En los últimos 486 años, Bogotá ha sido escenario de numerosos terremotos que han dejado una huella significativa en su historia.
Según el Servicio Geológico Colombiano (SGC), el primer sismo documentado en la ciudad ocurrió el 16 de marzo de 1644, marcando el inicio de un registro histórico que evidencia los daños recurrentes causados por estos fenómenos naturales.
Una investigación reciente, liderada por Milena Sarabia, geógrafa del SGC, ha profundizado en el impacto de los terremotos más destructivos que han afectado a la capital colombiana desde ese año hasta 2022.
El estudio, titulado Evaluación de los daños ocasionados por sismos históricos en Bogotá, detalla que las estructuras más vulnerables a los terremotos han sido aquellas construidas con mampostería en adobe y tapia pisada.
Entre los daños más comunes se encuentran grietas, colapsos de muros sin confinar y la caída de cubiertas pesadas, como las hechas de teja de barro. Estos hallazgos subrayan la fragilidad de ciertos tipos de edificaciones frente a los movimientos telúricos.
El crecimiento urbano de Bogotá también ha sido un factor determinante en la evaluación del riesgo sísmico. Entre 1791 y 1913, la ciudad experimentó un aumento limitado en su extensión, pasando de ocupar 6 kilómetros cuadrados a albergar una población de aproximadamente 100.000 personas.
Sin embargo, en los últimos 100 años, el área urbanizada se expandió drásticamente a 300 kilómetros cuadrados, con una población que supera los 7 millones de habitantes. Este crecimiento exponencial plantea desafíos significativos en términos de planificación urbana y preparación ante futuros terremotos.
Tras el sismo de magnitud 6.1 que sacudió a Colombia el 17 de agosto, miles de personas reportaron síntomas como mareo, desorientación y la sensación de que el movimiento telúrico continuaba, incluso horas después del evento.
Estas manifestaciones corresponden al denominado “Síndrome de mareos post temblor”, una condición que se genera de manera involuntaria y que ha sido identificada en otros eventos sísmicos significativos, como el terremoto de Japón en 2011.
De acuerdo con el Balance and Vestibular Rehab de Puerto Rico, este fenómeno está relacionado con el sistema vestibular, una estructura ubicada en el oído interno que es clave para la orientación y el equilibrio del cuerpo.
Este sistema envía señales al cerebro sobre la posición y ubicación del cuerpo en el espacio. Sin embargo, el movimiento constante de la tierra durante un sismo puede alterar su funcionamiento, provocando que el cerebro reciba información errónea y genere sensaciones de mareo, vértigo o incluso náuseas.
El medio detalló que los síntomas pueden variar en intensidad y duración. En algunos casos, desaparecen poco después del sismo, mientras que en otros pueden persistir durante días o incluso semanas. Por esta razón, los especialistas recomiendan buscar atención médica si las molestias no cesan, ya que podrían interferir con las actividades diarias o ser indicativas de otros problemas de salud.
El sistema vestibular, además de su función en el equilibrio, trabaja de manera independiente en cada oído. Esto significa que, si uno de ellos no procesa correctamente la información, el cerebro puede recibir señales contradictorias, lo que intensifica la sensación de desorientación.
Este desajuste es lo que provoca que algunas personas sientan que el suelo se mueve bajo sus pies o que experimenten una pérdida momentánea del equilibrio.
Aunque los síntomas suelen ser pasajeros, la persistencia de estas sensaciones puede generar preocupación en quienes las experimentan. Por ello, los expertos subrayan la importancia de acudir a un médico si el malestar no desaparece en un tiempo razonable.
Además, recomiendan evitar movimientos bruscos y mantener la calma para minimizar el impacto de los síntomas.
Cali, ubicada en una región de alto riesgo sísmico, enfrenta un desafío con el sistema industrializado de construcción de viviendas (ISHC, por sus siglas en inglés). Este método, que utiliza muros de hormigón delgados y ha sido adoptado por su bajo costo y rapidez de construcción, muestra deficiencias ante movimientos sísmicos, según expertos.
Una investigación dirigida por la Escuela de Ingeniería Civil y Geomática de la Universidad del Valle, encabezada por el estudiante de doctorado Bryan Castillo Torres y un equipo de investigadores, busca soluciones para fortalecer la resistencia de estas estructuras. “Accidentes relacionados con sismicidad ya han demostrado las afectaciones, incluso aquí en Cali, tras el sismo de Pizarro”, señaló Castillo.
El estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista Building Engineering, evalúa un dispositivo denominado U-FREI (Dispositivos Elastoméricos Reforzados con Fibra no Conectados), creado a partir de materiales económicos y fácilmente reemplazables. Este sistema está diseñado para concentrar el daño en los aisladores, protegiendo las estructuras principales. “Es una pieza de fusible, mucho más económica de reemplazar en comparación con rehacer una estructura completa”, explicó Castillo.
El equipo probó los dispositivos mediante simulaciones que replicaron varios terremotos históricos, como los de Kobe (1995) y Loma Prieta (1989). Los resultados mostraron que estos dispositivos lograron reducir significativamente el desplazamiento estructural, alcanzando una disminución del 80,60% en el caso del terremoto de Loma Prieta.
Además de su eficacia sísmica, los dispositivos U-FREI representan una oportunidad para la industria nacional, ya que su producción podría realizarse a nivel local, eliminando costos asociados a importaciones. “Ahorramos costos de traslado y evaluación de materiales; esto es fundamental para la implementación de estos dispositivos”, destacó Castillo.
Este desarrollo no solo busca mejorar la seguridad estructural, sino fomentar la creación de tecnología local con materiales sostenibles. “Estamos cuidando el patrimonio y generando mayor seguridad para las personas que habitan estas estructuras”, concluyó el investigador.
La Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley que incorpora a los animales dentro del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres.
Esta medida permitirá que los animales sean rescatados, atendidos y protegidos durante emergencias como inundaciones, incendios forestales, sismos o deslizamientos, marcando un cambio significativo en la política de atención estatal frente a desastres naturales.
La iniciativa, liderada por la senadora Esmeralda Hernández, del Pacto Histórico, busca garantizar que los animales sean considerados como parte integral de la respuesta estatal ante emergencias.
De acuerdo con el equipo de la senadora, el proyecto obliga al Estado a establecer rutas de atención claras y operativas para asistir a esta población vulnerable, que hasta ahora dependía exclusivamente del apoyo de voluntarios y organizaciones civiles. Este vacío en la atención oficial había dejado a los animales en una situación de desamparo durante desastres, según detalló el medio.
El proyecto de ley modifica la Ley 1523 de 2012, que regula la gestión del riesgo en el país, para incluir a los animales como “seres sintientes” dentro de las políticas de atención en emergencias.
La senadora Hernández explicó que, con esta reforma, los animales no solo serán rescatados y atendidos, sino que también formarán parte de todas las acciones estatales en situaciones de emergencia de origen natural. Hasta ahora, la legislación vigente los había excluido de los planes oficiales de respuesta, lo que evidenciaba una ausencia histórica del Estado en este ámbito.
Durante la madrugada del último martes del mes de abril del 2025, el Servicio Geológico Colombiano (SGC) reportó tres sismos leves en el territorio nacional. Dos de ellos ocurrieron en el departamento de Santander, mientras que el otro, en Boyacá.