Viajar por Colombia fue una experiencia enriquecedora para el creador de contenido español Gonzalo Sans. Una prueba de ello es la lista de expresiones que decidió adoptar una vez las entendió.
Según dijo en su perfil de la plataforma Tiktok, especializado en temas de turismo, hubo “tres expresiones en Colombia que nunca había escuchado, me encantan y debería incluirlas a partir de ahora en mi vocabulario”.
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“La primera es: ¿Me regalas? Para pedir algo. Tú, por ejemplo, vas a una cafetería y dices: ¿Me regalas un café? Y es para que te den un café. La primera vez que lo escuché me quedé como rayado porque estaban pagando, pero igual lo dicen como: ¿Me regalas un café?”, explicó.
En videos, también compartidos en redes sociales, otros colombianos han expuesto los problemas a los que se han enfrentado en España al utilizar esta expresión, pero, aun así, Gonzalo se mostró ansioso por utilizarla.
“La segunda es: Qué pena. Porque ‘pena’ en cada país de Latinoamérica significa algo. En México pena es vergüenza, en España es tristeza y en Colombia, aunque pensaba que era vergüenza como en México, es para indicar disculpas de manera educada”.
La primera vez que lo escuchó estaba subiendo a un taxi en Bogotá y el conductor le dijo: Qué pena, por la otra puerta; es decir, se disculpaba por el seguro y le pedía que entrara al vehículo por el otro lado, pero, antes de consultar con los locales, Gonzalo pensaba que el taxista sentía vergüenza ajena por la puerta que intentó utilizar.
“Y la tercera es estar de resaca que, en Colombia, es muy rebuscado, pero lo dicen así: enguayabado. Yo lo asocio a la fruta guayaba y no sé por qué lo usan para la resaca, es curioso, pero en Colombia nunca tienes resaca, estás enguayabado y me encanta”, insistió.
En su viaje también descubrió seis costumbres colombianas que “bien valdría la pena” adoptar en España:
La capital colombiana dejó una impresión duradera en el bloguero español, que, tras recorrer sesenta países, encontró en Bogotá una serie de costumbres que, según él, facilitan la vida cotidiana de los locales y de los visitantes.
Sanz quedó particularmente sorprendido por la forma en que los colombianos han adaptado sus calles para satisfacer las necesidades de consumo de manera inmediata, algo que, en su opinión, les da una ventaja frente a los europeos en términos de venta ambulante.
Su experiencia en Bogotá le permitió recorrer la ciudad sin necesidad de regresar a su hotel o buscar centros comerciales, ya que todo lo que requería estaba disponible en las calles. Este modelo de consumo, que inicia y concluye en los espacios públicos, fue una de las costumbres que más destacó durante su estadía.
Pero otros cinco aspectos de la vida cotidiana en Bogotá también lograron atraparlo, por las ventajas significativas que tiene, en comparación con lo que está acostumbrado en Europa. Entre ellos, mencionó los menús del día económicos, que calificó como una opción accesible para cualquier bolsillo. Según Sanz, encontró menús desde 10.000 pesos colombianos (aproximadamente 2,30 dólares estadounidenses), algo que, en su opinión, sería impensable en el viejo mundo.
Otro punto que llamó su atención fue la oferta de productos en las calles, adaptada a las necesidades inmediatas de los transeúntes. En el caso de Bogotá, destacó la venta de paraguas, un artículo esencial en una ciudad conocida por sus lluvias frecuentes. Según detalló, esta disponibilidad inmediata de productos es una muestra de cómo los comerciantes locales responden de manera eficiente a las demandas del entorno.
La presencia de frutas frescas en prácticamente cualquier rincón de la ciudad fue algo que Sanz valoró positivamente. La calidad y el sabor de las frutas colombianas son excepcionales, lo que convierte a Bogotá en un lugar ideal para disfrutar de una alimentación saludable mientras se recorre la ciudad.
En su publicación, Sanz también señaló un detalle que, según él, no es común en España: las papeleras en las calles de Bogotá están divididas en reciclables y no reciclables. Este sistema, que promueve la separación de residuos desde el origen, le pareció un ejemplo de cómo la ciudad está adoptando prácticas más sostenibles.
Además, la gastronomía local dejó huella en el bloguero. Entre los productos que más disfrutó, mencionó la limonada de coco, una bebida que calificó como “maravillosa” y que lamentó no encontrar en otros países. Además, destacó la facilidad con la que se pueden encontrar empanadas en cada cuadra de Bogotá; lo que describió como una experiencia culinaria única y accesible.