Ni en diciembre, cuando ya no hay jornada académica en las instituciones de educación del país, la ciudad de Bogotá pudo quedar libre de protestas y enfrentamientos entre encapuchados y las fuerzas del orden de la capital.
De hecho, tras el último incidente ocurrido el 17 de diciembre en la sede de la Universidad Nacional, donde encapuchados adelantaron fuertes combates con las autoridades, volvió al escenario público la posibilidad de que dichas instituciones públicas estén permeadas por grupos armados.
Ahora puede seguirnos en Facebook y en nuestro WhatsApp Channel.
De acuerdo con declaraciones del general en retiro Eliécer Camacho, excomandante de la Policía de Bogotá, las universidades públicas del país han sido escenario de infiltraciones por parte de grupos armados desde 2019.
En una entrevista concedida en la mañana de este lunes 30 de diciembre a La W, el oficial retirado señaló que estas actividades han incluido la formación ideológica y el entrenamiento de jóvenes, lo que, según él, ha contribuido a la generación de disturbios y caos en estos espacios académicos.
El general Camacho explicó que las investigaciones realizadas durante su gestión revelaron la presencia de personas vinculadas a grupos armados al interior de las universidades.
Según detalló, estas acciones comenzaron en 2019 y se vieron interrumpidas temporalmente en 2020 debido a la pandemia de covid-19. Sin embargo, aseguró que el fenómeno se intensificó en años posteriores, especialmente durante el estallido social de 2021.
En su intervención, el excomandante recordó que en 2020, durante el gobierno de Iván Duque, las autoridades lograron abatir a alias “Uriel”, un miembro del ELN.
“Llegamos al 2021 con el estallido social, pero esto venía desde 2019. Por la pandemia del covid-19, pararon las manifestaciones en 2020 y ese año se logró dar de baja a alias ‘Uriel’, del ELN, a quien se le encontraron documentos acerca de la infiltración en las universidades y otros espacios académicos como un computador y toda una estrategia de instrumentalización, incluyendo menores de edad”, comentó Camacho al medio radial.
Además, el general en retiro también señaló que esta problemática se estaría repitiendo en diferentes universidades públicas del país. Incluso, compartió detalles sobre su experiencia como comandante de la Policía en Medellín, donde tuvo acceso a información sobre actividades clandestinas dentro de las universidades.
Según sus declaraciones, en estos espacios se llevaban a cabo entrenamientos y formaciones ideológicas dirigidas por pequeños grupos organizados. Camacho destacó que estas personas, en su mayoría, permanecen en las instituciones durante largos periodos, repitiendo semestres y reclutando a jóvenes con ideologías afines.
“Son grupos pequeños porque así son más difíciles de detectar”, afirmó el excomandante, quien además señaló que la falta de acceso de las autoridades a ciertos espacios dentro de las universidades facilita actividades ilícitas, como el almacenamiento de explosivos. Según Camacho, esta situación ha permitido que los grupos armados mantengan una estrategia de caos y desestabilización en las instituciones educativas.
Por otro lado, el vicerrector de la Universidad Nacional, Andrés Felipe Mora, también se pronunció sobre los disturbios recientes en la sede de Bogotá. En declaraciones a La W, Mora informó que, gracias a estrategias pedagógicas y de diálogo, los actos violentos protagonizados por encapuchados han disminuido en un 60%.
Sin embargo, el funcionario expresó su preocupación por la falta de claridad sobre la identidad de los responsables, quienes, según indicó, no parecen ser estudiantes de la universidad.
“La universidad tiene las puertas abiertas, pero lamentablemente estas personas no identificadas han generado situaciones críticas. Seguimos trabajando como comunidad para prevenir estos actos”, afirmó Mora.
El general Camacho, por su parte, insistió en que las evidencias recopiladas desde 2019 apuntan a la presencia de personas vinculadas a grupos terroristas en las universidades. Según sus declaraciones, estas actividades buscan perpetuar un estado de caos y desorden en los espacios académicos, afectando tanto a las instituciones como a sus comunidades.