Las operaciones del aeropuerto José María Córdova, principal conexión aérea de Antioquia con otras ciudades del país y destinos internacionales, enfrentan serios contratiempos debido a las adversas condiciones meteorológicas que se presentan durante varios días consecutivos. Estas interrupciones, que se proyectan hasta finales de enero e incluso parte de febrero, causan múltiples cancelaciones y retrasos en los vuelos, afectando a cientos de pasajeros diariamente.
Según lo explicó Daniel López, gerente encargado del aeropuerto, la mañana del jueves 23 de enero registró la cancelación de diez vuelos: cinco que estaban programados para despegar y otros cinco que debían aterrizar en el terminal aéreo. Aunque las actividades lograron regularizarse a partir de las 8:00 a.m., esta no fue una excepción, ya que el miércoles 22 de enero también se reportaron cancelaciones de seis vuelos y retrasos en otros 26, repartidos entre salidas y llegadas.
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La acumulación de estas interrupciones generó una notable congestión en las zonas de espera del aeropuerto. Con cada vuelo cancelado o retrasado, entre 150 y 180 pasajeros vieron afectada su movilidad, aumentando la tensión y el descontento en las instalaciones.
Las complicaciones para los transportadores terrestres se sumaron al caos generado por los retrasos en el aeropuerto de los antioqueños. Estos conductores, quienes suelen ser contratados por los pasajeros para completar sus traslados hacia diferentes destinos, enfrentaron dificultades debido a las demoras en el carreteo de los aviones. El tiempo perdido en las operaciones aéreas ralentizó su trabajo, afectando la cadena logística y prolongando la espera para muchos viajeros. Este efecto en cadena, claramente visible, evidenció cómo los problemas en un sector pueden impactar otros servicios relacionados.
Daniel López ofreció explicaciones sobre las causas detrás de estas demoras. Según señaló, durante las primeras semanas del año, es común que se formen bancos de niebla densos que reducen significativamente la visibilidad horizontal. Este fenómeno, recurrente entre las cinco y las ocho de la mañana, impide que los aviones cumplan con los requisitos mínimos para aterrizar o despegar. “Cuando los sensores del avión no detectan la pista desde la distancia requerida, las operaciones deben restringirse por razones de seguridad”, explicó López.
Aunque el aeropuerto cuenta con radioayudas y tecnología avanzada para guiar las aeronaves, estas herramientas no son suficientes cuando la visibilidad desciende por debajo de los 500 metros, el mínimo establecido para las maniobras seguras. López señaló que este tipo de niebla es un desafío meteorológico que escapa al control técnico. “Prevemos que estas condiciones persistan hasta finales de enero y, posiblemente, algunos días de febrero. No obstante, al tratarse de un tema climático, no es algo que podamos manejar directamente”, agregó.
En medio de la situación ya complicada por los retrasos en las operaciones aéreas, los usuarios del aeropuerto José María Córdova también enfrentaron otra dificultad: las obras en curso del intercambio vial cercano al terminal. Estas construcciones, que se encuentran en pleno desarrollo, impusieron restricciones de circulación en las vías aledañas, lo que provocó aún más lentitud para quienes intentaban llegar al aeropuerto o salir de él. Las congestiones viales agravaron la experiencia de los pasajeros, quienes ya lidiaban con demoras y largas esperas dentro del aeropuerto.
El impacto de estas obras no es menor, considerando la magnitud del tráfico que el aeropuerto internacional gestionaba a diario. Este terminal, que opera como un punto clave para la conexión de Antioquia con el resto del país y el exterior, moviliza entre 40.000 y 45.000 pasajeros cada día. Además, en sus pistas y terminales se atienden entre 200 y 220 vuelos diarios, lo que lo convierte en uno de los aeropuertos más activos de Colombia.