El Servicio Geológico Colombiano no ha reportado mayores eventos, para conocer la actividad que se ha registrado en el país en la mañana del domingo 19 de enero, puede revisar el siguiente enlace.
Cuando ocurre un sismo, dos de las características más relevantes son su magnitud y su profundidad, aunque ambos conceptos son técnicos, su diferencia es crucial para entender el impacto potencial del evento.
La magnitud mide la cantidad de energía liberada durante un sismo y se expresa en una escala numérica. Por ejemplo, un sismo de magnitud 6 es diez veces más potente que uno de magnitud 5, debido a la naturaleza logarítmica de la escala. Por otro lado, la profundidad se refiere a la distancia entre el foco sísmico o el punto en el que se ocurre el movimiento, y la superficie terrestre.
Los sismos superficiales, con una profundidad menor a 30 kilómetros, suelen causar más daños porque la energía liberada alcanza con mayor intensidad las áreas urbanas. En cambio, los sismos profundos, aunque pueden ser de mayor magnitud, tienden a sentirse menos porque su energía se dispersa antes de llegar a la superficie.
Entender estas diferencias ayuda a prever el impacto de un sismo. Por ejemplo, un sismo de magnitud 5 a 10 km de profundidad puede causar más daño que uno de magnitud 6 a 100 km.
Colombia es uno de los países más propensos a sismos debido a su ubicación en el cinturón de deformación Andino, donde confluyen las placas tectónicas de Nazca, Suramericana y Caribe.
Algunas regiones son particularmente vulnerables por su cercanía a fallas geológicas activas y la interacción entre las placas.
Entre las zonas con mayor actividad sísmica destaca el Eje Cafetero, atravesado por la falla de Romeral, que ha causado importantes movimientos telúricos, como el terremoto de Armenia de 1999.
El suroccidente del país, incluyendo Nariño y Cauca, es otro punto crítico, ya que allí convergen las placas de Nazca y Suramérica, provocando sismos como el de Popayán en 1983.
La región Caribe también es vulnerable, especialmente cerca del golfo de Urabá y la Sierra Nevada de Santa Marta, donde existen fallas locales que generan sismos de baja y mediana intensidad.
En el centro del país, la falla de Bucaramanga se encuentra en un punto conocido como el “nido sísmico de Bucaramanga”, uno de los más activos del mundo.
Colombia, al estar ubicada en una zona de convergencia tectónica, ha sido escenario de importantes eventos sísmicos que han marcado la historia del país. Uno de los más recordados es el terremoto de Popayán de 1983, que alcanzó una magnitud de 5.5, dejando más de 200 muertos y devastando gran parte de la infraestructura histórica de la ciudad. Este evento impulsó la creación de normativas de construcción antisísmica.
Otro hecho significativo ocurrió el 25 de enero de 1999, cuando un terremoto de magnitud 6.2 sacudió el Eje Cafetero, afectando principalmente a Armenia y causando cerca de 1.200 muertes. Este desastre evidenció la falta de preparación y la vulnerabilidad de las viviendas en zonas de alto riesgo.
En años más recientes, el terremoto de 2016 con epicentro en el Océano Pacífico, cercano a la costa de Ecuador, tuvo efectos en el suroccidente colombiano, aunque sin víctimas fatales. Estos eventos resaltan la importancia de los avances en monitoreo sísmico y planes de emergencia.
El último evento sísmico se registró en Los Santos, Santander, con una magnitud de 2,1, con profundidad superficial que se sintió en Los Santos, Jordán y Aratoca.