
El temor y la incertidumbre se apoderaron de Campo Dos, en el municipio de Tibú, tras los recientes enfrentamientos armados que provocaron el desplazamiento de numerosas familias campesinas y el confinamiento de personas vulnerables.
La persistencia de la violencia en la región del Catatumbo generó una crisis humanitaria que, según cifras oficiales, ha dejado 163 personas fallecidas, 82.180 desplazadas y 1.740 confinadas en los últimos nueve meses.
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Durante las últimas horas del martes 14 de octubre, habitantes de Campo Dos reportaron intensos combates entre la fuerza pública y presuntos integrantes del ELN, extendiéndose por varios sectores del corregimiento.
El Ejército Nacional confirmó que, tras una operación, fue abatido un guerrillero y por inteligencia militar se tiene conocimiento de más afectaciones a esta estructura que sería la responsable de actividades extorsivas, intimidación y otras acciones terroristas en la región.
Durante la operación, las tropas legítimas también incautaron material de guerra. El coronel Gabriel Alexander Ramos García, comandante de la Fuerza de Tarea Vulcano, señaló que las maniobras ofensivas continúan en la región del Catatumbo.
Temor por ola de violencia en Norte de Santander
El pánico obligó a la comunidad a refugiarse en sus viviendas ante la intensidad de los disparos y detonaciones. De acuerdo con testimonios recogidos por Caracol Radio, varios guerrilleros habrían muerto en los enfrentamientos, aunque las autoridades aún no han confirmado oficialmente esta información.

La situación de inseguridad se agrava por la presencia de múltiples actores armados ilegales. En el asentamiento humano María Paula, también en Campo Dos, se registraron nuevos choques entre el ELN y las disidencias de las Farc, lo que forzó a un número creciente de familias campesinas a abandonar sus hogares por temor a quedar atrapadas en el fuego cruzado.
Es de precisar que, la presencia militar en la zona se reforzó, pero la población permanece en alerta ante la continuidad de los combates. El impacto de la violencia no solo se refleja en las cifras de desplazados y fallecidos, también en el confinamiento de personas mayores y enfermas.
Lorena Carrascal, habitante de Tibú, expresó su preocupación en diálogo con La FM: “Estamos preocupados por lo que se viene presentando en estos momentos. Tenemos a nuestros abuelos, personas ancianas y enfermas, que se encuentran confinadas. Por eso hacemos un llamado a los grupos armados para que permitan la salida de estas familias de las distintas veredas”.

Las autoridades departamentales insistieron en la necesidad de establecer corredores humanitarios. El secretario de Seguridad de Norte de Santander, coronel (r) George Quintero, señaló a La FM que en repetidas ocasiones se solicitó a los grupos armados habilitar rutas seguras y aplicar mínimos humanitarios para permitir la evacuación de la población civil durante los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las Farc.
Quintero advirtió que, con base en el último informe del Puesto de Mando Unificado (PMU), la cifra de víctimas mortales podría ser aún mayor, ya que se tiene conocimiento de que un número indeterminado de personas fue sepultado por sus propias familias cerca de sus viviendas.
Entre las víctimas de esta escalada de violencia se encuentran líderes sociales, firmantes del acuerdo de paz, policías, soldados, menores de edad y miembros de los grupos armados ilegales.
Los municipios más afectados por estos hechos son Tibú, Teorama, El Tarra, Hacarí, San Calixto y Convención, donde la frecuencia de los enfrentamientos y desplazamientos ha marcado el ritmo de la vida cotidiana en el Catatumbo.
Otros hechos en Tibú

El reciente secuestro de Ender Angarita y Yany Barrientos en una zona rural de Tibú intensificó la preocupación en la región del Catatumbo, donde en menos de una semana se registraron cuatro secuestros. La comunidad local manifestó alarma ante la frecuencia de estos hechos, que evidencian un repunte de la violencia en Norte de Santander.
El caso más reciente involucra a la pareja mencionada, que, según los reportes de la comunidad, fueron interceptados por hombres armados mientras se desplazaban en una camioneta hacia el casco urbano de Tibú. Hasta el momento, no se ha identificado a los responsables de este acto, lo que incrementa la incertidumbre y el temor entre los habitantes de la zona.
La serie de secuestros comenzó el miércoles 8 de octubre, cuando Belisario Peñaranda, de 80 años, fue privado de su libertad en la vereda La Esmeralda, ubicada en el área rural del municipio de Sardinata. Tres días después, el sábado 11 de octubre, Álvaro Antonio Páez Ortiz, de 43 años, fue secuestrado mientras transitaba en un vehículo particular por la vía nacional que conecta Cúcuta y Ocaña.
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