Esta fue la sorpresa que se llevó youtuber bogotano que se adentró a buscar la ruta fantasma de TransMilenio

En las noches más silenciosas de Bogotá, cuando el reloj marca la medianoche y las estaciones del sistema TransMilenio se vacían, surge una historia que ha cautivado a los habitantes de la ciudad. Se trata del G66, una supuesta ruta fantasma que, según la leyenda, aparece en las horas más oscuras para recoger pasajeros desprevenidos.

Este bus, que oficialmente no figura en los mapas del sistema de transporte, ha alimentado rumores y relatos que mezclan lo sobrenatural con lo urbano. Tanto es el misterio por esta leyenda urba bogotana, que un reconocido youtuber de la capital decidió explorar el recorrido de este bus fantasma para lograr dar con su paradero.

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De acuerdo con la información recopilada por el creador de contendido para la plataforma YouTube Diego Andariego, la ruta G66 es descrito como un bus que recorre estaciones emblemáticas como Jiménez, El Perdomo y Ricaurte, aunque su existencia no está registrada en ninguna base oficial del sistema TransMilenio. Según los relatos, este vehículo se distingue no solo por su número inexistente, sino por detalles inquietantes, como la ausencia de un conductor visible.

"Entre otras cosas, hay que decir que Bogotá a esta hora tiene como cierta magia, cierto encanto, pero también se siente un peligro latente. Y justamente para las estaciones y los lugares que vamos a ir, pues son un poquillo de cuidado cuando menos“, detalló Andariego.

El creador de contenido realizó un recorrido nocturno por las estaciones mencionadas en los relatos para intentar desentrañar el misterio. La travesía comenzó en la estación Jiménez, un punto clave en la supuesta ruta del G66. Aunque no se encontraron pruebas de la existencia del bus, el ambiente nocturno de las estaciones desiertas ofreció una experiencia peculiar.

“No sabríamos si sería aquí sobre la Jiménez o por la Caracas, pero pensaría que tratándose de que la ruta G11 en teoría va hacia el portal del Sur, pues tendría que ser aquí sobre la Jiménez, pero igual vamos a echarnos la pasadita hasta el otro lado”, agregó.

El siguiente destino fue la estación Ricaurte, un lugar donde convergen varias rutas y que, según los rumores, es un punto de paso obligado para el G66. A medida que avanzaba la noche, las estaciones se vaciaban y el ambiente adquiría un tono más sombrío. En El Perdomo, el equipo se encontró completamente solo, salvo por un trabajador de limpieza que realizaba sus labores en medio del silencio.

La experiencia de recorrer estas estaciones en la madrugada reveló un aspecto poco conocido del sistema TransMilenio: la transformación de sus espacios usualmente bulliciosos en lugares desolados y cargados de una atmósfera inquietante.

“Ya es medianoche en Bogotá. Nosotros estamos en la estación de Perdomo. Somos las únicas almas en pie en este lugar, junto con la persona que hace el aseo, que arregla las estaciones y de resto nada. Yo ni siquiera sé si nos vamos a poder devolver en un TransMilenio, porque hasta ahora como que las rutas ya dejan de funcionar y sinceramente lo que quisiera hacer es poder parar nuevamente en Ricaurte“, relató Andariego.

El origen del mito del G66 se remonta a una historia que involucra a un joven llamado Esteban. Según el relato, Esteban y sus amigos salieron de una fiesta en la madrugada y, al buscar transporte para regresar a casa, se encontraron con un bus que llevaba el número G66. Aunque les pareció extraño, Esteban decidió abordarlo, ya que el vehículo lo acercaría a su destino.

Sin embargo, al día siguiente, sus amigos informaron que Esteban nunca llegó a casa. Este hecho alimentó la leyenda del G66, que desde entonces ha sido objeto de especulaciones. Algunos aseguran que el bus tiene un color diferente al habitual, describiéndolo como morado en lugar del característico rojo de los vehículos de TransMilenio. Otros afirman que el G66 aparece en diferentes estaciones, pero siempre en horarios en los que el sistema ya no opera.

Aunque no se encontraron pruebas concluyentes de la existencia del G66, la leyenda sigue viva en el imaginario colectivo de Bogotá. Las historias sobre este bus fantasma reflejan no solo el interés por lo sobrenatural, sino también la relación de los ciudadanos con el sistema de transporte que forma parte de su vida cotidiana.

La experiencia del youtuber concluyó en la estación del Ricaurte, uno de los lugares con mayor afluencia de usuarios es horas de la mañana, tarde y noche. Sin embargo, pasadas las 12:30 a. m., el lugar se transformó en una infraestructura fría y solitaria, donde se perciben pasos y momentos tensionales que logran elevar la imaginación y sensación de ser observados.

"Ya faltan diez minutos para la 1:00 a m. Seguimos en la estación de Ricaurte. No hay señales del G66 todavía. Ahora sí. Es un hecho que nunca había estado tan tarde en TransMilenio. De hecho, están cerradas ya las estaciones. Ni siquiera podemos salir“, sumó el creador de contenido.

Para el youtuber G66, con su mezcla de misterio y urbanidad, se convirtió en un símbolo de las narrativas que surgen en las grandes ciudades, donde lo cotidiano y lo extraordinario se entrelazan en relatos que desafían la lógica. Para quienes transitan por las estaciones de TransMilenio en la madrugada, la posibilidad de encontrarse con este bus fantasma añade un toque de intriga a sus recorridos nocturnos.

Mientras tanto, el G66 permanece como un enigma, un mito que, aunque no confirmado, sigue alimentando la imaginación de quienes escuchan su historia. “Igual las teorías o lo que se dice acerca de esta ruta, pues son varias, porque hay gente que dice bueno, que se ve en el Perdomo, otros que se dicen que se ve en la Jiménez. Pues siendo una ruta del G lo normal es que pase aquí por la 30. Otra gente alcancé a escuchar que decían que era un color diferente, que no era rojo, sino que de hecho era morado. Y lo que sí coinciden muchas de las personas es en decir que el bus no tiene conductor. Si usted ve un bus de TransMilenio andando sin conductor, tal vez no sea lo más inteligente tomarlo”, concluyó Andariego.