Una joven denunció una incómoda experiencia que tuvo que pasar en el centro comercial Paseo de La Castellana, donde fue víctima de un engaño mientras esperaba un servicio de transporte. Todo inició cuando un hombre se acercó a ofrecer un servicio no solicitado con un gesto aparentemente inofensivo, aunque la situación terminó con sentimientos de frustración y enojo, por causa de la poca claridad en las intenciones del vendedor.
De acuerdo con el relato que se difundió en TikTok, la joven se encontraba sentada en un andén, esperando la llegada de una motocicleta que había solicitado por una aplicación para movilizarse. En ese momento, un hombre se le acercó, se sentó a su lado y, sin previo aviso, le estrechó la mano para después quitarle sus sandalias sin pedir permiso. Según explicó, el hombre le aseguró que no debía preocuparse: “Me empieza a decir como: ‘No te asustes, no vayas a salir corriendo porque ya tengo tus sandalias’”.
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De acuerdo con la denuncia, el hombre hablaba con un acento venezolano y sacó un estuche que contenía pequeños adornos dorados y plateados y sin consultar, comenzó a colocar estos elementos en las sandalias de la mujer, argumentando que eran necesarios para evitar que se dañaran. Además, contó que el hombre le dijo que este trabajo no generaba grandes ganancias, afirmando que por cada pieza ganaba apenas $1.000.
Por esta razón, la joven pensó que debía pagar $2.000 por el servicio y decidió ofrecerle $4.000 como gesto de buena voluntad. Sin embargo, al momento de entregarle el dinero, el hombre le informó que el costo total era de $12.000. Ante la sorpresa de la mujer, el hombre explicó que cada sandalia tenía seis piezas y que cada una costaba $1.000, lo que elevaba el precio total a $24.000.
La joven expresó su desconcierto y molestia por no haber sido informada previamente del costo total. Según su relato, el hombre intentó justificar el precio y, finalmente, accedió a reducirlo a $22.000 y finalmente le dijo: “Dame los $20.000”. A pesar de la indignación, la mujer decidió pagar para evitar un conflicto mayor, teniendo en cuenta que ya había llegado su servicio de transporte.
El hecho dejó a la mujer con un sentimiento de impotencia y frustración, no tanto por el dinero pagado, sino por la forma en que se desarrollaron los hechos. Según explicó, su intención inicial era ayudar a una persona que parecía estar trabajando de manera honesta, pero terminó sintiéndose manipulada y robada.
Ante lo sucedido, la joven reflexionó sobre la importancia de la transparencia por parte de los vendedores ambulantes: “Me siento mal es por el engaño, por yo creer que esa persona era buena gente y por yo tratar de ayudarlo. No sé, simplemente yo creo que lo correcto era decirme desde un principio como que ‘Amiga tengo este negocio, por cada una de estas cositas te cobro $1000, las dos son $24, si quieres te las dejo en $20. Ahí yo lo hubiese dado a los $20 y ya sin tanta vaina, si me lo hubiese dicho claro desde un principio, pues obviamente yo se lo di, pero me refiero a que se lo hubiese dado de una manera diferente, no por medio de engaños como él lo hizo conmigo”.
La experiencia de esta joven demuestra que tanto los locales como turistas deben estar alerta en espacios públicos y ser cautelosos ante situaciones similares. Aunque no se trata de un caso de robo o violencia, este caso demuestra cómo ciertas prácticas pueden generar incomodidad y desconfianza entre las personas.
Ante lo sucedido, la víctima terminó su historia de la siguiente manera: “Simplemente hago este vídeo como para desahogarme, porque no puedo creer esto que me pasó y la verdad, no sé si he sido la única a la cual engañó así como de esa manera. No vuelvo a hablar más con las personas que se me acerquen en la calle”.