
Hay preocupación en el municipio de Barrancabermeja, en Santander, después de que el proceso de que el proceso de búsqueda de personas desaparecidas en el cementerio La Resurrección, el equipo interinstitucional de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (Ubpd) se encontrara con una serie de elementos poco habituales.
Según un reciente informe conocido por el medio regional Vanguardia, mientras se realizaban las excavaciones en la zona destinada a personas no identificadas, los forenses descubrieron materiales hospitalarios enterrados junto a los restos humanos.
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De hecho, los profesionales informaron que entre los objetos encontrados había bolsas de transfusión de sangre, algunas con fluidos en su interior, gasas, agujas, bolsas de suero y tapabocas.
Ante los hallazgos, el secretario de Medio Ambiente y Transición Energética de Barrancabermeja, Leonardo Granados Cárdenas, señaló que estos residuos podrían haber sido depositados en el cementerio de manera irregular aproximadamente hace cinco años, posiblemente durante la pandemia por el covid-19.

“Seguramente encontraremos enterrados más de estos elementos biológicos peligrosos. Nadie tiene certeza de cómo llegaron allí. Una posible hipótesis, que deberá ser verificada, respondería a que, en medio de la pandemia de la COVID-19, estos elementos fueron dispuestos en esta zona de forma irregular. No sabemos por orden de quién…”, señaló el funcionario al medio regional.
A pesar de la antigüedad de muchas de las tumbas, las autoridades confirmaron que los elementos hospitalarios son de fecha reciente en comparación con los cuerpos allí enterrados.
Como medida inmediata, los residuos encontrados se trasladaron a una zona de disposición segura según las normas de salud ambiental y se inició una investigación para aclarar las circunstancias de su entierro.
“Estamos haciendo las averiguaciones para identificar cómo ingresaron estos elementos altamente peligrosos al cementerio. Por ahora, no sabemos más…”, concluyó Granados Cárdenas.
Además de los riesgos ambientales y sanitarios, la labor de búsqueda en La Resurrección expuso las dificultades asociadas a la identificación de víctimas del conflicto armado.

Debido a la falta de registros precisos sobre la ubicación de cadáveres y a las condiciones agresivas del terreno, los forenses deben avanzar con cautela y precisión. El terreno, altamente ácido y húmedo, acelera la degradación de los restos óseos, lo que complica aún más el reconocimiento de las víctimas.
El trabajo de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas forma parte de un esfuerzo humanitario consagrado en el Acuerdo Final de Paz, con el objetivo de ofrecer verdad y reparación a las familias de víctimas de desaparición forzada en Colombia.
Esta labor busca recuperar e identificar restos de personas desaparecidas antes de diciembre de 2016, tanto por acciones directas de grupos armados como por la violencia generalizada en la región.
Junto a los residuos hospitalarios, el equipo forense también halló recipientes y objetos asociados a prácticas rituales y creencias populares. Botellas con elementos orgánicos y otros objetos fueron identificados entre los entierros, lo que dejó al descubierto la presencia de prácticas esotéricas en el campo privado.

Según testimonios, en el cementerio se llevan a cabo rituales nocturnos, muchas veces motivados por la búsqueda de favores o por el deseo de invocar poderes a través de los difuntos. Comerciantes de productos esotéricos explican que no es raro que chamanes y curanderos utilicen partes de tumbas y restos para estos fines.
“Fabrican ‘la nanga’, se dice, a una olla grande de barro negra donde supuestamente habitará el espíritu escogido con el cual harán sus cosas (trabajos). Bien, para armar esa logística, utilizan dicha olla, la cual contiene alguna osamenta del difunto que escogieron, junto con algunas hierbas, palos y esencias seleccionadas para el propósito”, señaló uno de los vendedores esotéricos a Vanguardia.
Entretanto, en el transcurso de la intervención, se lograron recuperar 31 cuerpos, los cuales fueron trasladados al Instituto Nacional de Medicina Legal para su identificación.
La esperanza de las familias de la región, agrupadas en organizaciones de víctimas, es que gracias a este proceso se pueda avanzar en la reconstrucción de la verdad y en la entrega digna de los restos. Se estima que en el Magdalena Medio existen más de 5.400 personas desaparecidas, muchas de las cuales podrían estar sepultadas en cementerios como el de La Resurrección.
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