
En lo alto del páramo de Sumapaz, el más grande del mundo, se encuentran los restos de una cárcel que pocos conocen. Este lugar, construido entre 1953 y 1957 durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, fue destinado a recluir a opositores políticos y personas consideradas como amenazas al régimen.
Esta prisión, ubicada en un entorno inhóspito y remoto, es un testimonio de las tensiones políticas y sociales que marcaron una de las épocas más convulsas de la historia colombiana. “Nos dirigimos a averiguar sus secretos y a explorar lo único que queda de este enigmático sitio“, comentó Kevin Bolaños, el creador de contenido para la plataforma de YouTube que se dio a la tarea de investigar y explorar esta antigua edificación penitenciaria.
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La cárcel, conocida como Nazaret, se encuentra en la vereda Chuquisaca, en la localidad de Usme, al sur de Bogotá. Aunque actualmente solo quedan ruinas, su ubicación en un ecosistema de páramo, a una altitud de entre 3.000 y 4.000 metros sobre el nivel del mar, refleja las extremas condiciones a las que fueron sometidos los prisioneros.
Según explicó el creador de contenido, las temperaturas en esta zona oscilan entre -2 y 12 grados Celsius (28,4 y 53,6 grados Fahrenheit), con vientos fuertes, alta humedad y una radiación solar intensa, lo que hacía la vida en este lugar prácticamente insoportable para quienes no estaban adaptados al clima.
Un acceso casi imposible en su época
En los años 50, llegar a este lugar era un desafío monumental. La carretera conocida como Troncal Bolivariana, que actualmente facilita el acceso, no existía en aquel entonces. Construida en los años 70, esta vía benefició a las comunidades locales, pero en la época de funcionamiento de la cárcel, los materiales de construcción y los prisioneros eran transportados por caminos improvisados o incluso en helicóptero.
Este aislamiento no era casual: la ubicación remota y las condiciones extremas hacían casi imposible cualquier intento de fuga. “Pero imagínense el acceso. En aquellos tiempos las personas tenían que venir hasta acá por caminos muy improvisados. O también cuentan que a los presos los traían en helicóptero. Pero también me pregunto cómo hicieron para traer los materiales para construir la cárcel“, sumó Bolaños.

Los muros que aún permanecen en pie son testigos de la fortaleza de esta estructura. Las paredes, gruesas y altas, fueron diseñadas para evitar cualquier escape. Sin embargo, la naturaleza ha comenzado a reclamar su espacio, y los restos de la cárcel están siendo lentamente cubiertos por el paisaje del páramo.
La construcción de esta cárcel se enmarca en el contexto del gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, que llegó al poder tras un golpe de Estado en 1953, derrocando al presidente Laureano Gómez. Según consignó Bolaños, Rojas Pinilla prometió estabilidad y paz en un país sumido en el conflicto conocido como La Violencia, una guerra civil entre liberales y conservadores que dejó miles de muertos. No obstante, su mandato también estuvo marcado por la represión política, la censura de prensa y el espionaje.

En este contexto, la cárcel de Nazaret fue utilizada para encarcelar a opositores políticos y a quienes eran considerados enemigos del régimen. Aunque no hay registros oficiales detallados, la tradición oral sugiere que en este lugar se llevaron a cabo torturas y otras formas de represión. Algunos relatos mencionan la existencia de búnkeres o sótanos en los que se cometían estos actos, aunque esta información no ha sido confirmada.
“Más al fondo hay otro muro Y algo muy importante para tener en cuenta es que recuerdo que una vez una persona me escribió miren, en esta parte baja que viene una especie de búnkeres, una especie de sótanos y que eran este sitio donde torturaban a las personas. Miren que está mucho más abajo. Esta información no está comprobada. Es la tradición oral. Lo único que queda de este sitio“, precisó el creador de contenido.

Hoy, lo que queda de la cárcel de Nazaret son ruinas dispersas en el páramo. Según el medio, los ladrillos y otros materiales de construcción han sido saqueados con el tiempo, y las paredes que aún permanecen en pie muestran señales de deterioro. Además, el lugar ha sido intervenido por visitantes que han dejado grafitis en las estructuras.
Aunque el silencio del páramo parece haber sepultado las historias de este lugar, las ruinas de la cárcel de Nazaret permanecen como un testimonio de un pasado que no debe ser olvidado. “Con la ayuda del dron descubrimos otra zona con restos de concreto. Creemos que pudo haber sido un helipuerto desde una parte un poco más alta de la cárcel“, sumó Bolaños.
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