María Elvira Arango, de los Informantes, reveló detalles de su divorcio y su historia de amor a primera vista: “Por los hijos hay que irse”

El recorrido de María Elvira Arango en el periodismo y la literatura colombiana está marcado por una profunda inquietud por la memoria colectiva, la realidad cotidiana y el impacto del conflicto armado en el país.

Su trabajo es reconocido por un enfoque sensible, la atención al detalle en su narrativa y una mirada introspectiva hacia los aspectos más humanos de sus protagonistas. A través de su carrera, logró abordar temáticas sociales y culturales con una perspectiva que combina rigor periodístico y empatía.

Ahora puede seguirnos en Facebook y en nuestro WhatsApp Channel

Al frente de Los Informantes, Arango se consolidó como una de las figuras más influyentes del género de la crónica en la televisión nacional. Desde hace más de diez años, el programa se caracteriza por la producción de reportajes, entrevistas y perfiles en profundidad, ganándose el reconocimiento tanto del público como de sus colegas.

Si bien Arango es conocida por su trabajo público y su voz en los medios, la periodista optó a lo largo de los años por mantener una postura discreta respecto a su vida familiar. Sin embargo, en una conversación reciente para el pódcast Menopáusicas ¡y qué!, conducido por Yolanda Ruíz y María Elvira Samper, decidió compartir aspectos personales sobre su proceso de reinventarse afectivamente tras el final de su primer matrimonio. Durante la entrevista, Arango reflexionó sobre las transiciones emocionales que atravesó al separarse y el significado de reconstruir la vida amorosa tras una ruptura significativa.

La escritora destacó que, a pesar del dolor y la dificultad de la separación, de esa experiencia surgieron aprendizajes valiosos y una relación cercana y sólida con su hija. Expresó el sentimiento de que la parentalidad y el vínculo con los hijos pueden ser el legado más positivo tras los tiempos de crisis. En sus palabras: “Como si uno estuviera pagando una promesa, ¿quién dijo que hasta la muerte nos separe? no, hasta que dure el amor. El amor dura, lo que dura y cuanto hay hijos de por medio, es más difícil, pero por los hijos hay que irse (...)”, sostuvo, reconociendo las complejidades y presiones sociales, así como el desafío adicional que implica un divorcio cuando se tienen hijos en común.

A pesar de las reservas iniciales para abrirse a una nueva relación, motivadas por el temor al dolor y la incertidumbre, Arango relató cómo, al poco tiempo de su divorcio, experimentó un encuentro que cambiaría nuevamente el rumbo de su vida personal.

Según compartió, durante una estancia en Miami, conoció a David y la conexión fue inmediata. “Conocí a David recién divorciada en Miami y no me lo van a creer, pero fue amor a primera vista. Yo me enamoré de David apenas lo vi, cuando le di la mano sentí unas cosas”, explicó Arango, enfatizando la intensidad de ese vínculo desde el primer instante. La periodista señaló que esta segunda oportunidad en el amor la tomó inicialmente por sorpresa, pero a la vez fue un recordatorio de que es posible reconstruirse y dar espacio a nuevas formas de felicidad.

En la entrevista, María Elvira también expresó agradecimiento hacia su madre, que al igual que ella, transitó por un proceso de divorcio, y cuya experiencia y consejos le sirvieron de guía y consuelo. Reconoció que, aunque su madre no encontró una nueva pareja tras la ruptura, sí transmitió una valiosa enseñanza sobre la posibilidad de recuperar la alegría y enfrentar el futuro con esperanza, demostrando que la felicidad, en cualquiera de sus formas, puede renacer aún después de los capítulos más difíciles.

De este modo, la historia personal de María Elvira Arango complementa el perfil de una profesional comprometida con contar historias ajenas y, al mismo tiempo, dispuesta a compartir su propia travesía emocional. El testimonio de la directora de Los Informantes suma una perspectiva honesta sobre los retos de las segundas oportunidades, los procesos de sanación tras el divorcio y la importancia de los lazos familiares como motor para reinventarse en los distintos ciclos de la vida.