda la vida tuvo el cargo de conciencia de que, por ir a reemplazarla dos días al Palacio de Justicia, la hija de Rosalbina murió allí”.
Sobre el papel del presidente Betancourt, Buitrago opinó: “Yo creo que Belisario Betancourt, con todo el respeto que me merece, siendo una gran persona, estuvo un poco desconectado de la realidad del tema del Palacio de Justicia. Quizás confió mucho en la fuerza pública y quizás no indagó por lo que estaba sucediendo, porque él debió haber dado la orden inmediata, incluso, de cesar el ataque con tanques de guerra a un palacio completamente cerrado en el medio de la ciudad”.
La exministra añadió: “Si ustedes miran los archivos de la Escuela de Caballería y del Ejército Nacional de Colombia, se ha considerado que es la peor operación militar que se llevó a cabo utilizando procedimientos no permitidos y frente a condiciones que no pudieron ser más graves para los rehenes”.
Respecto a la muerte del presidente de la Corte Suprema, Alfonso Reyes Echandía, Buitrago concluyó: “La investigación frente a eso, lo que arrojó es que los proyectiles que tenía el presidente Reyes Echandía... no correspondían a las armas del M-19. Así como otras armas mataron y ejecutaron, tampoco eran de armas del M-19. No sabemos quién lo mató, pero lo que sí es cierto es que no había correspondencia entre el proyectil que tenía el presidente Reyes y el que tenían las armas del M-19”.
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