
El 14 de mayo de 2023, un feminicidio conmocionó a Bogotá luego de que un hombre atacara a quien era su pareja sentimental, a quien le disparó de manera indiscriminada en el centro comercial Unicentro.
La víctima, Érika Aponte, y su asesino, Christian Camilo Rincón, habían tenido una relación durante 11 años, marcada por agresiones y amenazas, de la cual nació un hijo.
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Casi al cumplirse dos años del lamentable desenlace de Érika, su padre, Nazario Aponte, dio su testimonio en el podcast Más allá del silencio, donde reveló las condiciones en las que la pareja sostenía su relación y los diferentes episodios de maltrato que su hija vivió durante el tiempo que convivió con este hombre.
El padre de la víctima narró que la pareja se conoció cuando Érika estudiaba en un colegio de la localidad de Usme, sur de Bogotá, en el preciso momento en que ella tomaba el bus, pues él era el encargado de cobrar los pasajes por esa época.
Su convivencia empezó cuando ella se fue, en un periodo de vacaciones, a compartir con su madre, y cuando tenía que regresar con Nazario para retomar actividades académicas, le dijo que no volvería y que se iría a vivir con su pareja. “Se me salió de las manos.”
En medio de la convivencia, empezaron a presentarse los problemas y las adicciones de Cristian comenzaron a salir a la luz. Le confesaba a su padre que consumía drogas y que, muchas veces, llegaba en estado de embriaguez.

Las cosas no estaban yendo bien y la joven quería dejar la relación, pero las amenazas comenzaron.
En medio del temor de que este hombre le hiciera daño a su padre, empezó a refugiarse en casa de su tía paterna, pero siempre terminaba regresando debido a las constantes amenazas.
Incluso, tal era el miedo que, antes de quedar embarazada, él la envió junto a su hermana a un pueblo para que se alejara de ese hombre, pero fue cuestión de días para que el agresor de Érika se enterara de su paradero y la amenazara con ir a buscarla, por lo que decidió regresar.
A los 17 años quedó en estado de embarazo y las agresiones disminuyeron, a pesar de que tuvo que vivir con la hermana de su padre porque este hombre no la recibía en su casa mientras estuviera en gestación. Casi tres años después, el comportamiento del criminal regresó y con más fuerza.
Su padre cuenta que fueron múltiples las llamadas que ella le hizo para comunicarle el deseo que tenía de alejarse: “Me llamaba, me decía, papi, necesito que me ayudes, ya no puedo más con Cristian, estoy cansada, quiero irme, quiero separarme de él (...) Ella siempre me llamaba y me decía que quería separarse. Un año antes de que pasara eso, en 2022, hubo un intento de separación de ella. Llegó donde mi hermana y dijo que Cristian ya tenía otra relación, tenía otra mujer”, situación que la hizo pedir nuevamente ayuda a su tía para refugiarse en su hogar.

Aun así, su padre asegura que él no la dejaba tranquila, llegaba hasta la casa de la tía de Érika bajo los efectos del alcohol a hacerle reclamos.
El 11 de mayo, luego de acudir a las autoridades correspondientes, Érika ya contaba con una orden de restricción en contra de Rincón y había recibido medidas de protección en la comisaría de Soacha. No obstante, ese día se encontró con el hombre en el parqueadero y debió acudir a la policía. Los guardias le dijeron que se retirara: “Pensamos que se iba a alejar de ella, pero fue una bomba de tiempo”.
El día anterior, el sábado, volvió a buscarla al centro comercial donde laboraba: “Ella tuvo que esconderse. Llegó al centro comercial con una flor, le dijo a los compañeros que necesitaba a Érika, que no la escondieran, que él sabía que estaba ahí. Los compañeros le insistieron tanto que él tuvo que irse porque el centro comercial ya estaba cerrando. Érika tuvo que esperar hasta que se fuera para poder salir”.

Ese día de los hechos, él la buscó en la hora del almuerzo. Se apartaron y conversaron por aproximadamente una hora bajo la supervisión de sus compañeros de trabajo. De un momento a otro, ella salió corriendo pidiendo ayuda para que no la matara. Llegaron al local de Juan Valdez, él le disparó, ella cayó al piso y luego se disparó él.
Con respecto al hijo de la víctima, la custodia la tienen los abuelos paternos, y la familia materna logró conseguir que pudieran verlo un fin de semana al mes. El menor recibió atención psicológica por parte del Bienestar Familiar y, actualmente, estaría siendo atendido en esa rama por parte de su entidad prestadora de salud.
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