Decidido a averiguar los efectos de la comida picante en el organismo, el creador de contenido colombiano conocido en redes sociales como el Cristian González experimentó en carne propia lo que ocurre al probar los productos más picantes, nacionales y extranjeros, poniéndolos a prueba en nuevo reto vital.
Según explicó en un video compartido a través de sus redes sociales, los que encontró “son los productos más picantes que existen y los vamos a combinar junto con el ramen y la papa más picante del mundo”.
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Puso todo en una misma taza para luego competir con sus amigos por el que más tiempo lograra comer sin detenerse e incluyeron frituras de la línea flamin hot, el que sería el ramen más picante del mundo y la papa más picante.
Sin embargo, fue demasiado, al menos para Gonzales, desde el primer mordisco: “En mi turno no logré comer ni la mitad que mis amigos. Puedo jurar que esto es lo más picante que he comida en mi vida, desde el primer minuto se me durmió la boca. Es insoportable”.
A tres minutos de terminar con el turno tuvo que detenerse porque no podía abrir los ojos y necesitaba sonarse.
Según explicó, “luego de cinco minutos (de estar comiendo de la mezcla), me picaban los ojos, la nariz, la boca, los labios, la garganta e, incluso, hasta el cuerpo. Lo siento, pero tuve que rendirme. Mi cuerpo no me dio para más”.
El impacto del picante en el cuerpo humano: entre el placer sensorial y reacciones fisiológicas incontrolables
El consumo de alimentos con picor, una práctica extendida en culturas de todo el mundo, genera una serie de reacciones fisiológicas en el cuerpo humano que van más allá del simple disfrute del sabor. Según informó en una investigación el diario estadounidense The New Times, el compuesto químico responsable de esta experiencia es la capsaicina, presente en ajíes, chiles y pimientos, que activa mecanismos en el sistema nervioso diseñados para detectar el dolor. Aunque muchas personas disfrutan de este tipo de alimentos por gusto o tradición, los especialistas advierten que su consumo excesivo podría tener efectos perjudiciales para la salud.
El fisiólogo David Julius, de la Universidad de California en San Francisco, explicó para el medio citado que la capsaicina interactúa con los receptores de potencial transitorio V1 (TRPV1, por sus siglas en inglés), unas proteínas que se encuentran en el sistema nervioso y que tienen la función de detectar sensaciones de dolor, especialmente cuando algo está muy caliente. Este mecanismo, que originalmente sirve para proteger al organismo de posibles daños, es el mismo que se activa al ingerir alimentos picantes, generando la sensación de ardor en la boca.
Reacciones fisiológicas que desencadena el picante:
Cuando la capsaicina entra en contacto con los receptores TRPV1, se produce una respuesta en cadena que incluye una serie de reacciones en el cuerpo. Según detalló The New Times, van desde el enrojecimiento de la piel y la transpiración hasta la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que permite liberar calor. Además, se estimula la producción de saliva, un mecanismo natural que busca aliviar la sensación de ardor.
El propio David Julius, quien recibió el Premio Nobel de Medicina por su investigación sobre este fenómeno, señaló que “comer picante puede producir diversas reacciones fisiológicas, por ejemplo, hormigueo en la lengua y los labios, o sudoración”. Estas respuestas, aunque pueden ser incómodas para algunas personas, son parte de un sistema de defensa natural del cuerpo humano.
El placer sensorial y los límites del consumo
A pesar de las reacciones que puede provocar, el consumo de alimentos picantes es valorado por muchas personas debido a la intensidad de las experiencias sensoriales que genera. Julius admitió que “a todos nos gustan las experiencias sensoriales; la comida picante hace la vida más interesante”. Sin embargo, también consideró advertir que no todas las reacciones son agradables, incluso para quienes disfrutan de este tipo de alimentos.
Y es que, aunque algunos atribuyen beneficios a la salud al consumo de alimentos picantes, los expertos insisten en que el exceso puede ser perjudicial. La activación constante de los receptores TRPV1 podría generar efectos adversos en el organismo, lo que destaca la importancia de moderar su ingesta.