En uno de sus primeros recorridos del 2025 por el centro de Bogotá, el creador de contenido colombiano conocido en redes sociales como Juan Fabricante de Historias visitó la réplica exacta de la primera iglesia que se construyó en la ciudad.
Según explicó en un video compartido en plataformas digitales, “es la capilla más misteriosa que tiene en Bogotá y es que, en el sector del Chorro de Quevedo, siempre la encontramos cerrada. Por eso llama tanto la atención”.
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En sus cultos puede recibir hasta 50 personas, por lo general habitantes de la localidad de La Candelaria, que se reúnen a las 8:30 del domingo para la eucaristía: “Se trata de la capilla de San Miguel del Príncipe, construida en el año 1969 y es tan especial porque es una réplica de la antigua capilla del Humilladero, la primera iglesia que tuvo en Bogotá”.
También conocida como ermita del Palomar del Príncipe, suele estar cerrada al público, pero, en Navidad, abre entre semana para permitir a los fieles del catolicismo realizar la novena de aguinaldos.
La versión original; es decir, “la capilla del humilladero estaba ubicada frente al actual edificio de Avianca, pero fue demolida en el año 1887 para ampliar el parque Santander. Aunque ya no existe, su historia vive en esta pequeña réplica que nos recuerda el pasado de la ciudad”, celebró Juan, al compartir este atractivo, poco conocido en la ciudad.
El Fabricante de historias visitó el único castillo medieval que se encuentra al sur de Bogotá
En el sur de Bogotá, en la localidad de San Cristóbal, se erige una joya arquitectónica que ha resistido el paso de los años: la Quinta Villa Ana Julia. Construida entre 1920 y 1925, esta edificación, inspirada en la arquitectura medieval europea, no solo es un testimonio del esplendor de una época, sino también un símbolo de la historia familiar y empresarial de sus creadores. Según informó Juan Fabricante de Historias, la casa quinta se encuentra en la intersección de la calle 11 sur con carrera 5a, en el barrio Santa Ana, y destaca por sus gárgolas, esfinges y detalles que evocan los castillos europeos.
De acuerdo con Daniel Luna Caicedo, actual heredero de la propiedad, la construcción de la Quinta Villa Ana Julia fue un proyecto liderado por sus abuelos maternos, Ana Julia Peñuela y Eduardo Alfonso Caicedo, que en su momento eran propietarios de un chical (un terreno rico en arcilla) en San Cristóbal. Este negocio evolucionó hasta permitirles adquirir un terreno más amplio, que abarcaba desde la calle 11 sur hasta la 13 sur. Fue en este espacio donde decidieron levantar no solo su hogar, sino también un monumento que reflejara su visión y ambición.
El terreno adquirido por Ana Julia y Eduardo tenía una particularidad: el anterior propietario, Ernesto Gonzales, les impuso una condición al venderlo. Según explicó Luna Caicedo, Gonzales, quien tenía una inclinación por el arte, les pidió que construyeran un monumento en la esquina del terreno, ya que este marcaba la entrada a la avenida Murillo Toro, una vía que conectaba con Villavicencio. Esta promesa fue el punto de partida para el diseño de la casa quinta.
Para cumplir con este compromiso, la familia viajó a Europa, donde se asesoraron con arquitectos españoles e italianos. Inspirados por los castillos medievales que observaron durante su estancia, regresaron a Colombia con maquinaria novedosa y un diseño que combinaba funcionalidad y estética. Así, la Quinta Villa Ana Julia no solo se convirtió en su residencia, sino también en el centro de operaciones de su emprendimiento de ladrillos y tubos, un negocio que prosperó gracias a la calidad de la arcilla del terreno.