“Las mujeres ya no esperan, actúan”: joven colombiana le pidió la mano a su novio en público y se hizo viral

Según un sondeo de la Associated Press, el 75% de los hombres reveló que se sentiría cómodo con la idea de que su novia le proponga matrimonio. Sin embargo, este escenario se dio en un 5% de los casos.

E, incluso, según dijo en conversaciones con Atlántico la planificadora de bodas Lauren Kay, entre sus clientes, el número de hombres que piden la mano a su pareja alcanza el 97%.

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De acuerdo con la medallista de oro olímpica Lindsey Vonn no aportaría a una sociedad que busque desligarse de los roles de género marcados: “Sí. Hablamos de la igualdad, pero las acciones hablan más que las palabras. Los hombres deben recibir anillos de compromiso también y eso es lo que se merece mi esposo”.

Sin embargo, la balanza podría empezar a equilibrarse, o es la invitación de videos como el compartido masivamente, en el que una mujer de Neiva, Huila, le pide matrimonio a su novio, en un restaurante.

En la grabación se ve a los meseros del lugar sosteniendo una cadena de globos con las palabras “cásate conmigo” y a la mujer arrodillándose con un anillo en la mano para hacer la propuesta, que no tardó en ser aceptada con lágrimas en los ojos.

Lo que generó opiniones divididas en las redes sociales: “Solo en Colombia. Estas cosas no pasan en mi país”, “Muy bello”, “Muy linda ella y él debe ser un hombre muy especial”, “Espero que la propuesta de la chica haya sido de corazón”, “¡No la dejes ir, crack!”, “Que lindo cuando la agarra y le dice que sí”, “Hombre afortunado”, “Qué bonito, felicitaciones”, “A alguien le calaron los comerciales de Lady Speed Stick”, “Qué linda y el señor muy suertudo, se ve que lo ama”, “Se ve que él es una persona noble y buena. Esos hombres valen oro”, “¿Ven, mujeres? Ustedes tambipen pueden hacer la propuesta”, “La gente critica al parcero por su apariencia, pero debe tratar a esa mujer como una reina o como ningún otro lo ha hecho”.

El debate sobre los roles de género y la responsabilidad de pagar en una cita volvió a ser tema de conversación tras el video compartido por Luis Miguel Espita, un migrante colombiano, quien se enfrentó a una situación en Bogotá que lo llevó a cuestionar la tradicional idea de que el hombre debe hacerse cargo de la cuenta. Durante su estancia en la capital, Espita relató en redes sociales un episodio que calificó de “cómico”, pero que a la vez reavivó la discusión sobre la equidad en las relaciones de pareja.

En su video, Espita explicó que mientras desayunaba con su esposa en un restaurante, la mesera se dirigió únicamente a él para preguntar si deseaba la factura electrónica, asumiendo que sería él quien pagaría. “No le preguntan a mi señora si le gustaría tener la factura electrónica, es solo para el caballero”, expresó, evidenciando su sorpresa ante lo que considera un reflejo de normas sociales anticuadas.

El video, que rápidamente se viralizó, muestra cómo el migrante abordó la situación con humor, aunque también dejó entrever su frustración con el hecho de que la responsabilidad económica en una cita siga recayendo, de manera casi automática, en el hombre. Finalmente, aunque Espita decidió pagar, el episodio generó una ola de comentarios en redes sociales.

Lo más llamativo fue que la mayoría de las críticas hacia Espita provinieron de mujeres, quienes consideraron que su percepción exageraba una situación cotidiana, mientras que solo un hombre pareció respaldar su postura. Este episodio resalta la persistente división entre posturas conservadoras y progresistas respecto al papel del hombre y la mujer en temas financieros dentro de una relación, un debate que continúa vigente a pesar de los avances en equidad de género y empoderamiento femenino.

Las declaraciones de periodistas con enfoque de género, publicadas por el portal Vice, ya habían señalado la necesidad de superar estos códigos tradicionales: “La empatía y la amabilidad no deben tener género”, “Que ser amable sea un término asociado al hombre es uno de los actos más machistas”. No obstante, casos como el vivido por Espita sugieren que, en la práctica, estas ideas aún no han calado del todo en ciertos sectores, como el del servicio gastronómico en Bogotá.

O el de muchas mujeres para las que asumir su cuenta sigue pareciendo inadmisible: “Pues obvio, el caballero paga, si no, no es caballero”, “Pues puede pagar usted y que la factura vaya a nombre de la señora”, “No, caballero, la señora no paga”, “¿Cuál es el chiste o problema?”, “Es que así tiene que ser”, “Uy no, con un marido así ¿pa’ qu’e se casa?”, “¡Se te subió un video sin culpa!”, “Me pasó también... le dije a la mesera que le preguntara a la chica con la que iba y ella me miró extraño... enseguida me di cuenta ¿acaso una mujer deja de serlo al pagar?”.