La “maldición” por la que las corralejas de las fiestas del 20 de enero en Sincelejo, hace 45 años, tuvieron un final apocalíptico

De acuerdo con historiadores como Julio César Pereira, todo conspiró ese día para que la tarde de toros terminara en una tragedia para la que nadie estaba preparado

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La corraleja de Sincelejo en
La corraleja de Sincelejo en 1980 aglomeró miles de asistentes, tanto en palcos como en el ruedo y las cantinas - crédito Julio César Pereira/Fototeca Municipal de Sincelejo

El 20 de enero de 1980, hace 45 años, Sincelejo, la capital de Sucre, fue escenario de una de las mayores tragedias en la historia festiva del país. Durante la tradicional corraleja que se llevaba a cabo en el barrio Mochila, una parte de la estructura de madera (eran cuatro pisos) colapsó a causa de un fuerte aguacero, lo que dejó como saldo más de 500 personas fallecidas y decenas de heridos. El evento, aún profundamente doloroso para los habitantes de la región, sigue siendo tema de análisis y memoria.

El fatídico día de la tragedia estuvo marcado por una serie de eventos desafortunados que, para muchos, estuvieron cargados de simbolismo y misticismo. El mismo, hizo que en 1988, el Consejo de Estado haya condenado al municipio de Sincelejo a indemnizar a 2.935 víctimas con $4.356 millones. Estos los asumió el Gobierno nacional en su totalidad y Sincelejo se comprometió a pagarlos en cuotas. Ya cumplió con el pago total

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“Todo conspiró de fuerzas oscuras. La ciudad estaba bajo el sol de enero, pero de repente llegaron unas nubes ominosas, y la estructura colapsó con todo su peso”, relató a Infobae Colombia el historiador Julio César Pereira, al recordar la atmósfera que se vivió aquella tarde de enero de hace más de cuatro décadas.

En 1988, el Consejo de
En 1988, el Consejo de Estado condenó al municipio de Sincelejo a indemnizar a 2.935 víctimas de la tragedia con $4.356 millones. Estos los asumió el Gobierno nacional en su totalidad y Sincelejo se comprometió a pagarlos en cuotas. Ya cumplió con el pago total - crédito Julio César Pereira/Fototeca Municipal de Sincelejo

Para comprender el trasfondo de esta festividad, es necesario remontarse a los orígenes históricos de la tradición ganadera y festiva de Sincelejo. La ciudad, que goza de una ubicación estratégica al pie de los Montes de María y cerca de riquezas naturales como tierras fértiles y el mar Caribe, en el golfo de Morrosquillo, se consolidó durante los siglos XVIII y XIX como un bastión del comercio agrícola y ganadero. Según el experto, este desarrollo económico llevó al surgimiento de una cultura festiva estrechamente ligada a su patrón religioso.

“Desde 1740, cuando el desorden era evidente en el pueblo, cinco mujeres acudieron a Cartagena para quejarse de la falta de ley y moral. Estas acciones marcaron el camino hacia la oficialización de las festividades patronales, que luego serían trasladadas a enero debido a las lluvias de octubre”, explicó. El hecho coincidió con la celebración del Dulce Nombre de Jesús.

La “maldición” de Arturo Cumplido

Uno de los elementos más controversiales que rodea la tragedia del 20 de enero de 1980 es la supuesta “maldición” del ganadero Arturo Cumplido, quien, históricamente, solía ser el que “jugaba” los toros durante esa fecha, pero que en esa ocasión fue excluido por la organización a favor de otro ganadero (Pedro Juan Tulena). Según lo que dicen muchos sincelejanos, Cumplido, en un acto cargado de frustración, habría exclamado que el evento sufriría consecuencias desastrosas tras ser desplazado.

Sin embargo, Pereira dice que eso puede ser descartado, ya que el ganadero no era ese tipo de persona.

“Arturo Cumplido fue un hombre profundamente devoto. Incluso en sus últimos días, estando enfermo, pidió que la procesión del Dulce Nombre de Jesús pasara frente a su casa”, narró el también periodista, al resaltar el impacto religioso y social en su figura.

Un episodio de caos y dolor inolvidable.

El día de la tragedia, las estructuras de madera que conformaban los palcos de la corraleja de Sincelejo terminaron desplomándose debido a la cantidad de espectadores y la fuerza de las lluvias repentinas. “Fue una escena horrenda, una cuestión apocalíptica. Las emisoras anunciaban la caída de los palcos, la ciudad se llenó de llanto, tristeza y una oscuridad que duró días”, describió al evocar el impacto emocional que predominó en las jornadas posteriores.

La comunidad y las autoridades locales enfrentaron grandes dificultades para manejar el desastre. En esa oportunidad, Pereira tenía 12 años de edad y había preferido ir a cine. Cuando supo del a tragedia, fue a ayudar.

Recordó que el Hospital de Sincelejo, así como los de municipios vecinos como Corozal, colapsaron debido a la cantidad de víctimas, y fue necesaria la intervención del Gobierno nacional, encabezado entonces por el presidente Julio César Turbay, quien envió recursos como ataúdes y médico personal desde Bogotá.

Pereira añadió: “El país no estaba preparado para semejante tragedia. Personas de todas las edades quedaron atrapadas entre el barro. Algunos relatos hablan de hombres y mujeres lanzados desde los palcos en un intento desesperado por salvarse”.

Recuperar la identidad perdida

Aunque la corraleja como tradición sigue siendo objeto de debate por la crueldad hacia los animales y los riesgos asociados a su desarrollo, en Sincelejo, evolucionó hacia otras expresiones que buscan equilibrar lo cultural y lo festivo. Eventos posteriores, como la creación del Reinado del Fandango y el Encuentro Nacional de Bandas, surtieron el efecto de preservar la esencia de las festividades patronales, pero con un enfoque menos riesgoso.

A pesar de esto, la narrativa de la tragedia sigue viva en la vida cotidiana de la región y las corralejas se siguen celebrado, Hoy, 20 de enero de 2025, se celebra la última tarde de las fiestas de este año.

Luego de más de 20
Luego de más de 20 años de la tragedia del 20 de enero de 1980, en Sincelejo volvieron a hacerse fiestas en corraleja. En la actualidad se hacen seis tardes dentro de la celebración de las fiestas del Dulce Nombre de Jesús - crédito Julio César Pereira/Fototeca Municipal de Sincelejo

Por otro lado, algunos habitantes aseguran que las noches en el lugar del siniestro están marcadas por sensaciones de desastres e historias sobrenaturales, así como un profundo respeto por las víctimas. “En los alrededores de Mochila, la gente dice que escucha gritos en la madrugada. Es como si el lugar no hubiera podido liberarse de aquella energía trágica”, afirmó Pereira.

El legado de la tragedia

A día de hoy, la tragedia de Sincelejo continúa resonando como un recordatorio de la fragilidad humana frente a las adversidades. El testimonio de quienes vivieron la catástrofe, como el historiador Pereira, permite reconstruir los efectos emocionales e históricos que este evento tuvo sobre la población.

“Aunque cambiaron las fiestas, la memoria de aquel 20 de enero no desaparecerá jamás”, sentenció Julio César Pereira al reflexionar sobre el impacto perdurable de la tragedia en la cultura popular y en la historia de Sincelejo.

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