El asesinato de Miguel Ángel López, su esposa Zulay Durán y su hijo de pocos meses en el municipio de Tibú, en el departamento de Norte de Santander, continúa siendo objeto de investigación por parte de las autoridades.
Una nueva línea de investigación sugiere que el crimen podría estar relacionado con un ajuste de cuentas vinculado a actividades que López habría realizado en la región del Catatumbo.
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De acuerdo con la revista Semana, las primeras indagaciones apuntaban a que el asesinato múltiple podría estar relacionado con el trabajo que desempeñaba Miguel Ángel López, que se dedicaba a recoger cadáveres y darles sepultura.
En las últimas horas, una nueva hipótesis ha cobrado relevancia en el caso. Según detalló Semana, esta línea de investigación sugiere que el asesinato de la familia López Durán podría estar relacionado con el transporte de elementos que Miguel Ángel López no debía trasladar.
Aunque los detalles específicos de esta versión no han sido revelados, las autoridades continúan trabajando para esclarecer los motivos detrás del crimen. La Fiscalía General de la Nación, en conjunto con la Fuerza Pública, lidera las investigaciones para determinar las causas exactas de este homicidio múltiple.
Hasta el momento, tanto el ELN como las disidencias de las Farc han asegurado, por medio de comunicados en redes sociales, que aunque sí se están confrontando, no fueron los responsables del asesinato de López, Durán y su bebé.
Pese a que se conoce este nuevo detalle, que indicaría un ajuste de cuentas como el motivo de su asesinato, la hipotesis principal de la Fuerza explica que López habría recuperado cuerpos de personas asesinadas por estructuras del Frente de Guerra Oriental del ELN, quienes habrían sido señaladas de pertenecer al Frente 33 de las disidencias de las Farc.
Los responsables de esas muertes habrían advertido que los cadáveres no debían ser recuperados, advertencia que no fue acatada por López.
Tibú, epicentro de una crisis humanitaria: desplazamientos masivos y violencia en el Catatumbo
El municipio de Tibú, en el departamento de Norte de Santander, enfrenta una de las peores crisis humanitarias de los últimos años.
Entre el 15 y el 20 de enero de 2025, esta región fue escenario de violentos enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Farc, dejando un saldo devastador: al menos 27 personas asesinadas, dos heridas, tres desaparecidas y 26 retenidas de manera ilegal. Además, más de 12.000 personas, en su mayoría campesinos, han sido desplazadas de sus hogares, según cifras de la Alcaldía y la Personería de Tibú.
A pesar de los esfuerzos del gobierno nacional por erradicar estos cultivos, el aumento de las hectáreas sembradas ha sido constante durante los últimos tres años. Este fenómeno no solo alimenta la economía ilegal, sino que también perpetúa el conflicto armado, ya que los grupos insurgentes y las bandas criminales luchan por el control de estas tierras y de las rutas del narcotráfico.
El impacto de los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las Farc ha sido devastador para la población civil. Según consignó La Opinión, más de 12.000 personas han abandonado sus hogares en busca de refugio, dejando atrás sus pertenencias y sus medios de subsistencia.
La situación en los albergues temporales es crítica. Las autoridades locales han señalado que los recursos son insuficientes para atender a la creciente cantidad de desplazados, mientras que las organizaciones humanitarias han advertido sobre el riesgo de una crisis sanitaria debido al hacinamiento y la falta de servicios básicos.
A pesar de los esfuerzos por contener la violencia y brindar asistencia a los desplazados, la magnitud del conflicto supera las capacidades de las instituciones. Según detalló La Alcaldía de Tibú y la Personería Municipal han solicitado apoyo urgente al gobierno central para atender las necesidades de la población afectada y garantizar la seguridad en la región.