Humanity & Inclusión (HI) ha lanzado un llamado urgente para mejorar el acceso a la rehabilitación y la tecnología de asistencia en zonas afectadas por conflictos armados, según un informe reciente titulado “La Rehabilitación importa: un llamado de la población afectada por conflictos armados”. Este informe, financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega, destaca la necesidad de garantizar que todas las personas afectadas por la guerra reciban el apoyo necesario para su recuperación y reintegración social.
En Colombia, el uso de artefactos explosivos sigue siendo una amenaza significativa. En 2022, se registraron 145 víctimas de minas y restos explosivos de guerra, lo que coloca al país entre los cinco con mayor uso de estos dispositivos por grupos armados no estatales. A pesar de los avances en reformas legales y políticas, persisten brechas en el acceso a servicios médicos y de rehabilitación, lo que afecta no solo a las víctimas directas, sino también a sus familias y comunidades.
El informe de HI incluye testimonios de personas de Colombia, Irak y Laos, quienes comparten sus experiencias en el acceso a la rehabilitación. Uno de los casos destacados es el de Andrés, un joven colombiano que sufrió graves heridas tras la explosión de un cilindro bomba en el departamento de Nariño. A pesar de las dificultades, Andrés logró acceder a una prótesis de calidad y ahora participa activamente en deportes paralímpicos y en estrategias de apoyo entre pares.
Andrés tenía 23 años cuando viajaba en una motocicleta en zona rural del departamento de Nariño y un cilindro bomba explotó cerca. Fue sometido a una gran cantidad de intervenciones quirúrgicas debido a la gravedad de sus heridas: dos amputaciones en la pierna derecha, cirugía de tórax, una traqueotomía y otras intervenciones para reconstruir el brazo y el tímpano.
Posteriormente tuvo que someterse a sesiones de fisioterapia y terapia del lenguaje en el hospital, y un proceso para aprender a utilizar su primera prótesis.
Posteriormente se trasladó a Pasto donde comenzó una nueva vida, gracias al apoyo de la Pastoral Social, una organización diocesana de Pasto, y de Humanity & Inclusion.
“La recuperación fue un proceso amargo, porque el sistema es precario y hay poco apoyo y ayuda estatal para las víctimas”, recuerda Andrés, quien hoy tiene 41 años y una vida activa en su comunidad, practica deportes paralímpicos con su prótesis y apoya a otros sobrevivientes de explosiones a través de un programa de acompañamiento de la Pastoral Social.
Otro testimonio es el de Gloria, quien junto a su hijo Sebastián, tuvo que huir de su hogar debido a amenazas de grupos armados. En Pasto, Sebastián recibió terapia ocupacional y de lenguaje, mientras que Gloria encontró una forma de generar ingresos a través de la artesanía, gracias al apoyo de organizaciones locales, y participa activamente en un grupo de con el cual, tras capacitarse con Humanity & Inclusion, ofrece apoyo y consejos a otras cuidadoras.
Por su parte, Sebastián, quien tiene síndrome de Down, ahora forma parte de un grupo musical de la Fundación Batuta, donde actúa junto a otros jóvenes.
Gracias al apoyo de la Pastoral Social, Gloria pudo generar ingresos desde casa elaborando productos artesanales mientras cuidaba a su hijo, y
El informe de HI subraya la importancia de aumentar los recursos financieros y técnicos para apoyar a las víctimas de conflictos armados. Recomienda promover un enfoque centrado en la persona en la asistencia a las víctimas, ampliar la cobertura de los costos de rehabilitación y mejorar la accesibilidad y asequibilidad de la tecnología de asistencia.
A pesar de los esfuerzos por mejorar la atención a las víctimas de artefactos explosivos, las brechas en el acceso a servicios esenciales persisten. HI insta a los gobiernos y organismos internacionales a tomar medidas concretas para garantizar que todas las personas afectadas por conflictos armados puedan acceder a la rehabilitación y tecnología de asistencia de calidad, como una cuestión de derechos, inclusión y dignidad.