Así puede convertir la fritanga en una comida de gala, según Carmiña Villegas

La experta en etiqueta y empresaria colombiana comentó la manera en la que este plato sale del contexto informal para convertirse en el centro de una mesa decorada con flores y vajilla artesanal

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- crédito @carminavillegas.cv/Instagram
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Para nadie es un secreto que la fritanga se suele asociar este alimento con reuniones informales y un ambiente relajado.

Sin embargo, existen otras formas para que este reconocido plato colombiano pueda ser visto como una forma de elegancia y sutileza.

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Uno de estos casos fue explicado por Carmina Villegas, experta en etiqueta y empresaria colombiana, que asegura que este platillo puede estar en un contexto mucho más cuidado y estéticamente agradable, dignificando tanto el plato como el ritual de sentarse a la mesa.

“Vamos a darle la importancia a esta comida muy típica, muy artesanal, que tiene detrás todo un trabajo de personas haciéndolo manualmente a un plano de la mesa, sobre todo lindo, estético, disfrutado y sentados a la mesa”, expresó en un video publicado en su cuenta de Instagram.

Aunque se suele asociar este alimento con reuniones informales y un ambiente relajado, la propuesta consiste en llevar la fritanga a un contexto mucho más cuidado y estéticamente agradable - crédito @carminavillegas.cv/Instagram

Del mismo modo, la experta en etiqueta recalcó los elementos seleccionados para realzar el ambiente, que incluyen un mantel con estampado floral, platos que evocan el trabajo manual del barro y la cerámica, pero elaborados en porcelana, así como una tabla rústica de madera para servir.

En cuanto a los cubiertos, Villegas explicó: “Quiero destacar que estos cubiertos, tres dientes, cuchillo de punta con sierra, es lo que se llama los cubiertos para acá vamos a comer cortadas mucho más cómodas”.

Igualmente, recalcó que a este reconocido plato nacional no puede faltar bebidas como la cerveza o el refajo, una bebida que combina el alcohol mencionado con gaseosa.

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- crédito @morcillas.penaranda / TikTok

No obstante, recalcó que en la mesa debe estar una copa de agua que, según ella, “es indispensable para limpiar la boca y para la asimilación de los diferentes alimentos”.

Por último, Carmiña Villegas hizo una invitación para valorar la cocina popular con una puesta en escena que rescata la belleza del acto de compartir los sabores más emblemáticos del país, en una mesa preparada con dedicación y cariño.

No saben lo feliz que estoy hoy de invitarlos a que disfruten conmigo. Un plato maravilloso, típico de la comida colombiana, que a la mayoría nos encanta”, concluyó.

Desde que era una niña,
Desde que era una niña, la también psicóloga conectó con su pasión por la mesa, que la llevó a convertirse en empresaria y una voz de autoridad en cuanto a las buenas costumbres - crédito @lasaladelauraacuna / TikTok

Cómo aprendió de etiqueta Carmiña Villegas

La historia de Carmiña Villegas no se forjó de manera directa en el universo de la etiqueta ni en el comercio de artículos de lujo.

Según relató en La Sala de Laura Acuña, pódcast digital de la reconocida presentadora de televisión, pese a obtener su título de Psicóloga en la Universidad Javeriana, la vocación que la llevaría a convertirse en la primera “apasionada de la mesa” en Colombia surgió de manera gradual, influida por dos figuras femeninas que transformaron su percepción sobre el arte de recibir y la importancia de los detalles en la vida cotidiana.

La primera fue la madre de su amiga de colegio, una mujer libanesa que la invitó a formar parte de su hogar y cuyos hábitos y costumbres captaron la atención de la joven Carmiña.

“Fue un conflicto de adolescente, porque veía ciertas cosas en la casa de mi amiga y en la mía no había nada. No tenía edad para hacer esos comentarios, quedaba como malcriada, pero después entendí que anda que ver”, comentó.

En el colegio y en la universidad fue acercándose a su pasión por la mesa - crédito @lasaladelauraacuna / TikTok

Este choque cultural no solo la deslumbró, sino que la impulsó a convertirse en una observadora atenta y entusiasta, deseosa de compartir y replicar lo aprendido. “Me fascina, llegaba a mi casa a contarlo todo”, confesó.

El segundo referente decisivo apareció durante su etapa universitaria cuando compartió estudios con una compañera mayor, una bogotana criada en Europa, cuya casa se distinguía por la naturalidad con la que se vivía la etiqueta y la hospitalidad. “Había un entrenamiento en el personal”, expresó.

Villegas contó que en ese entorno, la etiqueta no se imponía como una obligación, sino que formaba parte de la vida diaria. Mientras otros compañeros se sentían incómodos y preferían dejar de asistir, Villegas optó por aprovechar cada encuentro como una oportunidad de aprendizaje: “El que quiso aprender, aprendió y yo me dediqué a preguntar”, agregó.

Este espíritu inquisitivo la llevó, años después, a viajar a Bélgica para reencontrarse con su amiga, ya instalada en Bruselas. Juntas recorrieron tiendas especializadas en vajillas y artículos exclusivos, profundizando en el conocimiento de una cultura de la mesa que trasciende lo meramente funcional para convertirse en una expresión de identidad y memoria familiar.