A través de un testimonio extenso, emotivo y cargado de anécdotas, Sielva María Díaz, una de las hijas del reconocido cantante vallenato Diomedes Díaz, compartió cómo fue su experiencia personal en el proceso legal y emocional para ser reconocida oficialmente como hija del artista, que falleció en diciembre de 2013.
La joven, que se ha dado a conocer por su presencia en redes sociales y su incursión en la música como corista, relató paso a paso el complejo camino que recorrió para lograr que su apellido coincidiera finalmente con el del “Cacique de la junta”.
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La historia de Sielva María se remonta a días posteriores a la muerte del cantante. Según sus propias palabras, “me mandan a hacer prueba de ADN”. Esta prueba fue parte de un acuerdo entre los hijos reconocidos de Diomedes Díaz para establecer, de manera definitiva, quiénes eran los descendientes legítimos del intérprete de música vallenata.

“Los 18 hermanos reconocidos, es decir, que ya tenían el apellido Díaz, se reúnen y llegan a la conclusión de que todo aquel que sospeche, sienta o que le hayan dicho que eran hijos de Dios de Díaz, se tenían que hacer la prueba de ADN”, narró la joven.
En su intervención, Sielva explicó que su inclusión en el proceso se dio a pesar de algunas dificultades burocráticas. Al haber nacido en Venezuela y no contar con documentación colombiana en ese momento, su situación requería la intervención legal para regularizar su estatus en el país: “Menos mal que mi mamá tenía cédula colombiana porque ella sí nació acá. Y a través de ella me dieron mi nacionalidad colombiana”.
Para formar parte del proceso de sucesión legal, Sielva necesitaba ser incluida oficialmente como hija reconocida. Con la ayuda de una abogada, y tras numerosas gestiones personales y familiares, logró integrarse al grupo que debía someterse a las pruebas de ADN.

“Nos informaron que el costo de la prueba de ADN era de 300.000 pesos y yo no tenía ni un bolívar (dinero de Venezuela)”, comentó. Este costo, junto con los gastos de transporte y estadía, obligó a la familia a organizar recolectas para poder cumplir con los requisitos.
Durante su relato, Sielva también expuso la incertidumbre vivida en el momento previo a la prueba, así como las dudas que surgieron, incluso de parte suya, sobre su filiación. “Yo le preguntaba, ‘Mami, ¿segura que yo soy hija de Diomedes? Le decía, ‘dime ahora o calla para siempre’”, recordó. La prueba fue llevada a cabo en presencia de algunos de los hijos ya reconocidos del cantante, entre ellos Elder Dayán Díaz y María Alexandra Díaz.
Una de las interrogantes que aún persiste entre los participantes del proceso tiene que ver con la procedencia de la muestra biológica utilizada para comparar los perfiles genéticos. Según Sielva, existen dos versiones al respecto. “Pero la más válida es que en la morgue, cuando estaban preparando el cuerpo de nuestro padre, le sacaron un poquito de sangre y le cortaron un poquito de pelo. Y la otra versión es que también le sacaron sangre a mamá Vila”, afirmó.
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La espera de los resultados fue un periodo de ansiedad. La incertidumbre sobre la validez del vínculo biológico con Diomedes Díaz marcó esos tres meses de espera. “Lo mejor de la historia es que a los 3 meses me llama la abogada diciéndome, ‘Uno de ustedes salió negativo’”, relató. Esa noticia disparó sus temores. “Yo llamé a mi abogada y le dije, ‘Por favor, doctora, averigüe quién salió negativo. Esto me está matando, me está matando, por favor’”.
Finalmente, llegó la confirmación que cambiaría su vida: “Sielva, cálmate porque tú saliste positiva. Tú eres hija de Diomedes Díaz con un 9.9% comprobado”, contó. Para ella, este fue uno de los momentos más significativos de su existencia.
“Después del nacimiento de mi hija, ese ha sido el momento más feliz de mi vida”, señaló la joven.

En su testimonio, Sielva también reflexionó sobre los años de ausencia paterna, la forma en que fue criada y los obstáculos emocionales derivados de no haber sido reconocida desde el principio. “Yo no me crié con mi papá, lo veía de vez en cuanto”, comentó. A pesar de haber compartido momentos con el cantante, la falta de una validación legal la dejó por mucho tiempo en un limbo emocional y jurídico.
La historia de Sielva María Díaz también tocó aspectos familiares más profundos. Explicó por qué su madre no emprendió acciones legales en su momento.
En su cierre, la joven expresó agradecimiento a quienes la apoyaron y concluyó con un mensaje directo a su audiencia digital: “Gracias a Dios sé que llevo su sangre en mis venas y eso es lo mejor que me ha pasado en mi vida”.
Con este testimonio, se hace visible uno de los capítulos menos conocidos del legado de Diomedes Díaz, donde sus herederos aún continúan definiendo vínculos más allá de la música, en terrenos legales, familiares y emocionales.
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