El fallecimiento del científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo, ocurrido el jueves 9 de enero de 2025, dejó un profundo vacío en la comunidad científica y en el país.
Reconocido mundialmente por sus investigaciones en el desarrollo de una vacuna sintética contra la malaria, Patarroyo murió a los 78 años a causa de un paro cardiorrespiratorio.
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Su legado científico y compromiso con la salud global lo hicieron merecedor de múltiples reconocimientos internacionales, aunque el Premio Nobel le fue esquivo.
En medio de los homenajes póstumos, el abogado penalista Iván Cancino compartió detalles de su relación personal y profesional con Patarroyo, revelando facetas menos conocidas del científico.
A través de un video publicado en su cuenta de TikTok, Cancino narró dos anécdotas que reflejan el carácter del investigador y su conexión con la naturaleza.
Un científico multifacético y apasionado
Cancino recordó a Patarroyo no solo como el destacado médico egresado de la Universidad Nacional de Colombia, sino como un hombre de múltiples pasiones.
Además de su labor científica, era un ferviente conservacionista y un entusiasta de las orquídeas, por lo que el abogado destacó que Patarroyo sobresalió en el ámbito académico con estudios de posgrado en instituciones como la Fundación Rockefeller, Yale, el Hershey Medical Center y el Karolinska Institutet de Estocolmo, también fue merecedor de reconocimientos como el Premio Príncipe de Asturias en Investigación Científica y Técnica, el Premio Robert Koch y la Medalla de Edimburgo, entre otros.
Cancino también resaltó la eficacia de la vacuna experimental contra la malaria desarrollada por Patarroyo, la cual alcanzó un 66% de efectividad general y un 77% en menores de edad, contribuyendo significativamente a la lucha contra esta enfermedad.
Defensa legal y vínculo personal
La relación entre el científico y el abogado se remonta a los años en los que Patarroyo enfrentó cuestionamientos legales por el uso de primates en sus investigaciones. Según el relato de Cancino, Patarroyo fue acusado de tráfico de especies, fraude procesal y falsedad, cargos que finalmente fueron desestimados.
En ese momento, Iván Cancino defendió el manejo ético que el investigador tenía con los animales, asegurando que en el centro de investigación del Amazonas se cumplían rigurosos estándares de cuidado y bienestar.
Según Cancino, Patarroyo trataba a los monos utilizados en sus estudios como amigos, les asignaba nombres y, tras concluir los procesos de investigación, eran liberados.
Este trato reflejaba el respeto que el científico tenía por la biodiversidad y su compromiso con la conservación ambiental.
La inmensidad del Amazonas: miedo y enseñanza
Una de las anécdotas más memorables que compartió Cancino se registró durante uno de sus primeros viajes al Amazonas junto a Patarroyo.
El abogado relató cómo, navegando de noche por el río Amazonas, observó reflejos brillantes a la orilla del río, por lo que, intrigado, preguntó a Patarroyo qué era aquello, y este le explicó que se trataba de los ojos de pequeños caimanes que reflejaban la luz y creaban un efecto visual impactante.
La segunda anécdota fue aún más desconcertante: Patarroyo tenía por costumbre lanzar al agua a sus acompañantes, incluidos altos ejecutivos y figuras públicas, para que experimentaran la fuerza de la corriente del río.
“En el barco le ponía a uno el chaleco salvavidas, pero la primera vez le decía venga, acérquese a la orilla y lo botaba, y la corriente del río era realmente fuerte”.
Cancino recordó cómo fue arrojado al Amazonas, sintiendo miedo ante la inmensidad y la fuerza del río; sin embargo, Patarroyo lo rescató minutos después, asegurándole que todo estaba bajo control.
“Él ya lo tenía todo perfectamente estudiado: arrancaban el bote tres, cuatro minutos, que parecían un año, se devolvía, lo sacaba con las personas que iba, sin sufrir realmente uno nunca un peligro, pero uno se sentía terrible”.
Según el abogado, el científico utilizaba esta experiencia para enseñar que, frente a la naturaleza, el ser humano es insignificante.
“Decía: ‘Mire, aquí ha estado mucha gente, presidentes de empresas, reinas de belleza y a todo el mundo le hago lo mismo para que ustedes entiendan que uno realmente no es nada ante la inmensidad de la naturaleza”, explicó Cancino.
Cancino comentó con humor que, aunque habría entendido la lección sin necesidad de ser arrojado al agua, la vivencia lo marcó profundamente: “Si me lo hubiera explicado lo entendía igual, pero la experiencia me dejó una enseñanza que nunca olvidaré”.
Un legado que trasciende
En su mensaje, Iván Cancino subrayó las dificultades que Patarroyo enfrentó debido a críticas provenientes de sectores académicos y multinacionales farmacéuticas, a las que acusó de intentar desacreditar su trabajo por rivalidades intelectuales.
A pesar de estas adversidades, Cancino destacó que Patarroyo siempre actuó conforme a la ley y defendió su legado científico con integridad.
“Tuve la fortuna de ser su abogado, su amigo, su contertulio. Mucha falta nos va a hacer”, concluyó Cancino.