Una nueva tragedia sacudió a la comunidad de Tibú, en la región del Catatumbo, Norte de Santander, el miércoles 15 de enero de 2025. Un ataque armado en la carretera que conecta Tibú con Cúcuta dejó tres víctimas mortales: Miguel Ángel López, reconocido tanatólogo y propietario de la funeraria San Miguel, su esposa Zulay Durán Pacheco, y su hijo Miguel Herney López Durán, un bebé de solo unos meses.
El vehículo fúnebre en el que viajaban fue interceptado por hombres armados, quienes dispararon contra los ocupantes, dejando una escena de gran violencia, con el vidrio panorámico del coche completamente destruido.
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Este suceso ha causado una gran conmoción en la comunidad, especialmente debido al impacto que Miguel Ángel López había tenido en la vida de muchos a través de su profesión. López, conocido por su trabajo en el ámbito funerario, fue una figura clave en la región, no solo por su labor, sino por su manera única de enfrentar la muerte.
En un documental local reciente, López compartió sus reflexiones sobre el dolor y la muerte, temas que manejaba a diario debido a su trabajo como tanatólogo. En esa entrevista, confesó lo difícil que le resultaba tratar los cuerpos de niños fallecidos y cómo tenía que mantener una cierta distancia emocional, pese al profundo respeto que sentía por las víctimas.
En esa misma entrevista, López reveló que su sueño de juventud era estudiar medicina, pero las dificultades económicas lo llevaron a tomar otro camino. “Su sueño era estudiar medicina, pero no tenía el dinero para estudiar, por eso decidió examinar cuerpos para entender las causas de los fallecimientos”, se menciona en el documental.
Aunque no pudo cumplir su meta inicial, Miguel Ángel López encontró en la tanatología una forma de canalizar su vocación de servicio, convirtiéndose en uno de los pocos profesionales en este oficio en Tibú. Aprendió de manera empírica y logró ganarse el respeto de la comunidad por su dedicación y empatía.
El documental también reveló los deseos de López sobre el tratamiento de su propio cuerpo al morir. “No quisiera una preservación ni que me entierren. Quisiera una cremación”, expresó, una reflexión que en la actualidad adquiere un tono aún más sombrío tras su trágica muerte.
Su visión sobre la muerte, y especialmente sus palabras sobre la cremación, resuenan de manera especial ante el desenlace de su vida y la de su familia.
Antes de esta tragedia, Miguel Ángel y Zulay habían compartido momentos de alegría con su comunidad. En marzo de 2024, celebraron un baby shower para dar la bienvenida a su bebé. En las publicaciones de redes sociales de la pareja, se veían sonrientes, rodeados de familiares y amigos, esperando con ilusión la llegada de su hijo.
En una de las publicaciones, Miguel Ángel expresó: “Gracias a mi Dios y a todas las personas que nos acompañaron. Estamos ansiosos de tu llegada, mi príncipe”. Estas palabras, llenas de esperanza, ahora contrastan dolorosamente con el trágico desenlace.
El ataque no es un hecho aislado en el Catatumbo, una región históricamente marcada por la violencia y la presencia de grupos armados ilegales.
Las primeras investigaciones apuntan al Clan del Golfo como uno de los posibles responsables del ataque, que podría haber sido motivado por la disputa entre distintos actores armados por el control territorial en la zona. El Catatumbo, por su ubicación estratégica y sus cultivos ilícitos, ha sido durante años un punto de conflicto en Colombia, afectando gravemente a sus habitantes.
El mandatario Gustavo Petro calificó el hecho como “una noticia lamentable” y se unió al rechazo generalizado que expresaron diversas figuras políticas.
Este crimen, que se suma a una larga lista de actos violentos en la región del Catatumbo, ha reavivado las críticas hacia la estrategia gubernamental de buscar acuerdos con los grupos armados ilegales.
La masacre en Tibú provocó una ola de condenas desde distintos sectores políticos. La senadora Paloma Valencia, del partido Centro Democrático, expresó su indignación y exigió a las autoridades identificar y capturar a los responsables.
“Qué dolor y rabia causa la masacre en el Catatumbo”, afirmó. Por su parte, el representante Andrés Forero, también del Centro Democrático, manifestó que los hechos generaban “dolor de patria”.