
Haciendo frente a las críticas y el hate que podría recibir por transformar sus experiencias negativas en un listado con las banderas rojas (red flags) de salir con un colombiano, la tiktoker española Anna Mendoza publicó en sus redes sociales las muchas razones que la llevaron a prevenir a otras europeas.
“Yo necesito compartir las red flags de salir con un colombiano, empezando por el tema de la familia, el cómo ellos están vinculados de una manera tan tóxica a la familia, que tú ya no sabes si estas saliendo con esta persona o con su familia”.
Madres, hermanas y tías se han llegado a convertir en un dolor de cabeza cuando, según Mendoza, un hombre no sabe darle su lugar a cada quien. Y es que si bien la familia “es prioridad”, no hay que “mezclar las peras con las manzanas”.
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“Me parece una red flag que te presenten a su familia el día que te están conociendo, o la primera semana, o el primer mes. Para mí, conocer a un miembro de la familia de tu pareja tiene que ser catalogado como un acontecimiento importante, no como algo random cuando vas a su casa”. añadió.
Y es que, del lado de Mendoza, solo podría darse una presentación formal cuando la relación de pareja parezca haberse establecido por completo, pero basada en su experiencia, los colombianos “lo hacen y es una red flag porque te meten en su núcleo familiar, de lleno, desde el minuto cero, y tu te sientes acogida y cuando esto ya no está...”.
Además, sugirió que “están acostumbrados a lo tóxico y cuando llega un amor sano, no saben desenvolverse. Es como que necesitan esa dosis de adrenalina, de toxicidad, porque están acostumbrados a colombianas... las personas con las que he salido han estado con colombianas y me cuentan unas historias que flipo. Les prohíben hacer cosas, salir con tales personas, los obligan a bloquear a X persona... toxicidades”.
Este comportamiento, de acuerdo con Mendoza, llevaría a que algunos colombianos inventen historias para sacar el “lado tóxico” de sus novias extranjeras. Pero su desilusión, incluso, se trasporta a los momentos de celebración.
“Son demasiado fiesteros y se pueden dejar una pasta, una verdadera pasta (fortuna) en trago, cuando lo máximo que yo me he dejado de fiesta son 40 euros (170 mil pesos colombianos al cambio de hoy) y ya me parece una cosa de locos, algo desorbitado. Mientras, ellos se pueden gastar 400 euros (1′700.000 pesos colombianos al cambio de enero del 2024), tranquilamente. Trabajan para gastarlo en trago”.
En la pieza se disculpó por generalizar, ya que entiende bien que algunos nacionales se salen del molde, pero insistió en que no estuvo en una única relación, sino por el contrario, fueron varios los colombianos con los que llegó a entablar un amorío y entender.
“Mienten más de lo que hablan. Y es que tienen una labia, de verdad que tienen un don para florear (piropear), que yo flipo. Es que te la venden, te la cuelan, te pintan todo de tal manera que, para las colombianas puede ser algo normal, pero para las que no hemos crecido en está cultura, la novedad va bien un rato, pero todo el tiempo resulta aburridor (...) de lo que me dicen, les creo el 5% y que den gracias”.
Mendoza, también, cuestionó el nivel educativo de los colombianos; ya que, algunos parecen quedarse satisfechos con su título de secundaria, en donde, aun así, suelen perder materias, siendo, en sus palabras, “un paseo para embarazadas”. “Los colombianos son muy malos para el estudio”, concluyó, en respuesta a la “ignorancia”, que percibió al relacionarse con sus antiguas parejas.
Una problemática que conecta con la idea de que un hijo, sin importa qué, siempre será una bendición: “Ellos no tienen una cultura de tener estabilidad emocional y estabilidad económica como para tener hijos. Parra ellos, eso como que no es muy importante. Ellos traen hijos al mundo –y yo sé que esto no es solo de Colombia, sino de toda Latinoamérica– sin tener en cuenta las consecuencias de no contar con una familia estructurada o funcional”.
En la pieza, incluso, le quedó tiempo de criticar su aspecto: “Los peinados que se hacen, las rayas que se hacen... y ya el corte en la ceja ni te quiero contar, malandros”, pero, días más tarde publicó un nuevo video en el que da a entender que su gusto por los colombianos no ha muerto, sino, por el contrario, se convirtieron en “una adicción”.
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