
Luego de 40 horas de incertidumbre, los 28 policías y el militar que fueron retenidos en el corregimiento de El Plateado, Cauca, finalmente recuperaron su libertad el sábado 8 de marzo. La liberación se logró luego de intensas negociaciones entre la comisión humanitaria y las comunidades del cañón del Micay, con la mediación de la Defensoría del Pueblo, la Iglesia, la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la Organización de los Estados Americanos (MAPP OEA) y el Ministerio del Interior.
El grupo de uniformados se desplazó desde el sector de La Hacienda hasta la zona civil, donde fueron recibidos por la comisión humanitaria. En medio del alivio de sus familias y la expectativa de la opinión pública, los primeros testimonios de los liberados reflejaron la entereza con la que enfrentaron la adversidad.
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Los primeros testimonios tras el secuestro
El teniente coronel de la Policía, Diego Álvarez fue uno de los primeros en dirigirse a sus superiores y compañeros tras su liberación. Con voz firme, resaltó la gallardía y disciplina con la que él y sus hombres afrontaron la retención.
“Agradecerles por toda la gestión realizada, por todas las actividades y el desarrollo de las negociaciones que se llevaron a cabo para podernos traer hasta este lugar de nuevo. Pero aparte de eso, decirles que cuenta con 29 policías y un soldado, los cuales siempre estuvimos con la gallardía, el respeto, la moral en alto y siempre demostrando todo el entrenamiento que hemos tenido y la fortaleza que nos hace trabajar por Colombia”, expresó a los medios de comunicación.
Álvarez recordó que su misión en el Cañón del Micay tenía como propósito fortalecer la seguridad y la convivencia ciudadana en la región, aunque reconoció que este tipo de situaciones son un riesgo latente en el cumplimiento de su labor: “A la hora de querer avanzar un poco más (...) es cuando se presentan estas adversidades, pero las hemos logrado sacar adelante. El apoyo de nuestras familias, con las cuales estuvimos desconectados por un gran tiempo, se puede decir que salimos adelante gracias a ustedes también, al apoyo de nuestros policías y de nuestras Fuerzas Militares”.
“Seguiremos trabajando por el Cañón del Micay, por las actividades que se deben realizar en este sector y por todas las responsabilidades que tenemos como héroes de la patria”, concluyó.
Por su parte, el mayor del Ejército Nilson Bedoya vivió un momento emotivo al reencontrarse con su hijo tras la liberación. En diálogo con los medios, confesó que la resistencia y la preparación de los soldados colombianos fueron fundamentales durante su cautiverio. “Es el mejor regalo que me pueden dar mis instituciones”, manifestó al abrazar a su hijo.
Sobre las condiciones en las que estuvieron durante su retención, Bedoya señaló: “El soldado colombiano está entrenado para resistir cualquier situación adversa que se le presente. Estamos entrenados en el frío, en el calor, con el hambre, con todo lo que nos corresponda y debemos seguir adelante”. Su esposa, al verlo libre nuevamente, destacó: “Lo vi bien físicamente, de pronto un poco cansado, pero él siempre tiene la mejor actitud”.
Entre tanto, el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, advirtió que la situación había escalado de una simple retención a un secuestro extorsivo y que no se permitirán más episodios similares. “Aquí, los únicos que pueden hacer retenciones son las autoridades legítimas, acorde a la Constitución y la ley”, afirmó desde Popayán.
La ‘Operación Perseo’ y la tensión en el Cañón del Micay
El secuestro de los uniformados ocurrió en el contexto de la Operación Perseo, lanzada el 12 de octubre de 2024 con el objetivo de recuperar el control del Cañón del Micay, una zona históricamente dominada por disidencias de las Farc. La intervención del Estado en el territorio ha generado importantes enfrentamientos con grupos ilegales, la incautación de armamento y la desactivación de minas antipersonales.
Sin embargo, la operación también ha evidenciado la compleja relación entre la Fuerza Pública y la comunidad. En varias ocasiones, la población ha protagonizado motines para frenar el avance militar o proteger a los grupos ilegales; de hecho, el caso más recordado fue la asonada del 11 de noviembre de 2024, cuando civiles impidieron la captura de presuntos disidentes.

La defensora del Pueblo, Iris Marín, señaló que la situación en la región sigue siendo crítica. “El secuestro de los uniformados recientemente liberados se presenta en una región en la que las disidencias al mando de ‘Mordisco’ mantienen un control poblacional extremo y se encuentran en confrontación armada por la acción de la Fuerza Pública. Además, se da en un contexto en el que por primera vez en varios años la Policía ingresó al territorio a hacer presencia institucional”, explicó.
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