De víctima de abuso a victimaria, la historia de una mujer llevada a la desesperación por la traición: “La casa era un infierno”

Condenada a 18 años de prisión, en entrevista para el pódcast Conducta Delictiva, Janet Páez reflexionó sobre su historia y pidió perdón a sus hijos

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Janet Páez terminó en prisión
Janet Páez terminó en prisión tras asesinar a su esposo luego de 14 años de maltrato - crédito montaje Infobae (Conducta Delictiva - Ye Jinghan/nsplash)

En Colombia, la violencia contra las mujeres es una realidad que afecta miles de vidas, llevando a muchas a tomar decisiones desesperadas para escapar de su tormento.

Este es el caso de Janet Páez, una mujer que, tras años de abusos, tomó una decisión drástica que la llevó a la cárcel.

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Su historia, compartida en el pódcast Conducta Delictiva con Kevin Pinzón y Michell Rodríguez, reveló las complejas circunstancias que la llevaron a cometer un acto trágico y las consecuencias que enfrenta actualmente.

Infancia y primeros años

Janet Páez nació en el municipio de Mesetas, Meta, en el seno de una familia católica y trabajadora, razones por las que creció en un ambiente rural ayudando a sus padres en las labores del campo y aprendiendo el valor del trabajo duro.

“Soy la mayor de seis hermanos, tres varones y tres mujeres. Mi padre y mi madre son casados por la Iglesia católica, somos unas personas católicas, tuve una infancia buena porque fue con papá y mamá, siempre acompañados con ellos”.

A los 14 años se mudó a Bogotá para evitar ser reclutada por grupos al margen de la ley, una amenaza constante en su región natal. Fue en la capital donde, a los 17 años, conoció al hombre que se convertiría en su esposo y, eventualmente, en su verdugo.

Criada en el campo, Janet
Criada en el campo, Janet Páez creció en una familia trabajadora y católica. Su vida cambió cuando a los 17 años conoció a su esposo, con quien inició una relación que se tornaría tormentosa - crédito Conducta Delictiva/YouTube

El inicio de una relación tóxica

El encuentro con su futuro esposo ocurrió en el Parque del Salitre, un lugar que Janet Páez visitó por primera vez gracias a una prima.

La relación comenzó de manera inocente, con conversaciones telefónicas que duraron ocho meses antes de que decidieran vivir juntos.

Páez, con apenas 17 años, y él, con 23, iniciaron una vida en común que pronto se vería empañada por la revelación de que él era un ladrón.

“Un día se me dio por decirle una mentira para poder lograr una verdad, entonces yo le dije: ¿Tú robas?, él se me quedó mirando y no me contestó, pero en el rostro me demostró que lo hacía“.

Janet Páez, con su educación y valores arraigados en el trabajo honesto, no dudó en confrontarlo y exigirle que cambiara.

Sorprendentemente, él accedió y consiguió un empleo en la flora, donde ambos trabajaron juntos durante seis meses; sin embargo, esta aparente estabilidad no duraría mucho.

El descenso al infierno

La vida de Janet dio un giro dramático cuando, tras un incidente en el que su esposo resultó herido, descubrió que él tenía una relación paralela.

Este descubrimiento marcó el inicio de un infierno de 14 años, caracterizado por agresiones físicas y emocionales constantes, pues las peleas se volvieron rutina, y sus hijos, testigos silenciosos de la violencia, sufrían las consecuencias de un hogar roto.

Todos los días era un infierno, la casa era un infierno, las viejas lo llamaban, una vez recibí una llamada de la señora y ella me insultaba, me decía vulgaridades asquerosas, me decía muchas cosas degradantes y yo también la insultaba”.

Lo que comenzó como una
Lo que comenzó como una historia de amor pronto se convirtió en un ciclo de maltratos, infidelidades y agresiones, del cual Janet intentó escapar en varias ocasiones sin éxito - crédito Conducta Delictiva/YouTube

De acuerdo con su relato, intentó en varias ocasiones alejarse de la situación, buscando refugio en el trabajo y en la distancia; sin embargo, la dependencia emocional y económica, así como el amor por sus hijos, la mantenían atada a su agresor.

La falta de apoyo familiar y la indiferencia de las autoridades ante sus llamados de auxilio agravaron su situación, dejándola sola en su lucha por sobrevivir.

El punto de quiebre

Janet Páez recordó que en unas vísperas de Navidad regresó a casa con la esperanza de que su esposo cumpliera su promesa de dejar a su amante; sin embargo, la realidad fue devastadora, pues descubrió que él seguía manteniendo la relación paralela, lo que desencadenó una serie de eventos que culminaron en tragedia.

En la madrugada del día siguiente, mientras su esposo intentaba sacarla de la casa a escondidas, Janet sintió una rabia y un dolor insoportables.

Armada con una escopeta, lo siguió y, en un arranque de desesperación, le disparó en la espalda, a pesar de su acción, Janet Páez buscó ayuda para él, llevándolo al hospital donde finalmente falleció.

“Yo le dije: ‘Me cansé de usted y sus mozas, me cansé de que toda la vida yo fuera una basura para usted y ya no aguanto más, no acepto que me quite mis hijos porque a mí me costó dolor parirlos’. Él me da la espalda, él ve que yo levanto eso (la escopeta), pero él no me dice ni una sola palabra, si él me hubiera hablado, me hubiera bloqueado porque yo lo amaba mucho a él a pesar de todo, yo quería que él cambiara”.

Consecuencias y reflexión

Janet Páez fue condenada a 18 años de prisión por el asesinato de su esposo. Desde la cárcel de Mujeres El Buen Pastor en Bogotá, reflexionó sobre su vida y las decisiones que la llevaron a este punto.

“El primer llamado de alerta es al gobierno, para que presten atención cuando una mujer pide ayuda. Esto no hubiera pasado si ellos de verdad hubieran prestado una atención adecuada”.

Un mensaje de esperanza y perdón

A pesar de todo, Janet Páez no guarda rencor hacia la familia de su esposo ni hacia sus propios hijos: “Les deseo lo mejor”, aseguró y agregó que: “Les pido perdón por el error tan grande que cometí”.

“El perdón más grande se lo pido a mis hijos, porque en ese momento de tanto dolor y de rabia y de impotencia, no pensé en ellos, no quería que ellos tuvieran que vivir esto, una mamá no quiere eso para sus hijos”, concluyó.