
Nacida el 9 de mayo de 1943 en Medellín, Colombia, Teresita Gómez se convirtió en una leyenda viva de la música en su país. A lo largo de sus 80 años de vida, la artista ha dejado una huella en el mundo musical, no solo como una talentosa pianista, sino también como una dedicada maestra y una inspiración para miles. Lo que para muchos es llamativo fue cómo emergió en medio de si dura
La infancia de Teresita fue única y desafiante. Adoptada por Valerio Gómez y Teresa Artega, que trabajaban como porteros en el Palacio de Bellas Artes de Medellín, Teresita creció en un entorno privilegiado, pero también marcado por la discriminación racial. Siendo una niña negra en un mundo de blancos y ricos, ella tuvo que enfrentar los prejuicios desde temprana edad.
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Su conexión con la música comenzó de manera inusual. Acompañando a su padre durante sus rondas nocturnas por el Palacio de Bellas Artes, Teresita se sentaba frente a un piano sin instrucciones formales y, guiada por su oído, comenzaba a explorar las notas que escuchaba durante el día. Este descubrimiento llevó a su primer concierto, auspiciado por sus padres adoptivos, una pareja que la apoyó a pesar de los desafíos sociales.
Cuando Teresita, con tan solo unos pocos acordes, comenzó a tocar el piano en un salón antes de la partida de la profesora, la atención se centró en ella de manera inesperada. “La negra está tocando el piano”, exclamó alguien al presenciar su actuación. Este incidente marcó el inicio de una conexión única entre Teresita y la música.
A pesar de recibir clases de piano en secreto, Teresita obtuvo una beca para estudiar en el conservatorio; sin embargo, su presencia destacaba en un entorno donde el racismo y la discriminación eran palpables.
Notas de valentía y resiliencia
La biografía escrita por Beatriz Helena Robledo, Teresita Gómez. Música, toda una vida, ofrece una mirada detallada sobre los desafíos y triunfos de esta excepcional pianista. A través de las páginas del libro, se revela la profundidad de la conexión de Teresita con la música y cómo enfrentó la adversidad, por lo que BBC tuvo un diálogo con la escritora.
Su acceso al mundo musical se forjó en secreto. Valerio y Teresa, sus padres adoptivos y porteros del Palacio de Bellas Artes, temían ser expulsados si se revelaba que una niña negra y adoptada estaba aprendiendo a tocar el piano.
La discriminación no se limitaba al mundo de la música. En el barrio, los niños de casas lujosas le prohibían jugar, y en la calle, las palabras despectivas como “¡regalada!”, la perseguían. Incluso un colegio de monjas carmelitas le negó el cupo, alegando que “no recibían negros”. A pesar de estos desafíos, Teresita, según su madre, supo elevarse por encima del racismo, rechazando la rabia y el resentimiento.
La revelación de que su padre biológico era un pianista y director de orquesta italiano, amigo cercano de Valerio, arrojó luz sobre la conexión que Teresita compartía con la música desde su infancia.
En la década de 1950, Teresita se mudó a Bogotá, donde continuó sus estudios de piano en el conservatorio de la Universidad Nacional; sin embargo, a los 15 años, se vio obligada a dejar temporalmente la música debido a un embarazo. Esta pausa forzada marcó un periodo de frustración, pero también fue el inicio de su viaje espiritual a través de las enseñanzas de Paramahansa Yogananda.

Después de superar dificultades personales, Teresita regresó a Medellín y se graduó como la mejor alumna del conservatorio de la Universidad de Antioquia.
Entre las teclas del piano y las sombras de la represión
En 1978, Teresita emprendió un viaje a Cuba que marcaría un hito en su carrera. Realizó cinco recitales y grabó un programa de televisión, experimentando la sensación de ser una celebridad, pero a su regreso a Colombia, la realidad la sumergiría en una oscura pesadilla.
Teresita, casada con Fernando Jaramillo, fundador de la famosa orquesta Los Tupamaros, caminaba por las calles de Medellín junto a su esposo, cuando fueron detenidos por dos hombres armados y llevados a una estación de policía secreta. Se les acusaba de ser parte de la guerrilla del M-19 y de participar en el robo de armas del Cantón Norte, sede de las fuerzas militares en Bogotá.
A Teresita, de manera absurda, la señalaban como una asaltante de un banco estatal. Todo era una falsedad, sin pruebas que respaldaran tales acusaciones. Durante más de un mes, Teresita fue sometida a 18 interrogatorios y privada de su libertad.
El motivo de este grave error radicaba en la confusión de los detectives, que asociaron erróneamente la orquesta de su esposo con un grupo guerrillero uruguayo que poseía el mismo nombre. En sus propias palabras para la biografía, “fueron veinte días de sudor y temblor. La cabeza se me bloqueaba, pensaba en mis hijos”.

En un capítulo destacado de su vida, Teresita Gómez revela que uno de los momentos más significativos fue la oferta del expresidente Belisario Betancur para ser agregada cultural de la Embajada de Colombia en Alemania Oriental. Este episodio marcó un hito en la carrera musical de ella, que tenía 39 años en ese momento.
A pesar de sus habilidades como pianista, el embajador la confundió en su primer día con una empleada doméstica, sorprendiéndose al enterarse de su identidad.
A pesar de las tareas burocráticas que llenaron su agenda, Teresita, con la intervención del presidente Betancur, pudo dedicarse a lo que mejor sabía hacer: la música. Su primer concierto en Europa, interpretando las cuatro baladas de Chopin en París, fue un momento inolvidable para Teresita, que sintió que tocó esas piezas como nunca antes.
Durante su tiempo en Europa, Teresita ofreció conciertos en varios países, incluyendo Alemania, Polonia, Austria, España, Suiza y Hungría. Además, tuvo el privilegio de acompañar a músicos destacados como Pierre Rampal y Tortelier en diversas presentaciones.
“Tocar fuera de mi tierra es lo mejor que me ha pasado”, confesó Teresita en el libro, destacando la importancia y el impacto de compartir su música en escenarios internacionales.
El regreso a Colombia no estuvo exento de desafíos. La lucha de su hijo con las drogas y su propia batalla con problemas de salud en las manos fueron pruebas difíciles. A pesar de estas dificultades, Teresita continuó dando conciertos, grabando discos y dedicándose a la enseñanza.
A pesar de su éxito, la vida de Teresita estuvo marcada por tragedias personales. La enfermedad de su madre, la repentina muerte de su padre y su involuntario ingreso a un hospital mental fueron desafíos que pusieron a prueba su resiliencia. La pérdida de un hijo y problemas de salud en sus manos también marcaron momentos difíciles en su camino.
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