
El miércoles 7 de mayo de 2025 se confirmó el crimen de Wilmar Ayoví, ciudadano colombiano que se encontraba radicado en Cochabamba, Bolivia.
Oriundo del puerto de Buenaventura, en el departamento del Valle del Cauca, el hombre de 47 años de edad había sido encontrado sin vida en una zona rural de la capital boliviana, con claros rasgos de tortura en varias partes de su cuerpo.
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En diálogo con El Tiempo, Leydi Bonilla, pareja sentimental de Ayoví, solicitó ayuda al Gobierno colombiano para que se adelante el proceso para la repatriación del cuerpo hacia el puerto del pacífico colombiano.
En medio del dolor por la partida del padre de sus tres hijos, la mujer indicó que Wilmar Ayoví se encontraba trabajando en Chile durante cinco años, hasta diciembre de 2024, cuando decidió regresar a Buenaventura para pasar tiempo con su familia para la temporada de Navidad y Fin de año.

Sin embargo, en marzo de 2025, motivado por la posibilidad de un nuevo empleo, viajó a Cochabamba (Bolivia), tras haber conocido a personas de ese país durante su estadía en el país austral.
“Él era padre de tres hijos, la mayor, de 21 años y producto de una primera unión, y los hijos que tuvo con Leydi, de 13 y 16 años de edad, respectivamente. Luego, en marzo de este 2025, él viajó hacia Bolivia, pues en Chile había conocido a personas de ese país que le indicaron poder ayudarle con un empleo en ese país, por eso se desplazó a Cochabamba”, explicó Bonilla al citado medio de comunicación.
Frente al empleo que iba a desarrollar en el país sudamericano, la mujer detalló que se trataba de colaborador en una siembra de cultivos. Incluso, mencionó que Ayoví viajó a territorio boliviano con otro colombiano para trabajar en dicho lugar.

“Él me dijo que lo dejó en una casa con sus amigos bolivianos. Él estaba de paso (...) pero nos bloqueaba la llamada. El amigo también llamaba y no podía hablar. Pero, el boliviano sí conocía a Wilmar”, manifestó.
No obstante, a partir de ese momento, Bonilla sostuvo que las comunicaciones empezaron a ser cada vez más cortantes, en especial, cuando fue el día de cumpleaños de uno de sus hijos, donde no se registró su llamada.
“En un comienzo me confié porque él decía que se quedaba sin señal y pasaban días sin hablar. Él nunca dejaba de hacerlo. Siempre estaba pendiente de sus hijos, de sus cumpleaños”, comentó la dama.
Desde marzo de 2025, Leidy Bonilla sostuvo que perdió comunicación total con su esposo, hasta que el miércoles 7 de mayo, a través de un mensaje de audio enviado por WhatsApp, se confirmó la trágica noticia de su fallecimiento.

Según contó Leidy Bonilla a El Tiempo, dicha comunicación fue enviado por el colombiano que había viajado con Ayoví a Cochabamba, en el que aseguró que la casa donde se hospedaban se encontraba vacía.
“La casa estaba vacía, pero le dijeron que habían encontrado un cuerpo. Él fue a la morgue y confirmaron que era Wílmar”, recalcó la mujer, que se dedicaba a la venta de jugos en la Zona Franca de Buenaventura.
Frente a los detalles del fallecimiento, la mujer explicó que el connacional lo encontró con rastros de violencia en su cuerpo: “Estaba amarrado y lo torturaron”, dijo Bonilla al medio citado, agregando que no hay rastro de los bolivianos que conoció en Chile y en la ciudad del altiplano.

En cuanto a la repatriación del cuerpo, la mujer acudió a la Personería de Buenaventura, que a su vez contactó a miembros del Gobierno Nacional y de la Cancillería colombiana para alertar sobre el caso y buscar apoyo en la gestión del traslado. Sin embargo, las autoridades colombianas han indicado que, antes de proceder con la repatriación, es necesario que avance la investigación del asesinato.
No obstante, uno de los obstáculos más grandes que enfrenta la vendedora de jugos, según explicó a El Tiempo, es el costo del traslado del cuerpo, que implica un costo aproximado de 20 millones de pesos, una suma que resulta inalcanzable para ella. “Yo no tengo toda esa plata. Yo trabajo vendiendo jugos y ahora mi preocupación son mis hijos, y sacarlos adelante”, expresó la mujer, visiblemente afectada por la situación.
El caso de Wílmar Ayoví pone de manifiesto la necesidad de esclarecer los hechos que llevaron a su fallecimiento, así como de garantizar justicia para su familia. Por el momento, las autoridades bolivianas y colombianas podrían estar involucradas en la investigación, aunque no se han dado a conocer avances significativos en el caso.
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