El precio del dólar estadounidense en Colombia cerró la jornada del 5 de agosto en un promedio de $4.093.18. Esto significó una caída de $4,2 frente a la Tasa Representativa del Mercado (TRM), que se ubicó en $4.097,38.
La divisa norteamericana tuvo un precio de apertura de $4.095,00, tocó un máximo de $4.104,50 y un mínimo de $4.084,00. Además, durante el día, de acuerdo con la plataforma Set-FX, se negociaron más de USD816 millones en 1.131 transacciones.
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Si consideramos los datos de los últimos siete días, el dólar estadounidense anota una bajada 2,31%, por lo que desde hace un año aún mantiene una disminución del 3,19%.
Respecto a días previos, acumuló cinco sesiones sucesivas en dígitos negativos. La cifra de la volatilidad fue de 13,26%, que es una cifra ligeramente inferior al dato de volatilidad anual (14,46%), por lo tanto su cotización está presentando menos variaciones de lo que indica la tendencia general en los últimos días.
Así se movió el mercado
El comportamiento del dólar frente al peso colombiano en lo que va de agosto de 2025 refleja una coyuntura compleja, marcada por fuerzas globales y factores internos que están moldeando una nueva etapa de incertidumbre cambiaria y expectativas reconfiguradas.
Tras un alza significativa en julio, impulsada por temores inflacionarios y la fortaleza de la economía estadounidense, el dólar comenzó a ceder terreno desde el 1 de agosto. El principal catalizador de este retroceso es el ajuste en las expectativas de tasas de interés de la Reserva Federal (FED). La idea de que el ciclo alcista de tasas llegó a su punto terminal, o incluso podría revertirse a finales de año, debilitó al dólar en los mercados internacionales.
Además, la reanudación de tensiones comerciales, particularmente entre Estados Unidos y China, está generando movimientos defensivos en los mercados. Tal como señala el equipo de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, “la dinámica del dólar estará a merced de los datos de actividad y los comentarios de algunos miembros de la Fed. Así mismo, de la reacción del mercado a la reanudación de la guerra comercial”.
Este clima global de mayor aversión al riesgo favorece a monedas emergentes como el peso colombiano, al menos temporalmente, en la medida en que se mantengan flujos de capital buscando rendimiento en mercados con mejores diferenciales de tasas.
En el plano local, el foco está sobre las decisiones del Banco de la República, que en julio sorprendió al mantener su tasa de interés en 9,25%, desafiando el consenso de analistas y las propias expectativas captadas por Fedesarrollo y el Banco Central en sus encuestas mensuales.
El hecho de no recortar tasas, en medio de un entorno de inflación contenida y con señales de desaceleración económica, fue leído por el mercado como una decisión conservadora. Si bien esto podría sostener temporalmente la fortaleza del peso, también introduce dudas sobre la trayectoria futura de la política monetaria, especialmente si otras economías comienzan a flexibilizar sus condiciones financieras antes que Colombia.
Cabe destacar que las decisiones del Banco de la República inciden no solo sobre las tasas internas, también sobre el comportamiento de los inversionistas extranjeros, que ajustan sus portafolios en función del diferencial de tasas, el riesgo país y la estabilidad fiscal.
Otro factor clave es el rol del Gobierno nacional en el mercado cambiario. Las compras de dólares por parte de la Nación, principalmente para cumplir obligaciones en moneda extranjera o fortalecer reservas, introducen presiones adicionales sobre el precio del dólar.
Si estas compras se intensifican en el segundo semestre, podrían generar una depreciación paulatina del peso, especialmente si coinciden con una menor entrada de inversión extranjera directa o de portafolio. A su vez, el ajuste en las previsiones de tasas del Banco de la República será determinante para amortiguar o exacerbar estas presiones.
A corto plazo, el comportamiento del dólar/peso seguirá siendo altamente sensible a los flujos internacionales de capital, a la evolución de los datos macroeconómicos en EE. UU. y Colombia, y a las señales de política monetaria de ambos lados. Si se confirma una pausa prolongada o incluso una reducción de tasas, el dólar podría seguir debilitándose frente a una canasta de monedas emergentes, incluyendo el peso colombiano. Sin embargo, cualquier resurgimiento de tensiones geopolíticas o deterioro en las cuentas externas de Colombia podría revertir rápidamente esa tendencia.
En el plano interno, el mercado observará con atención las siguientes decisiones del Banco de la República, en busca de pistas más claras sobre el inicio de un ciclo de recortes. Un cambio en esa dirección podría debilitar al peso si no viene acompañado de confianza macroeconómica y estabilidad fiscal.
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