
El regreso a Colombia de Jorge Eliécer Domínguez Falla, conocido como alias Palustre, ha reavivado las tensiones criminales en el Valle del Cauca. Tras cumplir cerca de ocho años de prisión en Estados Unidos, el excapo volvió discretamente al país hace tres años, pero su nombre ha regresado con fuerza a los informes de inteligencia, los expedientes judiciales y las calles violentas de Cali.
Hoy, su figura se menciona en el plan pistola contra funcionarios del Inpec, en los negocios de Diego Marín, alias Papá Pitufo, y hasta en los rumores que rodean el asesinato del exconcejal Miguel Uribe Turbay.
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Domínguez Falla fue un peso pesado del narcotráfico del Valle durante los años de expansión de los hermanos Calle Serna, conocidos como los Comba, líderes del cartel de los Rastrojos.
Según informes judiciales y testimonios recogidos por El Tiempo, Palustre administró rutas de exportación de cocaína hacia Centroamérica y Estados Unidos, además de manejar una oficina de cobros y sicariato que se mantuvo activa incluso tras su extradición en 2013.
El retorno silencioso

Capturado en 2013 en Manta, Ecuador, durante un operativo conjunto de la DEA y la Policía ecuatoriana, Palustre fue extraditado a Colombia y posteriormente enviado a Nueva York, donde una corte federal lo condenó por conspiración para traficar cocaína. Tras cumplir su pena, regresó al país en 2022. Desde entonces, su vida se mueve entre el mito y el temor.
En Cali, circulan versiones opuestas sobre su presente. Algunos aseguran que se retiró del crimen y vive con su familia en una lujosa finca a las afueras de la ciudad. Otros, por el contrario, sostienen que reconstruyó su vieja red de sicarios y retomó el control de los cobros ilegales y las rutas que alguna vez pertenecieron a los Rastrojos.
Una fuente judicial indicó al diario citado que, desde su regreso, Palustre se mantiene presente en la ciudad, aunque su figura no se mencione abiertamente, ya que la mayoría de los actores criminales y ciudadanos le guardan respeto y prudencia.
El rastro en el plan pistola
El nombre de Palustre reapareció en informes de inteligencia que relacionan a su organización con la ola de atentados contra funcionarios del Inpec en el Valle del Cauca.
Las autoridades sospechan que detrás de esos ataques, atribuidos inicialmente al grupo Muerte a Guardianes Opresores (Mago), habría una disputa interna por el control de los patios de la cárcel Villahermosa y de las rentas derivadas del ingreso de armas, drogas y celulares.

En conversaciones interceptadas, que las autoridades asocian a Palustre, se discutía el control territorial en Cali y se señalaba directamente al director regional del Inpec, Guillermo Andrés González. En uno de los mensajes filtrados se advertía que, aunque varias ciudades ya estaban bajo control, Cali no debía ser invadida por otros grupos.
Un líder sindical del Inpec explicó que el crimen organizado busca controlar las cárceles para introducir elementos ilícitos y que, cuando se les impide, responden con ataques directos contra los funcionarios.
Vínculos con Papá Pitufo
El excapo también fue mencionado en febrero pasado en el proceso contra Diego Marín, alias Papá Pitufo, conocido como “el zar del contrabando”.
En una declaración publicada por El Tiempo, José Miguel Maldonado, alias El Lobo, un sicario caleño, aseguró trabajar para la oficina de cobro de Palustre, presuntamente al servicio de Marín y su hijo Juan Diego Marín Franco, alias Perrito.
Aunque Maldonado se retractó posteriormente y su testimonio fue considerado poco confiable, la coincidencia de nombres entre expedientes distintos ha encendido alertas dentro de los organismos de inteligencia.
El fantasma detrás del crimen de Miguel Uribe
El medio citado también indicó que hay un reporte que menciona que Palustre podría tener información sobre alianzas criminales relacionadas con el asesinato del exconcejal Miguel Uribe Turbay.
Si bien no existen pruebas directas que lo vinculen, los investigadores consideran que su red de contactos en el Valle y otras regiones del país podría haber servido de intermediaria en movimientos ilícitos de dinero y armas.
Pese a las versiones que lo señalan, ninguna autoridad ha emitido una nueva orden de captura contra Domínguez Falla. Sin embargo, agencias federales de Estados Unidos siguen vigilando sus movimientos, ante reportes que lo vinculan con viajes frecuentes a Costa Rica y con la apertura de negocios de apuestas y cobros ilegales.
Mientras tanto, la investigación sobre el asesinato de Uribe Turbay, ocurrido el 7 de junio en el parque El Golfito de Bogotá, tomó un giro inesperado tras la aparición de un informante clave, un militar retirado cuya credibilidad ha sido verificada en casos anteriores.

El testimonio apunta a Élder José Arteaga, alias el Costeño o Chipi, como coordinador del atentado, presuntamente bajo órdenes del ELN. Según el relato, la operación contó con la participación de alias Barbas, jefe de finanzas del ELN en zonas fronterizas.
La versión del informante fue sometida a rigurosas pruebas de veracidad, cuyos resultados confirmaron la autenticidad de su relato. Además, los investigadores ya seguían de cerca al componente urbano del ELN en Bogotá y lograron identificar a uno de sus miembros en el parque El Golfito el día del atentado.
Este individuo, tras el crimen, abandonó el lugar y, según el seguimiento realizado, viajó por tierra hasta Saravena, en Arauca, para luego cruzar la frontera con Venezuela.
En octubre del año pasado, Barbas instruyó al informante para viajar a Bogotá en un bus de servicio público desde Bucaramanga. Al llegar a la terminal de Ciudad Salitre, fueron recibidos por el Costeño, que los condujo al hotel donde se alojarían. Allí, según el testimonio, recibieron la orden de “hacer la vuelta a una persona muy importante”, aunque en ese momento no se reveló la identidad de la víctima.
El informante y Barbas permanecieron tres días en la capital realizando otras actividades, pero el informante está convencido de que el viaje tenía como objetivo concretar el asesinato de Uribe Turbay.
La solidez de la información proporcionada por el informante llevó a los investigadores a mostrarle diversas imágenes para identificar a el Costeño. La identificación fue inmediata y sin dudas: se trataba del mismo hombre que coordinó el crimen y que actualmente se encuentra recluido en el pabellón de máxima seguridad de la cárcel de Palogordo.
Aunque la Policía y la Fiscalía mantienen como principal sospechosa a la Segunda Marquetalia, la información inédita del informante mantiene abierta la línea de investigación sobre la posible autoría intelectual del ELN.
La coincidencia de estos entramados –el operativo del Costeño y las posibles conexiones de Palustre– evidencia cómo distintos actores del crimen organizado pueden converger en torno a un mismo hecho violento, dejando aún muchas preguntas sobre las redes detrás del magnicidio de Miguel Uribe Turbay.
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