En los barrios del sur de Bogotá, donde la violencia y la pobreza marcan la cotidianidad, surgió a finales de los años 90 Crack Family, un grupo emblemático del hiphop colombiano.
Entre sus integrantes se destacó Alexander Copete, conocido artísticamente como Fumas Bolívar, figura clave en el movimiento urbano y también protagonista de una vida marcada por el delito y la cárcel.
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“Mi trabajo era cerrar los ojos y disparar”
Originario del barrio Lucero en Ciudad Bolívar, Copete creció en un entorno difícil, rodeado de pandillas, asaltos y violencia.
En una reciente entrevista en el pódcast Conducta Delictiva con Kevin Pinzón y Michell Rodríguez, relató cómo este contexto influyó en su vida.
“El barrio era de condición social muy difícil, de pandillas, de asaltantes de bancos. En esa época no se veía tanto la droga, era más común el porte de armas y los asaltos”, confesó.
Desde niño, Fumas Bolívar estuvo inmerso en ese ambiente, pero a los 12 años comenzó su vida delictiva y a los 14 fue recluido por homicidio.
Su paso por las correccionales fue recurrente, acumulando delitos que incluyeron sicariato y porte ilegal de armas.
“Yo trabajaba y yo no preguntaba quién mandó, ni por qué, ni quién es la víctima, pues eso a mí no me incumbe, mi trabajo era cerrar los ojos y disparar y ya”.
Su amor por la música
Pese a esa trayectoria, la música siempre fue parte de su vida, pues junto a amigos de su barrio formó parte de Fondo Blanco, una pandilla que evolucionó hacia un colectivo artístico atraído por la danza callejera y el hiphop.
De ese proceso surgió Crack Family, agrupación que revolucionó la música urbana colombiana: “Crack Family no era solo un grupo, era un sello discográfico, una familia”, explicó.
Mientras su música alcanzaba reconocimiento nacional e internacional, Copete continuaba envuelto en problemas legales.
En 2011 fue condenado a 12 años de prisión por porte ilegal de armas y hurto agravado.
Desde la cárcel, sin embargo, mantuvo su vínculo con la música, por lo que tuvo la oportunidad de participar en la creación de canciones y videoclips, como Topos, grabado dentro del penal.
Su encarcelamiento no impidió el crecimiento de Crack Family, pues a través de colaboraciones con otros artistas y giras internacionales, el grupo consolidó su influencia en la escena hiphop.
Sin embargo, Fumas Bolívar desconocía el impacto que tenía su figura: “Yo no sabía el reconocimiento que tenía. Cuando salí de prisión después de 14 años, me impactó ver cómo la gente me seguía”, recordó.
Una nueva vida lejos de la cárcel que no fue
Tras recuperar la libertad, intentó alejarse de la música y del pasado, por lo que se dedicó a la fabricación de muebles, fundó su propia empresa y formó una familia.
“Yo me casé, me dediqué a mi hogar, a mis hijos, aprendí a trabajar porque cuando yo salí de la prisión yo no tenía nada, solamente tenía reconocimiento, entonces conformé un hogar con una persona, nos casamos, aprendí a trabajar y me fue bien”.
Sin embargo, el destino le jugó en contra y fue nuevamente capturado por porte ilegal de armas, esta vez condenado a 12 años más de prisión: “El arma no la tenía con fines delictivos, pero la ley es la ley”, reconoció.
Un futuro tras las rejas, pero con música
Desde su actual reclusión en La Picota, Alexander Copete busca redimir sus errores a través de la música.
Su objetivo ahora es crear un espacio artístico para reclusos y exconvictos, ofreciéndoles una plataforma para desarrollar su talento.
“Quiero que quienes salen de prisión tengan la oportunidad de grabar, sin ánimo de lucro. Solo quiero sembrar esa semilla”, expresó.