Eduardo Dalmiro Guerrero Tapias, conocido como “El Guayacán de la Décima”, fue capturado por las autoridades tras ser acusado de actos sexuales con menores de 14 años. La denuncia contra este gestor cultural, oriundo de Suan, Atlántico, surgió tras el testimonio de varias de sus familiares.
En el departamento del Atlántico, su nombre siempre estuvo ligado al ámbito cultural. Este hombre, nacido el 30 de mayo de 1953 en Suan de la Trinidad y segundo de once hermanos, fue reconocido por su habilidad como repentista, destacándose por su dominio de la décima, una forma poética tradicional.
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Durante años, recorrió festivales en la región, promoviendo la cultura y obteniendo incluso estímulos económicos de la Gobernación del Atlántico en reconocimiento a su trabajo artístico. Sin embargo, el miércoles 29 de enero, su nombre trascendió al ámbito judicial al ser capturado por las autoridades en las afueras del centro comercial Nuestro Atlántico, en el barrio El Manantial de Soledad.
Esta intervención fue ejecutada por personal del CTI de Soledad, con el apoyo de la Policía Nacional y el Batallón de Policía Militar No. 2, en cumplimiento de una orden emitida por el Juez Segundo con funciones de control de garantías penal del municipio.
La denuncia que rompió el silencio
El caso que terminó con la captura de “El Guayacán de la Décima” comenzó a partir de una reunión familiar. Según conoció El Tiempo, durante este encuentro, una de sus nietas decidió hablar en voz alta sobre los supuestos abusos a los que había sido sometida durante su infancia. Esta valiente confesión habría llevado a que otras familiares —hermanas y primas de la denunciante— decidieran alzar la voz y revelar que también habrían sido víctimas de Guerrero Tapias.
Las historias narradas por las mujeres guardan un patrón de conducta. Relatan que el imputado “aprovechaba los momentos de soledad o las noches para abusar de las menores”, utilizando amenazas, castigos divinos y un lenguaje basado en el miedo para silenciarlas. Según uno de los relatos conocidos por el medio citado, cuando fue confrontado por las víctimas, el hombre “balbuceó una disculpa” diciendo: “Pensé que ya eso había pasado y se había olvidado”, pero el daño emocional ya estaba hecho.
Las denunciantes llevaron los casos ante la Fiscalía, desencadenando una investigación que culminó con la captura del gestor cultural. Tras su detención, Eduardo Dalmiro Guerrero Tapias fue puesto a disposición de las autoridades en el municipio de Soledad para continuar con el proceso judicial.
Impacto en la comunidad cultural y en la justicia
La detención de Guerrero Tapias sacudió a la comunidad cultural del Atlántico, que había visto en él a una figura destacada del repentismo y de la décima. Su historia como promotor cultural se remonta a finales de los años 60, cuando encontró inspiración en las décimas escritas por un vecino de su localidad y apoyadas por su padre, un telegrafista amante de las letras, según conoció El Universal. Con tan solo 14 años, halló su fascinación por este estilo poético y, con el tiempo, construyó una carrera que lo llevó a escenarios de festivales y encuentros culturales.
No obstante, este legado se encuentra ahora manchado por las graves acusaciones en su contra. La abogada Mildred Salas, representante de las víctimas, enfatizó la gravedad de los hechos y el riesgo que representa Guerrero Tapias para la sociedad: “En su papel de gestor cultural, ha tenido contacto con muchos niños. Invitamos a la comunidad a asistir a las audiencias y denunciar si hay más víctimas de sus abusos”.
La jurista también resaltó la importancia de brindar apoyo a las víctimas de este caso, mientras Guerrero Tapias permanece bajo custodia, a la espera de que la justicia determine su responsabilidad en los cargos presentados.