Tras alerta de seguridad en vuelo a Bucaramanga, Avianca pidió fuertes sanciones contra los pasajeros disruptivos: “Prohibir la capacidad de volar”

En la tarde del domingo 31 de agosto de 2025, un joven adoptó una actitud disruptiva y profirió amenazas contra los pasajeros del vuelo AV8579 de Avianca, que cubría la ruta Bucaramanga–Bogotá, lo que obligó a la tripulación a regresar a la plataforma antes de iniciar el vuelo.

Ante esta situación, la compañía aérea solicitó a las autoridades nacionales que se refuercen las sanciones y se contemple la posibilidad de vetar a quienes reincidan o representen un peligro para la seguridad a bordo.

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En un comunicado, la aerolínea detalló que el individuo fue entregado a sanidad aeroportuaria y desembarcado, mientras que la aeronave fue sometida a una revisión de seguridad antes de reanudar su itinerario.

“Un joven presentó un comportamiento disruptivo y amenazó a los pasajeros, lo que obligó al avión a regresar a la plataforma antes del despegue”, informó Avianca en el comunicado.

Además, reiteraron su política de cero tolerancia frente a conductas que comprometan la seguridad y subrayó que continuará empleando todas las herramientas civiles y penales disponibles para proteger tanto a sus clientes como a sus colaboradores.

“La aerolínea reitera su llamado a las autoridades para fortalecer las normas con sanciones más severas e, incluso, la posibilidad de prohibir o suspender la capacidad de volar a quienes reincidan o pongan en riesgo la seguridad”, expresaron.

Adicionalmente, insistieron en la urgencia de contar con un marco legal más sólido que permita disuadir, sancionar y prevenir comportamientos similares en el futuro.

“La compañía seguirá utilizando todas las herramientas civiles y penales para proteger a sus clientes y colaboradores, al tiempo que insiste en sacar adelante el marco legal que el país necesita para disuadir, sancionar y prevenir estos comportamientos”, puntualizaron.

Los hechos ocurrieron en el aeropuerto Palonegro, ubicado en el municipio de Lebrija, departamento de Santander, sobre las 2:00 p.m. del domingo 31 de agosto de 2025.

En ese instante, los pasajeros se encontraban abordando la aeronave para iniciar el trayecto que tenía como destino el Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá.

Sin embargo, momentos antes del despegue, los pasajeros notaron que un hombre con gorra beige, pantalón gris, zapatos negros y una maleta nueva, que ocupaba el asiento 24D, comenzó a dirigir varias amenazas contra los ocupantes de la aeronave.

“Un sujeto comenzó a amenazarnos impidiendo que el vuelo despegara a su destino. Por fortuna, las autoridades lo bajaron y enseguida evacuaron todo el avión para revisar si había algún artefacto explosivo en su interior.”, denunció Gloria Martínez, exconcejal de Bogotá, que abordaba el vuelo y publicó un video del caso.

Además, el pasajero, según cuenta la exdirigente capitalina, expresó a los presentes que “no les convenía que él se quedara”, una afirmación que generó alarma entre los viajeros y desencadenó una reacción colectiva de temor.

“El muchacho empezó a caminar dentro del avión, a decir que su familia estaba en peligro. Empezó a decirnos que nos preocupáramos por la de nosotros y a preguntarnos si se quedaba o no en el avión, sugiriendo de alguna manera que había algún riesgo para nosotros”, agregó Díaz.

De igual manera, en el avión se encontraba la reconocida actriz de televisión Katherine Porto, que relató la experiencia a través de su cuenta oficial de Instagram y describió el ambiente de incertidumbre que se apoderó del avión tras el suceso, pues se mostró notablemente afectada tras las amenazas del joven.

“Estoy en un vuelo de Bucaramanga a Bogotá, y este chico nos amenaza, dice que no nos conviene viajar en este avión. Que nosotros votemos si se queda o se baja, nos amenaza y estamos encerrados en el avión”, escribió en sus redes sociales.

A medida que la inquietud aumentaba, los pasajeros intentaron descender del avión por su propia cuenta, recogieron sus pertenencias y se prepararon para abandonarlo. Sin embargo, la tripulación le pidió a todos que permanecieran en sus asientos, lo que incrementó la sensación de inseguridad, pues no tenían conocimiento de lo que estaba pasando.

La negativa de los viajeros a acatar la instrucción reflejó el nivel de preocupación que predominaba en el ambiente, mientras el joven continuaba en el interior del avión mencionando frases que hacían que la sensación de temor no disminuyera.

El desenlace llegó tras casi una hora de espera, cuando personal de la Policía Nacional ingresó a la aeronave. Solo entonces se permitió a los pasajeros descender, lo que puso fin a la incertidumbre.