En medio de la crisis migratoria y el endurecimiento de las políticas de deportación durante la administración de Donald Trump, miles de migrantes han enfrentado la difícil realidad de ser retenidos en centros de detención migratoria en Estados Unidos.
Uno de esos casos fue el de Camigrante, un colombiano que, junto a su padre, pasó dos meses recluido en el Broward Transitional Center (BTC) en Pompano Beach, Florida, tras ser detenido por agentes de ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas por sus siglas en inglés).
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A través de una serie de videos en TikTok, Camigrante relató su experiencia en este centro, el cual, aunque es presentado como un lugar de “transición”, tiene condiciones que, según su testimonio, se asemejan a una prisión.
El arresto: una madrugada que cambió su vida
Según el relato de Camigrante, todo comenzó el 30 de noviembre de 2006, cuando agentes de ICE tocaron la puerta de su casa en Miami a las 6:00 a. m.
Él, con apenas 20 años, vivía junto a su familia en Estados Unidos desde inicio de los 2000, pero sin saber qué estaba ocurriendo, abrió la puerta y se encontró con seis hombres con chalecos, quienes tenían una orden de arresto en contra de su padre y de toda su familia.
“Abrí inmediatamente. No solo me reconocieron, sino que notificaron la orden de arresto en contra de mi padre y toda la familia. Mi hermano, que tenía 17 años, y mi mamá se quedaron afuera. A ellos les dieron 35 días para salir del país”, explicó.
Camigrante y su padre fueron esposados y subidos a una van cerrada, sin posibilidad de ver el exterior.
Pasaron varias horas en una oficina de ICE, donde fueron procesados junto a otros migrantes antes de ser trasladados a Broward Transitional Center.
La llegada a la prisión migratoria
El Broward Transitional Center (BTC), ubicado en el condado de Broward, Florida, es un centro de detención migratoria diseñado para albergar a personas en proceso de deportación.
Pero, aunque por fuera parece un edificio moderno y limpio, Camigrante describió que la realidad interna es muy diferente.
“Nos hicieron quitarnos la ropa, cambiarla por una pijama naranja, y nos dejaron solo con la ropa interior y los zapatos. Fue impactante”, narró.
Desde el primer momento, se dieron cuenta de que BTC era una prisión más que un centro de transición, pues el patio estaba dividido por una malla con alambre de púas, separando a hombres y mujeres.
Según Camigrante, no se permitía ningún tipo de contacto entre ambos grupos, ni siquiera en los pasillos o en los momentos en los que coincidían en el área médica o en el comedor.
Las duras condiciones dentro del centro
Camigrante y su padre fueron asignados a una celda con cuatro camas tipo camarote que compartieron con un exmilitar colombiano.
Su celda estaba ubicada frente a una “cancha de fútbol” que, según su relato, era un simple arenero: “Quien me conoce, sabe que amo el fútbol, pero durante mi tiempo en BTC no toqué ni un solo balón”, recordó.
Desde el primer día, padre e hijo buscaron trabajo dentro del centro para tener mejores condiciones, por lo que se ofrecieron como voluntarios para limpiar zonas comunes, con la esperanza de ser trasladados a una celda con mejores condiciones.
Camigrante, además, aceptó sacar la basura, pues el contenedor estaba en el exterior y le permitía ver la calle, aunque fuera solo por unos segundos.
“Los computadores de la biblioteca tenían internet, pero era limitado. La única forma real de comunicarnos con el exterior era a través de los teléfonos públicos, que siempre estaban ocupados, y cuyas llamadas eran cobradas al receptor”.
La incertidumbre y el paso de los días
Los días transcurrían sin respuestas, mientras su familia hacía todo lo posible desde afuera para sacarlos, dentro del centro no había avances en su proceso.
“Pensé que solo sería un impasse, que pronto estaríamos en casa celebrando Navidad y Año Nuevo con la familia, pero los días pasaban y pasaban, y no teníamos noticias de nada”.
La situación se agravó cuando su padre comenzó a enfermarse de gripe y tos, lo que solo aumentó la preocupación. A esto se sumaban los rumores de que un huracán se acercaba a Florida, lo que generaba aún más incertidumbre sobre su situación.
Finalmente, después de dos meses de detención, lograron salir de BTC, pero su lucha legal no terminó ahí, pues tres años después, sin éxito en su caso de residencia permanente, Camigrante y su padre regresaron a Colombia, dejando atrás el sueño americano.
El negocio de los centros de detención
Uno de los aspectos más preocupantes que Camigrante destacó en su testimonio es que el sistema migratorio en EE. UU. funciona como un negocio.
En sus videos, el colombiano explicó que los centros de detención reciben millones de dólares del gobierno federal y muchos son operados por empresas privadas que buscan maximizar sus ganancias manteniendo a los migrantes detenidos el mayor tiempo posible.
“BTC es una prisión operada por el Geo Group, un grupo privado que cotiza en la bolsa de Estados Unidos. Por ende, los empleados que utiliza para manejar su prisión son empleados privados y no empleados federales y si bien la gran mayoría de reclusos son latinos y no hablan inglés, la gran mayoría de sus empleados no hablan español”.